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La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) señaló este miércoles (4 de octubre) que el agujero en la capa de ozono de este año sobre la Antártida alcanzó, el 16 de septiembre, un tamaño de 26 millones de kilómetros cuadrados. Esto, para tener una dimensión, es aproximadamente tres veces el tamaño de Brasil, explicó la Agencia. (Puede leer: Inversionistas propusieron sociedad a los wayús en proyectos de energías renovables)
Aunque los científicos de la ESA consideran que es muy pronto para apuntar las razones de este fenómeno, señalan que “los inusuales patrones de ozono de este año” podrían estar asociaciados a la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, ocurrida en enero de 2022.
Según explica Antje Inness, científica principal del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus (CAMS, por sus siglas en inglés), “la erupción del volcán Hunga Tonga en enero de 2022 inyectó una gran cantidad de vapor de agua en la estratosfera que sólo llegó a las regiones polares sur una vez finalizado el agujero de ozono de 2022″. (Le puede interesar: Barcos varados y desabastecimiento: así se ve la grave sequía en la Amazonia)
“El vapor de agua podría haber provocado una mayor formación de nubes estratosféricas polares, donde los clorofluorocarbonos (CFC) pueden reaccionar y acelerar el agotamiento del ozono. La presencia de vapor de agua también podría contribuir al enfriamiento de la estratosfera antártica, potenciando aún más la formación de estos terrones estratosféricos polares y dando lugar a un vórtice polar más robusto”, agregó Inness.
De acuerdo con la científica, los datos aportados por el satélite Copernicus Sentinel-5P, mostraron que el agujero de ozono de 2023 tuvo un comienzo temprano y creció rápidamente desde mediados de agosto. Para el 16 de septiembre alcanzó un tamaño de más de 26 millones de km², “lo que lo convierte en uno de los mayores agujeros de ozono jamás registrados”. (También puede leer: Hay 304 especies de anfibios en riesgo en Colombia y científicos piden protegerlas)
A pesar de las hipótesis iniciales contempladas por la ESA, la agencia destaca que aún faltan más datos más conocer el impacto exacto que pudo haber tenido la erupción del Hunga Tonga. “Esto se debe a la ausencia de casos anteriores en los que se hayan inyectado cantidades tan sustanciales de vapor de agua en la estratosfera en observaciones modernas”, concluyó la entidad.