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Ciencia y fútbol femenino: ¿realmente necesitan un arco más pequeño?

La Copa América Femenina de Fútbol ha revivido viejos debates. ¿Es un juego menos competitivo? ¿Por qué hay más goles? Estudios sugieren que las mujeres se han sabido adaptar a todas las condiciones, creando estrategias como generar más pases.

María Mónica Monsalve
29 de julio de 2022 - 02:00 a. m.
Catalina Pérez, arquera de la Selección Colombia Femenina.
Catalina Pérez, arquera de la Selección Colombia Femenina.
Foto: Raul ARBOLEDA / AFP
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La llegada de la Copa América Femenina de Fútbol a Colombia ha vuelto a dejar en evidencia las desigualdades que se viven en este deporte. A pesar de que la selección está a punto de jugar la final contra Brasil, las brechas salariales siguen siendo enormes y, justo el día de su debut en el torneo, las jugadoras protestaron ante una gran incoherencia: a pesar de que la Copa América se estaba realizando en el país, también se había tomado la decisión de no hacer el campeonato de la Liga Profesional Femenina.

Al fútbol femenino lo ha rodeado una falsa idea: que no es igual de bueno al fútbol masculino. “Las mujeres no son tan potentes”, es el argumento que suele salir a flote. Pero como lo señalaron tres investigadores de ciencia y deporte en un artículo publicado en Frontiers in Psychology en el 2019, “quienes hacen esta comparación lo hacen sin el respaldo de ningún dato y sin tener en cuenta las diferencias antropométricas y fisiológicas entre los sexos”.

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Recientemente, de hecho, en un programa de análisis de fútbol, volvió a surgir el debate de si los arcos en el fútbol femenino deberían ser más bajitos, pues las arqueras tienen una talla, en promedio, más baja que la de los hombres. Una propuesta que ya había planteado el técnico italiano Fabio Capello en 2022, argumentando que “el tamaño de la portería hace que sea muy difícil para las mujeres porque en el fútbol tienes que saltar. Cuando las mujeres juegan baloncesto o voleibol, la canasta y la red se bajan porque no son tan altas como los hombres”.

Y aunque su idea tiene fundamentos, también es una forma muy reducida de abordar el tema. Según explica Daniel Suárez, profesor de Bioingeniería y Biomecánica, de la Universidad Javeriana, sí se ha encontrado que, en promedio, en el fútbol femenino hay un gol más por partido, a partir de lo que se ha estudiado con la liga femenina de fútbol inglés. “Pero, para mí, que la relación entre la estatura y el arco sea distinta no significa que lo debamos cambiar, sino que el juego se va a jugar y ver diferente, incluso mejor”, señala.

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Un arco de fútbol profesional tiene 7,32 metros de ancho por 2,44 de altura. Tras hacer un ejercicio con la talla promedio de las mujeres a escala mundial, el estudio de Frontiers in Psychology calculó que, si se quiere tener una relación similar a la del fútbol masculino con el arco, para el femenino las medidas deberían ser de 6,76 metros de largo por 2,25 de alto. Pero también encontró que, si se hace el mismo ejercicio con los hombres, buscando una relación más coherente entre la estatura promedio y la cancha, la dimensión debería crecer a 7,93 metros de ancho por 2,64 de alto. ¿Por qué acomodar el juego femenino y no el masculino?

“La FIFA y algunas ligas han venido intentando hacer el fútbol masculino más ofensivo, tanto en reglamento como en estrategia. Y si estamos logrando esa ofensiva con las mujeres, no creo que debamos cambiarlo”, comenta Suárez. Además, cree que lo más interesante es ver cómo en entrenamiento y durante el partido se buscan estrategias a fines a las condiciones del cuerpo femenino.

De hecho, en otra investigación, publicada este año en la revista Psychology of Sports and Exercise, se analiza cómo la estrategia de las arqueras es diferente ante los penaltis. Mientras en el fútbol masculino el arquero se lanza por el balón unos segundos más tarde, la arquera en el fútbol femenino lo hace antes. La razón no es solo que la arquera, por ser más bajita, no alcance el balón, sino que la mujer que cobró el penalti patea, en promedio, con menos potencia; entonces, la trayectoria del balón es más lenta.

