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Las icnitas (huellas fósiles) atribuidas a cocodrilos no son muy abundantes en el registro fósil mundial. Sin embargo, la provincia de Soria es una excepción, siendo de los pocos lugares del planeta donde se han encontrado rastros de estos reptiles.
En Bretún, pueblo de la comarca de Tierras Altas, popular por sus yacimientos de dinosaurios, se encontraron hace más de 20 años las pisadas de unos ejemplares fósiles. Estos reptiles, conocidos con el nombre científico de Crocodylopodus, convivieron con los dinosaurios en el Cretácico inferior, hace unos 145 millones de años.
Ahora, un equipo investigador del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR) y el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) publicaron un estudio de la morfología de estas icnitas. (Lea: Encuentran un cráneo humano de hace 8.000 años en el río Minnesota de EE.UU.)
“Por su forma, las pisadas de estos reptiles fósiles se asemejan mucho a las de los cocodrilos actuales, tanto en las marcas de las manos como en las de los pies. Sin embargo, nos llamaron la atención algunas diferencias en los rastros, es decir, en la secuencia de huellas que dejaban al caminar”, explica Diego Castanera, líder del estudio.
Al compararlas con las de cocodrilos actuales, los investigadores vieron que eran considerablemente más estrechas y con los pies y las manos más pegados entre sí. “Además, no presentan marcas de la cola, la tripa o del arrastre de las extremidades, algo muy habitual en los rastros de sus actuales descendentes”, apunta Castanera.
La comparación de estas icnitas con una gran cantidad de datos de huellas fósiles y actuales ha llevado a los investigadores a concluir que estos cocodrilos extintos caminaban en una posición más erguida y de una forma más ágil que sus descendentes actuales. (Lea: Boeing repite el lanzamiento de su nave Starliner a la Estación Espacial Internacional)
Qué sabemos de este cocodrilo extinto
La mayoría de icnitas estudiadas son de pequeño tamaño, de un máximo de 7 cm de largo, y se estima que corresponden a cocodrilos de no más de un metro de longitud. A lo que no han podido dar respuesta los investigadores es a la presencia de huellas de tres tamaños distintos. “Podría tratarse de animales de distintas edades o bien pueden ser debidas a las diferencias de tamaño entre machos y hembras. O incluso podría ser que se dieran las dos circunstancias a la vez”, indica Eduardo Puértolas-Pascual, investigador de Zaragoza y coautor del estudio.
Los especialistas han realizado también una recopilación de los datos de las especies de cocodrilos que habitaron la Península Ibérica en el Cretácico inferior, para intentar determinar qué especie es la autora de las huellas. Sin embargo, con los datos actuales no se puede concluir a qué grupo concreto de cocodrilos pertenecen. Hay varios candidatos: entre ellos, Goniopholis, Atoposaurus o Bernissartia, que eran los dominantes de los ecosistemas en aquel momento. (Lea: Atlas de células humanas: se abre la puerta a un nuevo mundo)
“Lo que sí sabemos es que el animal que dejó sus huellas tenía unas extremidades delanteras más largas en relación con la longitud total del cuerpo, un centro de masas localizado más hacia adelante y una cola más ligera o corta que los actuales. Estos cocodrilos estarían mejor adaptados para la locomoción en medios terrestres”, concluye Puértolas-Pascual.