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Un análisis genómico completo de burros modernos y antiguos revela los orígenes de este animal y su expansión a través de los continentes. Los burros domésticos (Equus asinus) han sido importantes para los humanos durante miles de años, proporcionando una fuente de trabajo y transporte de larga distancia para muchas culturas, particularmente en regiones áridas y semiáridas. (Lea Cohete espacial de Blue Origin se estrelló en Texas, Estados Unidos)
Sin embargo, aún se sabe muy poco sobre su historia, y cuándo y dónde se domesticaron es un misterio científico de larga duración. (Lea El colombiano Ronald García ganó el premio Stuart Jay Freedman en física nuclear)
Ahora, un nuevo estudio que se publica en Science revela que estas criaturas fueron domesticadas en África y de allí se extendieron como pólvora, llegando a Europa y Asia en solo unos pocos siglos. El trabajo es fruto de la colaboración entre más de 30 instituciones de varios países y ha sido liderado por investigadores de la Universidad Paul Sabatier de Toulouse.
Aunque actualmente infravalorados −probablemente debido a su pérdida de utilidad en las modernas sociedades industrializadas−, los burros siguen siendo esenciales para el desarrollo de comunidades de bajos y medianos ingresos, particularmente en los ambientes semiáridos. Comprender su historia genética es importante para evaluar su contribución a las civilizaciones humanas, pero también para mejorar su gestión en el futuro, escriben los autores.
Estudio de ADN moderno y antiguo
Los investigadores secuenciaron el genoma de 207 ejemplares modernos y 31 antiguos, incluidos 15 équidos salvajes. “Para comprender el cambio genético a lo largo del tiempo, analizamos los genomas de burros que vivieron en el pasado en una amplia región geográfica, desde Europa occidental hasta Asia central”, cuenta a SINC Evelyn Todd, investigadora de Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse CAGT y primera autora del estudio.
El equipo científico encontró fuerte evidencia de un solo evento de domesticación en África oriental hace más de 7.000 años (sobre el 5.000 a.C.). Esto fue seguido por una serie de expansiones en ese mismo continente y en Eurasia, donde las subpoblaciones finalmente se aislaron y diferenciaron.
El equipo estima que los burros se expandieron fuera de África hace al menos 4.500 años (hacia el 2.500 a.C.) y se extendieron rápidamente tanto hacia el este −por Asia−, como hacia el oeste −en Europa− en un máximo de mil años.
“Los genomas más antiguos que estudiamos procedían de Asia occidental y central y brindan evidencia de una expansión temprana de los burros fuera de África”, explica Todd.
“A través del análisis de ADN antiguo, descubrimos también la existencia de un linaje genético previamente desconocido en el Levante hace unos 2.000 años. Aunque diferente de todos los demás burros incluidos en el estudio, identificamos rastros de su legado genético en ejemplares modernos en toda Europa del Este, Asia Central y Oriental”, cuenta Todd. Los investigadores sugieren que este linaje contribuyó a aumentar la ascendencia hacia Asia.
Los burros en el Imperio Romano
La expansión de los burros, sin embargo, no siguió una única dirección y posteriormente regresó hacia África. Ya en la época romana se intercambiaban estos animales entre Europa y África a través del mar Mediterráneo. Si bien estos intercambios continuaron después del colapso del Imperio Romano, dejaron la huella genética más importante en los ejemplares modernos de África occidental.
Según describen los científicos, la cría de burros implicaba entonces la endogamia −consanguineidad− para la producción de linajes gigantes, en un momento en que las mulas eran esenciales para la economía y el ejército del Imperio Romano.
El apareamiento entre esos burros gigantes y las hembras de caballo permitía producir mulas estériles, que eran una importante fuente de trabajo animal.
Aquí, la evidencia genética se hace eco de los textos de época romana que describen que la cría selectiva de animales de estatura excepcional ya era una práctica común y un negocio lucrativo en ese momento. “Este es el poder del ADN antiguo: proporcionar datos que permitan probar hipótesis de otras fuentes históricas clásicas”, comenta Ludovic Orlando, investigador del CAGT y autor principal de la investigación.
Este trabajo aclara patrones globales de domesticación y movimientos de los burros alrededor del mundo, pero también destaca muchas direcciones para futuras investigaciones, escriben los autores.
“Mejorar el registro arqueológico africano actual nos permitirá refinar nuestra comprensión de la historia genética de estos animales y sus relaciones con los humanos a lo largo del tiempo”, concluye Todd.
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