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Aunque se trata de una cuestión de segundos, el estudio concluye que esto evidencia que, tanto en el fútbol masculino como en el femenino, se ajustan las acciones según las limitaciones corporales que se tengan. Y no es algo que aplique solo para mujeres y hombres, sino para, por ejemplo, en cómo un arquero latino piensa y adapta el juego frente a futbolistas europeos, que suelen tener tallas más altas.

Como cuenta la doctora Ana María Cardona, médica especialista en Medicina del Deporte, de la Universidad del Bosque, y parte del departamento médico de la selección colombiana femenina, “ya hay un proceso adaptativo a las medidas del arco y de la cancha, estrategias físicas durante el entrenamiento que las lleve a competencia, así que no se trata de menos tiempo en la cancha o arcos más bajos”.

Saltar menos, pero hacer más pases

Retomemos la idea de Capello: en el fútbol se salta y las mujeres saltan menos. ¿Qué tan cierto es? En el salto vertical, se trata de una realidad fisiológica. “Sí, en promedio, un hombre va a saltar más alto que una mujer, lo que está dado por una mayor potencia en las piernas, en los músculos principales del tren inferior”, cuenta Suárez.

Pero el fútbol no es el único deporte que ha investigado esta diferencia en el salto. En las artes marciales, el voleibol y el básquet también se ha evaluado. “Las investigaciones demuestran que los hombres tienen naturalmente un mayor salto y más fuerza y potencia en las piernas en comparación con las mujeres. Échales la culpa a las características innatas que se inician en la pubertad, cuando los chicos experimentan un estirón de crecimiento muscular a medida que las hormonas como la testosterona se disparan, aumentando su capacidad de salto”, fue una de las cosas que le respondió la doctora Linda Hamilton a una bailarina de ballet que le preguntó, en la revista Dance Magazine, por qué sus compañeros hombres saltaban más alto.

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Pero no hay que verlo necesariamente como una desventaja, ya que los factores que cambian entre el fútbol femenino y el masculino son varios. En el artículo de Frontiers in Psychology se citan unos cuantos. Además de la altura, la fuerza en las piernas en hombres es hasta 30 % mayor y el porcentaje de grasa es menor. Incluso, señalan, el tamaño de los pies de las mujeres es, en promedio, hasta 10,5 % más pequeño, lo que cambia a la hora de pegarle a la pelota. No se trata, sin embargo, de todo lo que importa. “La técnica de tiro puede ser más importante que la mera fuerza de las piernas”, aseguran.

La consecuencia de una fuerza distinta en las piernas de las mujeres, incluso, implica un juego más dinámico. “La menor fuerza muscular de las mujeres hace que el balón se desplace una distancia relativamente menor por cada pase. Por lo tanto, un equipo necesitará más pases para transportar el balón a lo largo del campo”, agrega el estudio.

“El juego femenino va más al fair play, hacen menos pausas, es menos interrumpido y más parecido al juego latino que a muchos nos gusta ver, el del toque-toque. Cambiar esto sería perder la riqueza del juego”, dice el biomecánico Suárez.

Cuerpo de mujeres futbolistas: poco estudiado

La doctora Cardona cuenta que solo desde hace unos veinte años se empezó a pensar en un entrenamiento y fortalecimiento pensado para mujeres futbolistas. Es decir, pensar en cómo hacerlas competitivas sin heredar los mismos criterios que usan para los hombres, pues no son los mismos.

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“Ahora, por ejemplo, tenemos un estudio señalando que son más propensas a romperse el ligamento cruzado que los hombres, así que hay que detectar esos factores de riesgo y pensar cómo adecuar el entrenamiento para evitar estas lesiones”.

Como en otros campos, en la ciencia y la medicina del deporte, el cuerpo de la mujer casi no ha sido estudiado. En 2015, una investigación publicada en European Journal of Sports Science, recolectó datos de 1.382 estudios presentados en las revistas científicas más importantes de la medicina del deporte, que involucraban a 6’076.580 participantes, y encontró que solo el 39 % eran mujeres. Ese vacío, por supuesto, ha generado que hasta ahora se tengan pocos datos sobre cómo entrenar el cuerpo femenino.

Además, que cuando la gente tiende a comparar el fútbol masculino con el femenino, usualmente, le otorgae al segundo un peor lugar. “No se trata de compararlo”, insiste Cardona. “Aunque es el mismo deporte, hay unas variables que lo hacen diferente”.

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