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La cooperación entre humanos ha sido una característica tan única que antropólogos lo han considerado como un sello distintivo de nuestra especie. No obstante, un estudio publicado este jueves mostraría las primeras evidencias que apuntan hacia la capacidad que tienen grupos de simios para cooperar de manera regular y sin fines oportunistas.
Esta nueva investigación es el resultado de observaciones de largo plazo de bonobos, una especie de simio que vive en la búsqueda de la República del Congo. El objetivo de los autores del estudio era profundizar sobre la evolución y origen de la cooperación más allá de los límites familiares y grupales que ha sido clave, indican los autores, para el funcionamiento de las sociedades humanas.
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Los investigadores encontraron que dos grupos de simios, a los que les hicieron seguimiento durante dos años, interactuaron y cooperaron durante largos periodos de tiempo. Esta apertura social, apunto el estudio, sugeriría la capacidad de cooperación humana puede ser más antigua de lo que se pensaba.
¿Cómo se realizó el estudio?
Usualmente, los investigadores interesados en este tema hacen observaciones de simios en cautiverio en zoológicos. No obstante, recientemente se han desarrollado estudios a través de seguimientos de largo plazo a simios en sus hábitats naturales.
De esta manera, Martin Surbeck, ecólogo conductista de Harvard, estableció en 2016 un nuevo centro de observación en la Reserva de Bonobos de Kokolopori, en el Congo. En colaboración con los habitantes de las aldeas vecinas, emprendió excursiones por los bosques en busca de bonobos.
Vale señalar que hace décadas, los primatólogos pensaba que los bonobos eran una subespecie del chimpancé, pero se han encontrado con que son dos especies son genéticamente distintas y se comportan de maneras notablemente diferentes. En ese sentido, en sus observaciones, Surbeck expresó quedar impresionado al ver cuando dos grupos de bobos se encontraron y tras algunos gritos de entusiasmos, los simios se reunieron de manera amistosa.
En particular, este encuentro no pudo ser más diferente al que ocurre entre grupos de chimpancés, los cuales usualmente son territoriales y se disputan las zonas entre grupos. “Me sentí muy privilegiado por ser testigo de este encuentro”, contó Surbeck a The New York Times.
Después de este hallazgo, Surbeck junto con colegas hicieron seguimientos a estos grupos de bonobos que llamaron: “Ekalakala” y “Kokoalongo”. En total, se registraron 95 encuentros entre los dos grupos a lo largo de dos años. Algunos duraron menos de una hora, mientras que otros duraron días. En una ocasión, los grupos de Ekalakala y Kokoalongo permanecieron juntos durante dos semanas antes de separarse.
Durante estas interacciones, los bonobos se comportaban temporalmente como un solo grupo, y sus miembros se peinaban, compartían comida y cooperaban para ahuyentar a serpientes o depredadores. A pesar de estos intercambios, los dos grupos conservaban rasgos distintos y no se encontraron pruebas de descendencia de los simios Ekalakala y Kokoalongo.
Frente a esto, Liran Samuni, experto en chimpancés del Centro Alemán de Primates de Gotinga y que participó en el estudio, señaló que los chimpancés, con sus encuentros hostiles, están tan emparentados con nosotros como los bonobos. Samuni apunta a que nuestra especie se parece a ambos linajes. Aunque los grupos humanos pueden cooperar de forma extraordinaria, también pueden organizarse para luchar.
“Yo no diría que es una cosa o la otra. Nos están enseñando conjuntamente nuestro pasado”, precisó Samuni.
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