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Cuatro lunas de Urano podrían tener océanos profundos más allá de sus cortezas de hielo. Así lo indicó un nuevo análisis de imágenes tomadas por Voyager 2, la sonda de la NASA, que por primera vez capturó con detalle la estructura interna de Ariel, Umbriel, Titania, Oberón y Miranda (Lea también: Luna llena de mayo: cuándo se podrá ver y por qué se llama ‘Luna de flores’).
Al menos 27 lunas giran alrededor de Urano, y las cuatro más grandes van desde Ariel, con 1,160 kilómetros de ancho, hasta Titania con 1,580. Anteriormente, las otras se habían considerado demasiado pequeñas para retener el calor necesario para evitar que un océano interno se congelara.
Sin embargo, Julie Castillo-Rogez, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California (Estados Unidos), dijo que el reciente estudio busca evidencia de océanos en lugares improbables, como “muchos cuerpos en el sistema solar que podrían ser ricos en agua, pero tienen un calor interno limitado” (Lea también: Así se formaron objetos muy masivos en los primeros instantes de vida del universo).
La investigación revisó los hallazgos de los sobrevuelos de la Voyager 2 sobre Urano de la década 1980. Los autores construyeron modelos de computadora con información de otros satélites de diferentes planetas, como Encélado de Saturno, y Caronte y Ceres de Plutón.
Así, se midió la porosidad de las superficies de las lunas de Urano y se descubrió que probablemente sean lo suficientemente aisladas como para retener el calor interno que se necesitaría para albergar un océano. Además, encontraron lo que podría ser una fuente potencial de calor en los mantos rocosos, que liberan líquido caliente y ayudaría a un océano a mantener un ambiente cálido, escenario especialmente probable para Titania y Oberón.
De hecho, otra de las lunas, Miranda, también alberga características superficiales que parecen ser de origen reciente, lo que sugiere que pudo haber tenido suficiente calor para mantener un océano en algún momento. En Ariel también se encontraron evidencias de que material fluyó hacia su superficie, quizás proveniente de volcanes helados, hace relativamente poco.
Todavía hay muchas preguntas sobre las grandes lunas de Urano, dijo Castillo-Rogez, y agregó que “necesitamos desarrollar nuevos modelos para diferentes suposiciones sobre el origen de las lunas en para guiar la planificación de futuras observaciones”.