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Un equipo internacional de genetistas y arqueólogos, dirigido por el Instituto Francis Crick (Reino Unido), ha descubierto que la ascendencia de los perros puede rastrearse hasta al menos dos poblaciones de lobos antiguos. De esta forma, estos animales domésticos estarían más emparentados con los lobos de la Edad de Hielo del este de Eurasia, que con los del oeste, según un análisis de los genomas de lobos grises de los últimos 100.000 años procedentes de Europa, Siberia y Norteamérica. (Lea: Cuando los perros y gatos son una amenaza para la biodiversidad)
“Nuestro hallazgo de que los perros están más relacionados con los lobos prehistóricos de Asia, que con los de Europa, sugiere que el proceso de domesticación habría ocurrido en algún lugar de Asia. No podemos decir con más precisión en qué lugar exacto, porque no tenemos genomas de lobos antiguos de gran parte del continente. Pero pensamos que es un paso importante para poder determinar el origen de los perros”, apunta a SINC Anders Bergström, coautor principal del trabajo que publica la revista Nature.
Para los investigadores, este trabajo supone un paso más hacia el descubrimiento del misterio de la domesticación de los perros, una de las mayores preguntas sin respuesta sobre la prehistoria humana. Los científicos pudieron detectar la selección natural a lo largo del Pleistoceno tardío, hace entre unos 129.000 y 11.700 años.
“El estudio de los genomas de los lobos antiguos nos permite entender cómo se relacionan genéticamente estos depredadores entre sí y con los perros, pero no saber cómo eran desde el punto de vista biológico. Por tanto, no podemos decir mucho sobre las características de los lobos que dieron lugar a los perros”, indica Bergström.
Lo que sí se sabe con certeza es que el lobo gris (Canis lupus) fue la primera especie que dio lugar a una población doméstica y estuvo presente en la mayor parte del hemisferio norte durante la última Edad de Hielo, cuando muchos otros grandes mamíferos se extinguieron. La domesticación se habría producido hace al menos 15.000 años.
Una secuenciación de 72 genomas de lobos antiguos
Para conocer más sobre su historia, el equipo secuenció 66 nuevos genomas de lobos antiguos de Europa, Siberia y el noroeste de América, e incluyeron cinco genomas más de lobos secuenciados previamente y un genoma de dhole —un perro salvaje originario del centro, sur, este y sureste de Asia— del Cáucaso de los últimos 100.000 años. Los restos incluyen una cabeza completa y perfectamente conservada de un lobo siberiano que vivió hace 32.000 años.
Los fósiles proceden de lobos prehistóricos previamente excavados y en el estudio participaron arqueólogos de 38 instituciones de 16 países diferentes. A continuación, nueve laboratorios de ADN antiguo colaboraron en la generación de datos de secuencias de ADN de los lobos.
“Nuestro objetivo era tomar una muestra de lobos antiguos lo más amplia posible, pero existen grandes diferencias entre las distintas partes del mundo en cuanto a la disponibilidad de estos animales, así como de su conservación del ADN. En muchos restos, simplemente no se conserva, por lo que un estudio como este implica analizar muchos fósiles diferentes y tener suerte con algunos de ellos”, añade el experto.
El hecho de que la mayoría de los genomas de lobos antiguos de este trabajo procedan de latitudes septentrionales es un reflejo de cómo el ADN se conserva mejor en climas más fríos. (Puede leer: Veterinarios piden cambiar o prohibir la cría de bulldogs ingleses por su mala salud)
Las incógnitas sobre la doble descendencia siguen abiertas
Al analizar los genomas, los investigadores descubrieron que tanto los perros primitivos como los modernos son más parecidos genéticamente a los lobos antiguos de Asia que a los de Europa, lo que sugiere una domesticación en algún lugar del este.
Sin embargo, también hallaron pruebas de que dos poblaciones distintas de lobos aportaron ADN a los perros. Los primeros del noreste de Europa, Siberia y América parecen tener un origen único y compartido con la fuente oriental. Pero los de Oriente Medio, África y el sur de Europa tendrían una ascendencia de otra fuente relacionada con los lobos de Oriente Medio, además de la fuente oriental.
Una posible explicación de esta doble ascendencia es que los lobos fueran domesticados más de una vez y que las distintas poblaciones se mezclaron. Otra posibilidad es que la domesticación se produjera una sola vez y que la doble ascendencia se deba a que estos primeros perros se mezclaran con lobos salvajes. En la actualidad no es posible determinar cuál de estas dos hipótesis se produjo.
“Gracias a este proyecto hemos aumentado enormemente el número de genomas de lobo antiguos secuenciados, lo que nos permite crear una imagen detallada de la ascendencia del lobo a lo largo del tiempo, incluso en torno a la época de los orígenes del perro”, recalca Bergström.
Selección natural y mutaciones genéticas
También descubrieron que las poblaciones de lobos estaban conectadas genéticamente a lo largo del Pleistoceno tardío, lo que probablemente se debiera a la capacidad de los lobos para desplazarse por un paisaje abierto. (Le puede interesar: Estábamos equivocados: la raza no define la personalidad de los perros)
Esta conexión entre las poblaciones de lobos permitió a los autores identificar la selección natural, concretamente el aumento de las mutaciones en el gen IFT88 hace entre 40.000 y 30.000 años, que puede haber contribuido a la supervivencia de la especie. Los rasgos del IFT88 responsables de esta ventaja de supervivencia siguen sin estar claros.
“Sabemos, por estudios en ratones y humanos, que el gen IFT88 interviene en el desarrollo del cráneo y la mandíbula. Aunque no podemos estar seguros de por qué la selección natural se dirigió a este gen en los lobos de la Edad de Hielo. Especulamos que podría haber reflejado algún tipo de adaptación morfológica, quizá en respuesta a los cambios en la disponibilidad de presas o en las estrategias de caza”, afirma Bergström.
Muchas especies de presas potenciales se extinguieron durante la Edad de Hielo. Los cambios en la morfología facial o mandibular, conferidos por las mutaciones en el IFT88, podrían haber permitido a los lobos adaptarse a las nuevas condiciones durante este período ecológicamente turbulento.
Para Pontus Skoglund, coautor principal y jefe de grupo del laboratorio de Genómica Antigua en el Crick: “Es la primera vez que los científicos han seguido directamente la selección natural en un animal grande a lo largo de una escala temporal de 100.000 años, viendo cómo se desarrolla la evolución en tiempo real, en lugar de intentar reconstruirla a partir del ADN actual”. (Lea también: ¿Cuál es realmente la esperanza de vida de un perro?)
El equipo continúa la búsqueda de un antiguo ancestro cercano del lobo de los perros, lo que podría revelar con mayor precisión dónde tuvo lugar la domesticación. Ahora se están centrando en los genomas de otros lugares no añadidos en este estudio, incluyendo regiones más meridionales.
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