Aún no confirman presencia del hongo letal para el banano
La presencia del hongo que invade los tejidos internos de la variedad de banano Cavendish en cultivos de La Guajira aún no está confirmada. En los próximos días llegarán los resultados de un análisis de la Universidad de Wageningen (Holanda) que despejarán las dudas. Si en efecto es el Fusarium raza 4 tropical, Foc R4T, estaremos en problemas.
El Espectador
Desde junio, autoridades, científicos y agrónomos iniciaron la aplicación de todos los protocolos de bioseguridad para asegurarse de que, si se llega a confirmar la presencia de este microorganismo, no siga extendiéndose a cultivos vecinos. Este hongo patógeno produce la enfermedad de la marchitez y puede llegar a ocasionar pérdidas millonarias.
Si bien la sospecha es sobre la raza 4 del hongo, presente en Asia, Oceanía y África, la raza 1 ya había llegado a América Central y el Caribe a mediados del siglo XX, cuando arrasó con la industria de exportación de la variedad de banano Gros Michel.
Lo que sucede con el Fusarium es que tapona los conductos por los cuales la planta absorbe agua y nutrientes, lo que le causa asfixia y finalmente la muerte. Síntomas muy similares han presentado cuatro fincas en La Guajira. Por seguridad, dijo a El Espectador el ingeniero agrónomo Jaime Cárdenas, subgerente de protección vegetal del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), “hemos decidido aumentar el área y en este momento estamos hablando de seis predios que comprenden la zona de sospecha del brote, zona confinada y circunscrita a cinco kilómetros, a 100 kilómetros de la frontera con Venezuela”.
Como no es posible erradicar el hongo con fungicidas, ni fumigando el suelo, donde suele iniciar el proceso de contaminación y donde puede pasar dormido 20 o 30 años, el ICA prohíbe desde 2011 el ingreso al país de cualquier material de plátano, banano o musáceas ornamentales provenientes de alguno de los 14 países donde está presente el hongo.
“El ICA tiene su plan de contingencia implementado y ha tenido una actitud ejemplar desde las primeras muestras sospechosas”, comentó el agrónomo Miguel Dita, investigador de la Corporación de Investigación Agrícola de Brasil (Embrapa).
Prevenir es mejor que curar
Desde 2014, el Centro de Investigación del Banano (Cenibanano) inició una estrategia de prevención y monitoreo del Fusarium R4T. Ha promovido talleres por las regiones bananeras de Colombia y en 2018 lideró cuatro investigaciones en Fusarium raza 1, conjuntamente con universidades y otros centros científicos.
Cárdenas recordó que el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) en Chinchiná (Caldas) desarrolló las primeras variedades resistentes a la roya a sabiendas de que esta plaga estaba en países vecinos y tarde o temprano llegaría al país. “Cuando en septiembre de 1983 se reportó por primera vez la roya en Colombia ya se contaba con unos materiales resistentes y los caficultores pudieron atender de mejor manera esta situación”, dijo. “Ese modelo es el camino”.
Agregó que la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) “está en esa línea de investigación y muy probablemente también será un esfuerzo conjunto con el sector privado, en este caso Cenibanano”.
El ICA ha dispuesto un equipo conformado por ocho expertos en diferentes disciplinas de la protección vegetal y en este momento atiende la sospecha, con el apoyo de Agrosavia y la asistencia de entidades como Bioversity, el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa) y el Ministerio de Agricultura y Pesca de Australia.
“Hay que invertir en investigación”, dijo Dita. “Considerando la importancia de esos cultivos para la seguridad alimentaria y generación de empleos en América Latina, las inversiones en investigación y asistencia técnica a los productores son realmente muy bajas”.
De acuerdo con datos de la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), las 50.685 hectáreas sembradas de banano generaron alrededor de US$ 870 millones en 2018. “No era cuestión de si llegaría a América Latina y el Caribe o no. Más bien era una cuestión de tiempo”, sentenció Dita.
Desde junio, autoridades, científicos y agrónomos iniciaron la aplicación de todos los protocolos de bioseguridad para asegurarse de que, si se llega a confirmar la presencia de este microorganismo, no siga extendiéndose a cultivos vecinos. Este hongo patógeno produce la enfermedad de la marchitez y puede llegar a ocasionar pérdidas millonarias.
Si bien la sospecha es sobre la raza 4 del hongo, presente en Asia, Oceanía y África, la raza 1 ya había llegado a América Central y el Caribe a mediados del siglo XX, cuando arrasó con la industria de exportación de la variedad de banano Gros Michel.
Lo que sucede con el Fusarium es que tapona los conductos por los cuales la planta absorbe agua y nutrientes, lo que le causa asfixia y finalmente la muerte. Síntomas muy similares han presentado cuatro fincas en La Guajira. Por seguridad, dijo a El Espectador el ingeniero agrónomo Jaime Cárdenas, subgerente de protección vegetal del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), “hemos decidido aumentar el área y en este momento estamos hablando de seis predios que comprenden la zona de sospecha del brote, zona confinada y circunscrita a cinco kilómetros, a 100 kilómetros de la frontera con Venezuela”.
Como no es posible erradicar el hongo con fungicidas, ni fumigando el suelo, donde suele iniciar el proceso de contaminación y donde puede pasar dormido 20 o 30 años, el ICA prohíbe desde 2011 el ingreso al país de cualquier material de plátano, banano o musáceas ornamentales provenientes de alguno de los 14 países donde está presente el hongo.
“El ICA tiene su plan de contingencia implementado y ha tenido una actitud ejemplar desde las primeras muestras sospechosas”, comentó el agrónomo Miguel Dita, investigador de la Corporación de Investigación Agrícola de Brasil (Embrapa).
Prevenir es mejor que curar
Desde 2014, el Centro de Investigación del Banano (Cenibanano) inició una estrategia de prevención y monitoreo del Fusarium R4T. Ha promovido talleres por las regiones bananeras de Colombia y en 2018 lideró cuatro investigaciones en Fusarium raza 1, conjuntamente con universidades y otros centros científicos.
Cárdenas recordó que el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) en Chinchiná (Caldas) desarrolló las primeras variedades resistentes a la roya a sabiendas de que esta plaga estaba en países vecinos y tarde o temprano llegaría al país. “Cuando en septiembre de 1983 se reportó por primera vez la roya en Colombia ya se contaba con unos materiales resistentes y los caficultores pudieron atender de mejor manera esta situación”, dijo. “Ese modelo es el camino”.
Agregó que la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia) “está en esa línea de investigación y muy probablemente también será un esfuerzo conjunto con el sector privado, en este caso Cenibanano”.
El ICA ha dispuesto un equipo conformado por ocho expertos en diferentes disciplinas de la protección vegetal y en este momento atiende la sospecha, con el apoyo de Agrosavia y la asistencia de entidades como Bioversity, el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa) y el Ministerio de Agricultura y Pesca de Australia.
“Hay que invertir en investigación”, dijo Dita. “Considerando la importancia de esos cultivos para la seguridad alimentaria y generación de empleos en América Latina, las inversiones en investigación y asistencia técnica a los productores son realmente muy bajas”.
De acuerdo con datos de la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), las 50.685 hectáreas sembradas de banano generaron alrededor de US$ 870 millones en 2018. “No era cuestión de si llegaría a América Latina y el Caribe o no. Más bien era una cuestión de tiempo”, sentenció Dita.