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Un grupo de científicos analizó una especie de chicle llamada masilla de brea que tiene una antigüedad de aproximadamente 10.000 años. Gracias a este material, pudieron determinar parte de la dieta de las personas que habitaban en una parte de Escandinavia, especialmente en Huseby Klev, Suecia, lugar donde encontraron la muestra.
El equipo de investigación internacional analizó el ADN, que hasta el momento representa el material genómico y metagenómico más antiguo conocido hasta la fecha de humanos y actividades humanas en Escandinavia. (Lea: ¿Qué programas prefieren ver los perros en televisión?)
En este encontraron, secuencias de ADN de especies como el zorro rojo, el avellano, el ciervo y el manzano, que serían parte de la dieta de las personas que habitaban allí en esa época.
“La presencia de zorro rojo es consistente con la fauna escandinava del Mesolítico, y su presencia en las muestras de brea es quizás sorprendente, pero sigue siendo consistente con el material osteológico (relacionado a los huesos) de Huseby Klev”, menciona el estudio publicado recientemente en Scientific Reports.
A estos hallazgos se suma uno más: un caso de mala salud bucal asociado a periodontitis, una reacción inflamatoria desencadenada por bacterias en la placa dental. (Lea: Peregrine, fallida misión de la Nasa, desapareció sobre una remota región del Pacífico)
“Identificamos una mayor abundancia de microbios asociados a la periodontitis. Además, los modelos de aprendizaje automático entrenados predijeron la disbiosis (desbalance del equilibrio microbiano) con una probabilidad del 70 % al 80 %”, señalan.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron tres trozos de brea que normalmente masticaban los adolescentes, niños y niñas para producir pegamento, justo después de comer.
“Tuvimos que aplicar varias herramientas analíticas computacionales pesadas para identificar las diferentes especies y organismos. Todas las herramientas que necesitábamos no estaban listas para ser aplicadas al ADN antiguo; pero gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a ajustarlos para poder aplicarlos” explicó Andrés Aravena, del Departamento de Biología Molecular y Genética de la Universidad de Estambul.