Día Internacional de los Asteroides: 114 años del bólido de Tunguska
El próximo 30 de junio se conmemora el Día Internacional de los Asteroides.
Adriana Araujo Salcedo*
Cada vez que se desea iniciar una conversación alrededor del tema de asteroides con algún experto o estudioso del tema, solo se debe mencionar la palabra Tunguska. Hace 114 años, poco después de las 7 de la mañana, un asteroide o cometa explotó sobre esa zona de Siberia, arrasando los árboles de un área de aproximadamente 2150 kilómetros cuadrados.
Dos hipótesis se manejan alrededor de dicha explosión. La primera, que un pequeño cometa pudo vaporizarse completamente por el impacto con la atmósfera de la Tierra, sin dejar rastros obvios. La segunda, y apoyada incluso por una simulación realizada por el físico Mark Boslough del Laboratorio de los Álamos, expone que el evento de 1908 pudo haber sido un asteroide, más o menos, de 45 metros. El problema con esta hipótesis es la ausencia de un cráter de impacto. Sin embargo, aunque el objeto nunca haya tocado el suelo, la onda de choque causada por la explosión, efectivamente pudo haber generado sobre una gran extensión vientos tan fuertes como los de un huracán.
El origen de los asteroides
Desde el descubrimiento de Ceres, en 1801, el gran coloso planeta enano de 945 km, tenemos conocimiento de que hay un gran espacio entre Marte y Júpiter, en el que habitan un gran número de objetos, denominados por la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) Cuerpos Menores del Sistema Solar, entre los que se encuentran los cometas y, en particular, los asteroides.
Estos últimos son objetos rocosos, generalmente opacos y cuyas órbitas giran alrededor del Sol, al igual que los planetas de nuestro Sistema Solar; de variados tamaños, parámetros dinámicos y composición geológica. Están conformados, generalmente, por una gran pila de rocas unidas, gracias a la interacción gravitacional y son fundamentales para un completo entendimiento de la formación del Sistema Solar, tal y como lo vemos actualmente.
Alrededor del estudio de los asteroides, hay varias preguntas: ¿cuál es su origen?, ¿quiénes son los progenitores? y ¿cuál es la relación que existe entre ellos y el surgimiento de la vida en la Tierra? Varias investigaciones sostienen que los compuestos orgánicos e, incluso, el agua que surgió en la Tierra fueron traídos por asteroides y cometas respectivamente. (También puede leer: Así fue como investigadores lograron recubrir el dedo de un robot con piel humana)
En una investigación reciente, investigadores tanto de la Universidad de Hokkaido en Japón y de la NASA, descubrieron en una muestra meteorítica las dos últimas bases nitrogenadas que faltaba encontrar en este tipo de muestras. Las bases nitrogenadas, como la guanina, citosina, uracilo, timina y adenina, son los pilares fundamentales de la estructura del ADN de los asteroides; esos elementos fueron congregados en dos grandes grupos como las purinas (adenina y guanina) y las piramidinas (timina, citosina y uracilo). Si bien es cierto que este estudio no significa que el material genético se haya formado en un asteroide, este descubrimiento aporta información en cuanto a que las reacciones químicas en asteroides pueden crear algunos ingredientes fundamentales para la vida, los cuales habrían sido entregados a la Tierra por impactos meteoríticos.
Ahora bien, cuando se trata de hablar o leer acerca de los asteroides, lo primero que viene a nuestra mente no es precisamente lo importante que son para comprender la evolución que ha tenido nuestro planeta sino, por el contrario, se piensa en el peligro que pueden representar estos objetos para la supervivencia de la Tierra.
Por un lado, gracias al SENTRY, un software del Laboratorio de Propulsión a Chorro de NASA (Jet Propulsion Laboratory de NASA, JPL, por sus siglas en inglés) se cuenta con un monitoreo constante de lo que se denominan objetos cercanos a la Tierra. De este tipo de objetos hasta el último reporte de SENTRY, la Tierra cuenta con más de 28.000 objetos cercanos y, hasta el momento, gracias a los resultados previos de la misión OSIRIS-REX de la NASA, se sabe que el asteroide Bennu, primero en lista de riesgo del SENTRY, cuenta con una pequeña probabilidad de impacto para el año 2182. Es decir, a pesar del gran número de objetos cercanos a nuestro planeta, no existe uno solo que, hasta el momento, represente un peligro de magnitudes ni de cambio climático ni de niveles de extinción.
Los asteroides en la Tierra
En la historia de la Tierra se han dado tres grandes eventos. Dos de ellos marcaron el antes y el después de cómo conocemos hoy en día la Tierra… El otro, ha encendido las alarmas en cuanto a que, en efecto, sí tenemos una constante amenaza por parte de estos objetos. El evento más contemporáneo es el conocido como el súper bólido de Cheliábinsk. Se denomina súper bólido a un evento astronómico visual producido por un objeto de más de un metro de diámetro y cuyo brillo es comparable con el del planeta Venus.
