25 de enero de 2019 - 03:49 p. m.
Científicos a la reconquista del desierto de la Tatacoa
Más de 50 investigadores de diferentes instituciones y países, en compañía de jóvenes y líderes locales, llevaron a cabo una expedición para recolectar fósiles y analizar la geología de uno de los lugares paleontológicos más emblemáticos de Colombia y del continente: el desierto de la Tatacoa.
Fotos: Felipe Villegas / Instituto Humboldt. Textos: Luz Helena Oviedo (Instituto Smithsonian) y Felipe Villegas.
El Espectador
A pesar de la gran producción científica que existe sobre los fósiles de La Tatacoa, la comunidad local y el país han tenido poco contacto con este conocimiento. A partir de ahora, varias universidades del país, museos e institutos de investigación como el Smithsonian y el Instituto Humboldt se unen para contar estas historias y así contribuir al objetivo de los Vigías del Patrimonio Paleontológico La Tatacoa de valorar el patrimonio paleontológico.
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Por primera vez se revela ante ojos humanos el diente fósil de un gavial extinto. Esta especie de cocodrilo vivió hace unos 11.8 a 13.5 millones de años en los humedales que existían donde hoy se ubica el Desierto de La Tatacoa.
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El desierto de La Tatacoa, en el Huila, es un lugar que ha sido explorado durante los últimos 100 años por paleontólogos de diferentes partes del mundo. Por primera vez, un grupo conformado por investigadores, estudiantes y voluntarios, en su mayoría colombianos, explora localidades en el norte del desierto, muy cerca al centro poblado La Victoria. Entre sus rocas, La Tatacoa ofrece mucho más que paisajes y noches estrelladas.
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A veces son necesarias varias manos para excavar fósiles. Mientras los martillos remueven una capa de tierra, las brochas limpian suavemente el sedimento justo encima de los restos. Así mismo, reconstruir la historia de nuestros ecosistemas requiere de diversas disciplinas e instituciones: Jorge Moreno realiza su tesis doctoral sobre cocodrilos fósiles en la Universidad del Norte, mientras David Cardona estudia Biología en la Universidad del Rosario. Javier Luque, de la Universidad de Yale, es experto en cangrejos fósiles, y Jaime Escobar, profesor de la Universidad del Norte, busca entender la historia ambiental y climática de las cuencas tropicales. Por su parte, Carlos Ortiz es estudiante de Geología en esta última Universidad.
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Un fósil es el resto o rastro de un organismo que vivió en el pasado, pensar en su historia requiere entender el conjunto de eventos sucesivos acumulados por millones de años.
En La Tatacoa encontramos mandíbulas como la que se ve en la foto, caparazones, costillas, hojas e incluso excrementos fosilizados. En ocasiones solo una parte muy pequeña del fósil se encuentra expuesta por lo que es necesario remover el sedimento que lo cubre, un proceso delicado que requiere práctica y paciencia.
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El sol inclemente de La Tatacoa cae sobre Mónica Carvalho del Instituto Smithsonian, Laura Mora de la Universidad Eafit y Catalina Suárez del Museo de La Plata mientras utilizan vendas de yeso para proteger y extraer el fósil de un caimán gigante conocido como Purusauro. El calor del mediodía secará rápidamente las vendas y permitirá darle vuelta a la muestra para cubrir el otro lado. Más adelante, el yeso y el sedimento serán removidos en el laboratorio y así estudiar el fósil detenidamente.
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Para estudiar un fósil se necesita observar cuidadosamente todas sus estructuras y detalles. En el laboratorio inicia el proceso de preparación en donde se limpia el sedimento que traen los fósiles y así, asegurar su preservación a través del tiempo. Fredy Parra, del Centro de Investigaciones Paleontológicas de Villa de Leyva, visita el Museo de Historia Natural La Tatacoa en La Victoria para ayudar con este proceso y enseñar estas técnicas a los voluntarios locales.
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La temperatura promedio del desierto es 30℃. En estas condiciones es mejor iniciar la jornada lo más temprano posible para evitar la intensidad del sol. Así, desde las 5:30 a.m., con brújula en mano y libretas de campo abiertas, un equipo de geólogos reciben el día mientras analizan el territorio desde lo alto con la intención de construir y completar un mapa detallado de la geología de La Tatacoa.
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Por el laboratorio de Carlos Jaramillo, investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, han pasado 210 estudiantes desde el 2002. Esa masa crítica actual de paleontólogos y geólogos colombianos es la que hoy fortalece el estudio y conocimiento de la historia del país a partir de sus rocas y fósiles.
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Capitolino González, poblador de La Victoria, fue el primero en encontrar parte del cráneo de este gavial que luego entregó a Andrés Vanegas, ya conocido en el lugar por proteger los fósiles de la región. Más adelante, los Vigías del Patrimonio Paleontológico La Tatacoa, el grupo de voluntarios locales liderado por Andrés, encontró la mandíbula inferior del cocodrilo. Hoy, el fósil está disponible para su estudio en el museo local.
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Jorge Moreno, candidato doctoral de la Universidad del Norte, y David Cardona, estudiante de Biología de la Universidad del Rosario, le madrugaron al calor para ir en busca de más huesos del gavial. Con el paso de la mañana desenterraron dientes, costillas y vértebras que serán útiles para describir cómo era este gigante que podía alcanzar los 6 metros de longitud.
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Rodolfo Sánchez, del Museo de Urumaco en Venezuela, colecta fósiles desde muy pequeño. Mientras está en campo, se aleja silenciosamente del grupo y camina con los ojos fijos en el suelo. Después de un rato regresa a compartir su hallazgo, casi siempre, un fósil valioso y novedoso. Hugo Cortés, voluntario y habitante del desierto, ayuda en la búsqueda mientras observa y aprende en la distancia.
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En el Museo de Historia Natural La Tatacoa, en La Victoria, reposan estos dientes de cocodrilo, así como los demás fósiles colectados por investigadores de diferentes universidades del país, que trabajan en asocio con los Vigías del Patrimonio Paleontológico La Tatacoa. Los fósiles colectados en el desierto, se quedan en el desierto.
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En las zonas tropicales la mayoría del territorio está cubierto por vegetación. Lugares desérticos como La Tatacoa son ideales para aprender sobre geología, paleontología y evolución. Daniel Raad y Carlos Ortiz, estudiantes de la Universidad del Norte en Barranquilla, llegaron hasta aquí para conocer este laboratorio al aire libre e interactuar con mentes experimentadas como las del geólogo Camilo Montes (centro).
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Para Carlos Jaramillo esta expedición es una muestra de la unión de la Colombia rural y urbana, dos caras del mismo país con historias y realidades diferentes. Seguramente este encuentro despertará la inspiración de los jóvenes y desencadenará colaboraciones para que la investigación sea una de las bases del crecimiento que necesita Colombia.
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