El escarabajo descubierto en la Sierra Nevada que rinde tributo a García Márquez
Colombia es el país con mayor diversidad de pasálidos, una familia de escarabajos que juega un papel fundamental en el reciclaje de la madera en descomposición. El descubrimiento de una nueva especie en la Sierra Nevada de Santa Marta es un llamado a seguir develando los misterios de estos insectos.
Carlos Eduardo Díaz Rincón
La última conversación que tuvo Larry Jiménez Ferbans, profesor de la Universidad de Magdalena, con uno de sus maestros, el biólogo mexicano Pedro Reyes, antes de su muerte en marzo de 2018, fue sobre el nombre que deberían ponerle a una nueva especie de escarabajo pasálido que encontraron en 2014 en la estación San Lorenzo, al noroccidente de la Sierra Nevada de Santa Marta (2200 metros).
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La última conversación que tuvo Larry Jiménez Ferbans, profesor de la Universidad de Magdalena, con uno de sus maestros, el biólogo mexicano Pedro Reyes, antes de su muerte en marzo de 2018, fue sobre el nombre que deberían ponerle a una nueva especie de escarabajo pasálido que encontraron en 2014 en la estación San Lorenzo, al noroccidente de la Sierra Nevada de Santa Marta (2200 metros).
Debido a que ambos eran asiduos lectores del escritor magdalenense Gabriel García Márquez, y que minutos antes habían hablado sobre su obra en aquella llamada telefónica, decidieron nombrar al insecto en honor al Nobel de Literatura: Passalus gaboi. Aunque para Jiménez, doctor en ciencias biológicas del Instituto de Ecología de México (INECOL), fue difícil continuar con la investigación tras la muerte de su tutor, finalmente la especie fue descrita en un artículo publicado en la revista Neotropical Entomology, en el que también participó el científico brasileño Marcus Bevilaqua.
Los Passalidae (pasálidos) son una familia de coleópteros, conocidos como escarabajos de la madera debido a que se alimentan de troncos caídos. Al consumir la madera en descomposición (saproxilofagia) cumplen un papel ecológico muy importante, permitiendo el reciclaje de nutrientes en sus ecosistemas. “Estos insectos tienen microorganismos que heredan de sus padres y que están en su intestino, lo que les permite la degradación de la madera y su reincorporación a los ciclos de nutrientes”, cuenta Jiménez a El Espectador. (También puede leer: ¿Cómo responden las hormigas al aumento de la temperatura?)
En Colombia, país con mayor diversidad de pasálidos (más de 120 especies), sus poblaciones suelen aflorar en regiones selváticas, húmedas y de alta temperatura, como el Chocó biogeográfico y la Amazonía. A pesar de esto, en zonas de alta montaña, con ecosistemas aislados y de alto endemismo como la Sierra Nevada de Santa Marta, podrían haber muchas más especies desconocidas.
Jiménez Ferbans explica que, además de ser importantes para el reciclaje de nutrientes, hay varias razones por las que la ciencia tiene gran interés por este grupo de insectos. La primera es de índole biogeográfico, debido a que se encuentran en distribuciones restringidas. También hay un interés taxonómico, pues en el mundo solo se conocen poco más de mil especies y Colombia tiene más del 10 % de ellas. Los otros motivos son evolutivos, ya que es un grupo de más de 200 millones de años de antigüedad; y etológicos, debido a su sociabilidad y compleja comunicación sonora.
La descripción de Passalus gaboi, primera especie registrada del género Passalus y del subgénero Pertinax en Colombia de alas reducidas (braquíptera), plantea varios interrogantes sobre cómo pudo evolucionar esta especie en un sistema montañoso aislado de los Andes. También es un esfuerzo para dar sentido a un fenómeno muy interesante que le ocurre a los pasálidos y en concreto a esta especie: el braquipterismo. (Le puede interesar: Una flor conservada en ámbar tuvo una identidad equivocada durante 150 años)
“Resulta que cuando empezamos a subir en altitud en montaña, sobre todo en ecosistemas aislados, las especies suelen presentar una importante reducción de sus alas, lo que les impide incluso volar”, indica el biólogo, aunque recalca que esta disminución no es total, pues conservan la parte que les permite comunicarse.
“Los adultos estridulan o hacen sonidos raspando una parte del ala con una parte del abdomen, como si fuera una guacharaca, y los generan en diferentes contextos. Por ejemplo, para cortejar, el macho debe producir un sonido y la hembra debe contestar. ¿Qué sucedería si un macho ha reducido tanto sus alas que no tiene esa ‘placa’ para producir sonidos? No podrían cortejar ni reproducirse. La selección natural estaría actuando y sacaría sus genes de la población”, precisa.
La reducción de las alas en Passalus gaboi les hizo saber, tanto a Jiménez como a Reyes, que se trataba de una nueva especie. “Cuando Pedro Reyes estuvo en Santa Marta en 2014, solo se conocía una especie braquíptera de otro género en esa área de distribución. Si una especie que presenta braquipterismo está a más de 2000 metros, es difícil pensar que tenga otras poblaciones en los Andes colombianos, por la desconexión entre la Sierra Nevada y los Andes”, sostiene. Este fenómeno no solo es visible en la reducción de las alas, sino que los insectos se vuelven más redondos, cuando los pasálidos suelen tener un cuerpo alargado y aplanado.
Según indica el investigador principal, esta nueva descripción potencializa las líneas de investigación en las que colabora con los investigadores Cristian Beza y Christopher Marshall, de Estados Unidos; y Edwin Ariza, de México, que implican estudiar las razones ecológicas y genéticas de la reducción de las alas de los pasálidos y conocer el papel de los sistemas montañosos en la evolución de sus especies.
“Queremos hacer un análisis más extendido de este fenómeno, para detectar patrones a nivel taxonómico e incluir datos de ADN para determinar si hay conexión entre cambios genéticos y la reducción de las alas”, expresa Jiménez. (Puede leer: Descubren la piedra rúnica más antigua del mundo en Noruega)
Uno de los retos que persiste tiene que ver con continuar con el inventario de especies de pasálidos. La Amazonía, por ejemplo, es la segunda región más diversa, con más de 30 especies, pese a que solo se han estudiado las poblaciones de los alrededores de Leticia y el Parque Nacional Natural La Paya, en Putumayo.
Los Andes de Colombia, también tienen muchos territorios por explorar. “Si hay montañas con ecosistemas aislados, seguramente habrá especies únicas de pasálidos, así como pasa en la Sierra Nevada, en Boyacá, en Huila, en Santander, entre otros. Todas estas montañas que albergan un alto nivel de endemismo, a partir de los 1700 metros, son ecosistemas que siempre ofrecen algo nuevo. Además, tenemos el reto de documentar esa diversidad, ya que puede estar en peligro por los procesos de transformación de los ecosistemas”, concluye.
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