El objeto que irrumpió en la atmósfera el 15 de febrero de 2013 fue uno de aproximadamente 20 metros de diámetro. Este objeto explotó mientras aún estaba en el aire, y dejó a más de 1500 personas heridas ante el impacto que la onda de choque ocasionó sobre varios edificios. Adicionalmente a ello, este evento liberó una energía de aproximadamente 440 kT (kilotones) de TNT (TriniTotolueno), unas 20 veces más potente que la bomba liberada en Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
El objeto se acercó a la Tierra sin ser detectado antes de su entrada a la atmósfera, en parte por su magnitud aparente cercana a la del Sol. Basado en su dirección de entrada y velocidad de aproximadamente 19 kilómetros por segundo, investigadores de la Universidad de Antioquia determinaron que el meteoro de Cheliábinsk, aparentemente, se originó en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. (Le puede interesar: Revelan el mapa más completo de la Vía Láctea, ¿qué nos muestra?)
Eventos de esa magnitud, si bien es cierto que no ocurren todos los días, cuando se han presentado han marcado una cierta brecha entre lo que suponemos de los asteroides, pero, sobre todo, lo propensos que somos los habitantes de la Tierra a ser impactados por ellos. La reflexión que nos queda es que, en efecto, los asteroides y cometas en el espacio cercano representan una amenaza constante para nuestro planeta, y es así, que a pesar de que tenemos una gran cantidad contabilizados, categorizados y con unas órbitas bien establecidas, la dinámica de formación latente a través de colisiones entre ellos, hace que este número cambie frecuentemente.
Ante todo, esto más que un motivo de preocupación, nos invita a considerar cuáles son los planes de defensa planetaria que se tendrían ante un nuevo impacto, pero, sobre todo, el choque de un objeto de características que implique no solo la explosión de vidrios sino, además, consecuencias a nivel de cambio climático.
El próximo 30 de junio, se conmemoran 114 años del evento de Tunguska. La Universidad Sergio Arboleda y su Observatorio Astronómico; la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y su Observatorio Astronómico; el Planetario de Bogotá y el Observatorio de la Universidad de los Andes, se unen en la concientización e investigación alrededor de estos objetos. Precisamente, están organizando el Segundo Festival Colombiano del Asteroide, un evento que tendrá una agenda de actividades de investigación y divulgación alrededor del tema, con el objetivo de acercar a la comunidad y a los interesados en nutrir y tener un conocimiento integral al respecto.
*Docente del programa de Matemáticas y directora del semillero de investigación de Matemáticas y Astronomía- SAROS de la Universidad Sergio Arboleda.
👩🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬
Cada vez que se desea iniciar una conversación alrededor del tema de asteroides con algún experto o estudioso del tema, solo se debe mencionar la palabra Tunguska. Hace 114 años, poco después de las 7 de la mañana, un asteroide o cometa explotó sobre esa zona de Siberia, arrasando los árboles de un área de aproximadamente 2150 kilómetros cuadrados.
Dos hipótesis se manejan alrededor de dicha explosión. La primera, que un pequeño cometa pudo vaporizarse completamente por el impacto con la atmósfera de la Tierra, sin dejar rastros obvios. La segunda, y apoyada incluso por una simulación realizada por el físico Mark Boslough del Laboratorio de los Álamos, expone que el evento de 1908 pudo haber sido un asteroide, más o menos, de 45 metros. El problema con esta hipótesis es la ausencia de un cráter de impacto. Sin embargo, aunque el objeto nunca haya tocado el suelo, la onda de choque causada por la explosión, efectivamente pudo haber generado sobre una gran extensión vientos tan fuertes como los de un huracán.
El origen de los asteroides
Desde el descubrimiento de Ceres, en 1801, el gran coloso planeta enano de 945 km, tenemos conocimiento de que hay un gran espacio entre Marte y Júpiter, en el que habitan un gran número de objetos, denominados por la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) Cuerpos Menores del Sistema Solar, entre los que se encuentran los cometas y, en particular, los asteroides.
Estos últimos son objetos rocosos, generalmente opacos y cuyas órbitas giran alrededor del Sol, al igual que los planetas de nuestro Sistema Solar; de variados tamaños, parámetros dinámicos y composición geológica. Están conformados, generalmente, por una gran pila de rocas unidas, gracias a la interacción gravitacional y son fundamentales para un completo entendimiento de la formación del Sistema Solar, tal y como lo vemos actualmente.
