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“Las conductas de los niños en el registro arqueológico se han pasado por alto con frecuencia”, señala un artículo de investigación publicado en Hunter Gatherer Research. “A pesar de los esfuerzos por estudiar a los niños del pasado a través de una ‘arqueología de la infancia’, sigue existiendo el reto de diferenciar entre sus comportamientos y los de los adultos”.
Los autores del artículo explican que en cuánto al arte del Paleolítico superior, en la Edad de Hielo, se han analizado las medidas anatómicas de las huellas de manos, por lo que se sabe que los más jóvenes participaban en estas prácticas. Sin embargo, para los científicos, este enfoque es limitado. “El debate siempre giraba en torno a cómo enseñaban los adultos a los niños”, cita la revista Science a Izzy Wisher, arqueóloga de la Universidad de Aarhus y quien dirigió el nuevo estudio.
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De ese modo, el equipo se interesó en estudiar el Panel de las Máscaras de la cueva de Las Monedas en Cantabria, España, el cual mide alrededor de un metro de ancho y 60 centímetros de alto. En la década de 1950, los excavadores lo denominaron el “Panel de los Signos Enigmáticos”, debido a que está alejado de las demás pinturas y también luce diferente.
Hace unos años, Wisher y otros autores del estudio, entre ellos John Matthews, experto en arte infantil de la Universidad de Plymouth, visitaron la cueva. Matthews notó que había una diferencia entre los dibujos pulidos hechos en carboncillo y los garabatos del panel. “Es más o menos idéntico a todo lo que se encontraría en una guardería”, señala Matthews.
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Entonces, realizaron escaneos tridimensionales detallados de los dibujos y descubrieron una presión desigual aplicada al carboncillo y la dirección en la que se dibujaban las líneas. Luego, el equipo comparó el arte rupestre con las etapas de desarrollo de los niños en la actualidad.
En el panel se evidencia algo similar a “los círculos garabateados furiosamente y las líneas de empujar y tirar típicas de los niños de tres años que recién están aprendiendo a controlar sus cuerpos, por ejemplo, o las figuras tambaleantes y en ángulos rectos de niños un poco mayores que comienzan a dominar las habilidades motoras finas”, menciona Science.
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Además, los dibujos están superpuestos, lo que podría indicar que dos o más niños podrían estar participando en el mismo proceso y al mismo tiempo. Felix Riede, arqueólogo y coautor del estudio afirma que es probable que pintaran entre hermanos o niños de diferentes edades dentro de su propio espacio. “Estarían experimentando para conocer materiales que son importantes en su mundo”, dice. “No estaban tratando de dibujar animales”.
Por su parte, Wisher apunta: “No era una práctica especializada o ritual, sino una actividad donde los niños estaban presentes y eran bienvenidos a producir sus propios dibujos”. Además, la investigadora resalta que esta combinación de psicología del desarrollo y arqueología podría aplicarse para estudiar otros casos de símbolos “enigmáticos”. “Espero que esto facilite la identificación del arte infantil en el pasado”, afirma Wisher.
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