Así hallaron en Colombia el fósil de uno de los depredadores más antiguos de Sudamérica
Un grupo liderado por una paleontóloga colombiana halló, en el desierto de la Tatacoa, el fósil más completo de uno de los depredadores que habitaban en el norte de Sudamérica hace 13 millones de años.
El desierto de la Tatacoa, en Villavieja, Huila, ha sido un tesoro de fósiles de decenas de especies como tortugas gigantes o mamíferos, que habitaron hace millones de años en esa zona del planeta. Si bien las exploraciones allí iniciaron hace 100 años, estas eras lideradas por extranjeros, y solo en 2019 se realizó la primera liderada por paleontólogos colombianos.
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El desierto de la Tatacoa, en Villavieja, Huila, ha sido un tesoro de fósiles de decenas de especies como tortugas gigantes o mamíferos, que habitaron hace millones de años en esa zona del planeta. Si bien las exploraciones allí iniciaron hace 100 años, estas eras lideradas por extranjeros, y solo en 2019 se realizó la primera liderada por paleontólogos colombianos.
Ese año encontraron el esqueleto más completo de una especie de depredador de 13 millones de años de antigüedad, del que solo se conocía su mandíbula. Se trata de Anachlysictis gracilis, la primera especie de una familia extinta de mamíferos depredadores, conocida como tilacosmílido, nombrada en el Neotrópico, la región tropical del continente americano. (Lea: Una pirámide en Indonesia podría ser tres veces más antigua que las de Egipto)
“Normalmente, encontramos uno que otro hueso, pero encontrar un esqueleto completo es raro. Tenemos elementos de cada zona principal del cuerpo, como de la columna, patas delanteras, traseras y cráneo. Es algo excepcional. En Suramérica son pocos los esqueletos que se han encontrado así de completos en ese grupo de depredadores”, dice Catalina Suárez, geóloga Ph. D. en Paleontología, quien lideró esta investigación durante su estancia posdoctoral en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario.
Anachlysictis gracilis hace parte de los esparasodontes, un grupo de mamíferos depredadores extintos emparentados con los marsupiales (como los canguros, koalas y zarigüeyas), que vivieron únicamente en América del Sur. Estos son considerados los depredadores suramericanos en esa época, cuando aún no habían llegado los pumas y jaguares, que son originarios de Norteamérica.
En la familia de los esparasodontes, A. gracilis hace parte los tilacosmílidos, cuya característica principal son sus caninos (colmillos) curvos y aplanados, que se asemejan a la forma de un sable, por lo que son comúnmente conocidos como “marsupiales dientes de sable”. (Lea: Hombre con Parkinson vuelve a caminar con normalidad gracias a una neuroprótesis)
Lo que se conocía de este depredador extinto se basaba en la descripción hecha en los años 90 de su mandíbula, que también fue hallada en la Tatacoa, y de lo que se sabía de su famoso pariente de la Patagonia argentina: el Thylacosmilus atrox, otro mamífero que también pertenece a los marsupiales de dientes de sable.
Es por esto que, hasta el momento, la mayoría de características eran solo hipótesis como lo que se creía de la forma de sus dientes. T. atrox tenía colmillos largos, aplanados y grandes, que encajaban en una especie de “bolsillo” que hay en la parte de abajo de la quijada, por esto los investigadores creían que A. gracilis tenía una estructura similar, lo cual resultó cierto.
“Esta especie tenía su colmillo de sable, pero era un poquito más pequeño”, afirma Suárez, quien además es la autora principal del estudio donde describen los resultados publicados en la revista científica Geodiversitas. “Los dientes molares forman como unas cuchillas. Esto nos permitió confirmar que eran depredadores carnívoros y que comían principalmente tejidos blandos, no huesos”, agrega la paleontóloga colombiana.
Esta característica, sumada a su masa corporal, que al parecer era de 23 kilogramos (como un lince), permite inferir que su dieta incluía pequeños mamíferos que habitaron en la zona, como marsupiales, ratas espinosas, puercoespines, roedores de diversos tamaños que eran muy abundantes en lo que hoy conocemos como el desierto de la Tatacoa, que en realidad es un bosque seco tropical, pero que en ese entonces era un bosque húmedo tropical similar a la Amazonia actual.
Sobre el cráneo, los paleontólogos que se encargaron de estudiar el esqueleto, sostuvieron que es relativamente más bajo y más largo que el de la especie T. atrox y de Patagosmilus goini, otro pariente proveniente del altiplano boliviano. El hocico también es diferente al de esas dos especies, pues el de A. gracilis era más largo que ancho.
“El cráneo tiene rasgos un poco más primitivos. Es como si fuera el abuelo de Thylacosmilus”, indica Suárez.
Un trabajo de años entre colombianos, argentinos y un japonés
Describir las características de esta especie perteneciente a los “marsupiales dientes de sable” les ha tomado años a los investigadores. Suárez explica que una vez se halló el esqueleto, este fue llevado al Museo de Historia Natural La Tatacoa, en el centro poblado La Victoria, en el municipio de Villavieja (Huila). (Lea: Lo que habría causado la extinción de los dinosaurios tras el impacto del asteroide)
Hasta este lugar Suárez se acercaba con frecuencia para estudiar cada una de las partes de A. gracilis. Sin embargo, este trabajo no lo hizo sola. En el estudio también participaron dos paleontólogas argentinas: Analia Forasiepi y María Judith Babot, expertas en este grupo de depredadores y otros marsupiales; y Francisco Goin.
También estuvieron los paleontólogos colombianos Javier Luque, quien apoyó en los análisis de las relaciones de parentesco de esta especie, algo que se conoce como filogenia (similar a los árboles genealógicos), y Edwin Cadena. Por parte del Museo de la Tatacoa estuvo Rubén Vanegas, quien apoyó en la preparación del fósil, pues cuando estos se hallan están cubiertos por roca que hay que remover para realizar los análisis.
El estudio además cuenta con unas reconstrucciones gráficas de la especie que permiten hacerse una idea de cómo lucía. Este trabajo estuvo a cargo del japonés Tatsuya Shinmura.
Por el momento solo se conoce la descripción del cráneo. Los análisis del resto del cuerpo, como su columna, patas delanteras y traseras, están en proceso. Los investigadores esperan publicar más adelante estos resultados para conocer más detalles de Anachlysictis gracilis.