Alrededor del estudio de los asteroides, hay varias preguntas: ¿cuál es su origen?, ¿quiénes son los progenitores? y ¿cuál es la relación que existe entre ellos y el surgimiento de la vida en la Tierra? Varias investigaciones sostienen que los compuestos orgánicos e, incluso, el agua que surgió en la Tierra fueron traídos por asteroides y cometas respectivamente. (También puede leer: Así fue como investigadores lograron recubrir el dedo de un robot con piel humana)
En una investigación reciente, investigadores tanto de la Universidad de Hokkaido en Japón y de la NASA, descubrieron en una muestra meteorítica las dos últimas bases nitrogenadas que faltaba encontrar en este tipo de muestras. Las bases nitrogenadas, como la guanina, citosina, uracilo, timina y adenina, son los pilares fundamentales de la estructura del ADN de los asteroides; esos elementos fueron congregados en dos grandes grupos como las purinas (adenina y guanina) y las piramidinas (timina, citosina y uracilo). Si bien es cierto que este estudio no significa que el material genético se haya formado en un asteroide, este descubrimiento aporta información en cuanto a que las reacciones químicas en asteroides pueden crear algunos ingredientes fundamentales para la vida, los cuales habrían sido entregados a la Tierra por impactos meteoríticos.
Ahora bien, cuando se trata de hablar o leer acerca de los asteroides, lo primero que viene a nuestra mente no es precisamente lo importante que son para comprender la evolución que ha tenido nuestro planeta sino, por el contrario, se piensa en el peligro que pueden representar estos objetos para la supervivencia de la Tierra.
Por un lado, gracias al SENTRY, un software del Laboratorio de Propulsión a Chorro de NASA (Jet Propulsion Laboratory de NASA, JPL, por sus siglas en inglés) se cuenta con un monitoreo constante de lo que se denominan objetos cercanos a la Tierra. De este tipo de objetos hasta el último reporte de SENTRY, la Tierra cuenta con más de 28.000 objetos cercanos y, hasta el momento, gracias a los resultados previos de la misión OSIRIS-REX de la NASA, se sabe que el asteroide Bennu, primero en lista de riesgo del SENTRY, cuenta con una pequeña probabilidad de impacto para el año 2182. Es decir, a pesar del gran número de objetos cercanos a nuestro planeta, no existe uno solo que, hasta el momento, represente un peligro de magnitudes ni de cambio climático ni de niveles de extinción.
Los asteroides en la Tierra
En la historia de la Tierra se han dado tres grandes eventos. Dos de ellos marcaron el antes y el después de cómo conocemos hoy en día la Tierra… El otro, ha encendido las alarmas en cuanto a que, en efecto, sí tenemos una constante amenaza por parte de estos objetos. El evento más contemporáneo es el conocido como el súper bólido de Cheliábinsk. Se denomina súper bólido a un evento astronómico visual producido por un objeto de más de un metro de diámetro y cuyo brillo es comparable con el del planeta Venus.
El objeto que irrumpió en la atmósfera el 15 de febrero de 2013 fue uno de aproximadamente 20 metros de diámetro. Este objeto explotó mientras aún estaba en el aire, y dejó a más de 1500 personas heridas ante el impacto que la onda de choque ocasionó sobre varios edificios. Adicionalmente a ello, este evento liberó una energía de aproximadamente 440 kT (kilotones) de TNT (TriniTotolueno), unas 20 veces más potente que la bomba liberada en Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial.
El objeto se acercó a la Tierra sin ser detectado antes de su entrada a la atmósfera, en parte por su magnitud aparente cercana a la del Sol. Basado en su dirección de entrada y velocidad de aproximadamente 19 kilómetros por segundo, investigadores de la Universidad de Antioquia determinaron que el meteoro de Cheliábinsk, aparentemente, se originó en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. (Le puede interesar: Revelan el mapa más completo de la Vía Láctea, ¿qué nos muestra?)
Eventos de esa magnitud, si bien es cierto que no ocurren todos los días, cuando se han presentado han marcado una cierta brecha entre lo que suponemos de los asteroides, pero, sobre todo, lo propensos que somos los habitantes de la Tierra a ser impactados por ellos. La reflexión que nos queda es que, en efecto, los asteroides y cometas en el espacio cercano representan una amenaza constante para nuestro planeta, y es así, que a pesar de que tenemos una gran cantidad contabilizados, categorizados y con unas órbitas bien establecidas, la dinámica de formación latente a través de colisiones entre ellos, hace que este número cambie frecuentemente.
Ante todo, esto más que un motivo de preocupación, nos invita a considerar cuáles son los planes de defensa planetaria que se tendrían ante un nuevo impacto, pero, sobre todo, el choque de un objeto de características que implique no solo la explosión de vidrios sino, además, consecuencias a nivel de cambio climático.
El próximo 30 de junio, se conmemoran 114 años del evento de Tunguska. La Universidad Sergio Arboleda y su Observatorio Astronómico; la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y su Observatorio Astronómico; el Planetario de Bogotá y el Observatorio de la Universidad de los Andes, se unen en la concientización e investigación alrededor de estos objetos. Precisamente, están organizando el Segundo Festival Colombiano del Asteroide, un evento que tendrá una agenda de actividades de investigación y divulgación alrededor del tema, con el objetivo de acercar a la comunidad y a los interesados en nutrir y tener un conocimiento integral al respecto.
*Docente del programa de Matemáticas y directora del semillero de investigación de Matemáticas y Astronomía- SAROS de la Universidad Sergio Arboleda.
👩🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