Cráteres, cometas y luz al alcance de niños y jóvenes
El Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) desarrolló una serie de talleres con énfasis en público infantil para explicarles conceptos de las ciencias planetarias y de la astrobiología.
Agencia de Noticias U. Nacional
La actividad pedagógica inicia con los cráteres de impacto, prosigue con los cometas y concluye con una explicación sobre el espectro lumínico, explica el profesor David Tovar, del Departamento de Geociencias.
En la primera fase de la actividad se realizan diversos experimentos con una serie de bandejas en las que previamente se han dispuesto tres capas de arena de diferentes colores; sobre estas se lanzan esferas de distintos materiales para simular y evaluar su efecto en las capas que conforman la corteza terrestre.
“La idea es que, según el impacto, cada vez que las esferas sean arrojadas los niños evidencien que el material que conformaría la capa más profunda puede salir a la superficie, junto con la formación de un anillo alrededor de la zona donde cayó la esfera”, explica el docente.
Aunque en nuestro planeta no es fácil encontrar estas formaciones, el cráter Barringer, en el desierto de Arizona (EE. UU.), es un vestigio muy conocido que evidencia estos fenómenos.
Las personas que participan en la actividad también pueden observar las imágenes satelitales conocidas como “anaglifos”, cuya particularidad es que al ser coloreadas con tonos cian y rojo dan la sensación de tener tres dimensiones.
“Esta técnica fotográfica consiste en mezclar dos colores para engañar al cerebro; se trata de unas gafas con un lente rojo y otro color cian, que al usarlas dan la sensación de observar una imagen en 3D”, precisa el docente, para quien la clave está en tomar dos imágenes ligeramente desplazadas en sentidos opuestos y asignarles uno de los dos colores, al volverlas a juntar.
Astros al alcance de la mano
Como los cometas están formados esencialmente por hielo, la segunda de las actividades emplea arena y hielo seco, lo que facilita que el público pueda llevarse una idea respecto a las razones que hacen que estos cuerpos celestes formen una especie de cola compuesta por diferentes gases cada vez que se aproximan al Sol.
“A diferencia del hielo formado por agua, el hielo seco pasa inmediatamente de una fase sólida a una gaseosa, gracias a un fenómeno conocido como sublimación. La situación es muy similar a la que se produce cada vez que uno de estos cuerpos se aproxima al Sol, para el caso de nuestro sistema solar”, explica el docente.
En el taller se toman fragmentos de hielo seco que se aglomeran con arena previamente cernida, para luego conformar unas esferas y hacer que los participantes lleven un registro detallado del tiempo que podría tardar cada una de ellas en evaporarse, mientras que la cola que se forma suele ser simulada con movimientos horizontales o verticales de la persona encargada de manipularlas.
La actividad concluye con un taller en el que se explica el proceso de difracción de la luz y los colores que la conforman, a partir de conceptos aprendidos en clase o en la experiencia cotidiana relacionada con la formación natural de arco iris.
La actividad pedagógica inicia con los cráteres de impacto, prosigue con los cometas y concluye con una explicación sobre el espectro lumínico, explica el profesor David Tovar, del Departamento de Geociencias.
En la primera fase de la actividad se realizan diversos experimentos con una serie de bandejas en las que previamente se han dispuesto tres capas de arena de diferentes colores; sobre estas se lanzan esferas de distintos materiales para simular y evaluar su efecto en las capas que conforman la corteza terrestre.
“La idea es que, según el impacto, cada vez que las esferas sean arrojadas los niños evidencien que el material que conformaría la capa más profunda puede salir a la superficie, junto con la formación de un anillo alrededor de la zona donde cayó la esfera”, explica el docente.
Aunque en nuestro planeta no es fácil encontrar estas formaciones, el cráter Barringer, en el desierto de Arizona (EE. UU.), es un vestigio muy conocido que evidencia estos fenómenos.
Las personas que participan en la actividad también pueden observar las imágenes satelitales conocidas como “anaglifos”, cuya particularidad es que al ser coloreadas con tonos cian y rojo dan la sensación de tener tres dimensiones.
“Esta técnica fotográfica consiste en mezclar dos colores para engañar al cerebro; se trata de unas gafas con un lente rojo y otro color cian, que al usarlas dan la sensación de observar una imagen en 3D”, precisa el docente, para quien la clave está en tomar dos imágenes ligeramente desplazadas en sentidos opuestos y asignarles uno de los dos colores, al volverlas a juntar.
Astros al alcance de la mano
Como los cometas están formados esencialmente por hielo, la segunda de las actividades emplea arena y hielo seco, lo que facilita que el público pueda llevarse una idea respecto a las razones que hacen que estos cuerpos celestes formen una especie de cola compuesta por diferentes gases cada vez que se aproximan al Sol.
“A diferencia del hielo formado por agua, el hielo seco pasa inmediatamente de una fase sólida a una gaseosa, gracias a un fenómeno conocido como sublimación. La situación es muy similar a la que se produce cada vez que uno de estos cuerpos se aproxima al Sol, para el caso de nuestro sistema solar”, explica el docente.
En el taller se toman fragmentos de hielo seco que se aglomeran con arena previamente cernida, para luego conformar unas esferas y hacer que los participantes lleven un registro detallado del tiempo que podría tardar cada una de ellas en evaporarse, mientras que la cola que se forma suele ser simulada con movimientos horizontales o verticales de la persona encargada de manipularlas.
La actividad concluye con un taller en el que se explica el proceso de difracción de la luz y los colores que la conforman, a partir de conceptos aprendidos en clase o en la experiencia cotidiana relacionada con la formación natural de arco iris.