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Todos hemos leído la noticia de que los finlandeses son las personas más felices del mundo. Hace poco, el país fue clasificado, por séptimo año consecutivo, como el campeón de la felicidad. Pero hay un problema con esa clasificación, opinan unos investigadores que acaban de publicar un estudio sobre el tema en Nature: la pregunta que se hace para establecer la felicidad de los finlandeses (y de otras decenas de nacionalidades en diversos países) usa una metáfora que hace que la gente piense que felicidad es igual a riqueza y poder. ¿Y si estar feliz no necesariamente significa eso? (Puede ver: la asombrosa memoria de estas pequeñas aves)
La organización analítica Gallup es la encargada de medir la felicidad en todo el planeta desde 2005. El tema se ha vuelto cada vez más importante para los gobiernos del mundo: los países de la OCDE (los más ricos y desarrollados) la miden (incluso el Reino Unido tiene un panel de medidas para evaluar el bienestar de su población) y algunos otros como Bután (en el continente asiático) lo consideran el objetivo principal de su política de Estado. El ranking mundial de Gallup se basa en un concepto llamado Escalera Cantril.
Desarrollada por el psicólogo Hadley Cantril en la década de 1960, se basa en la idea de que el bienestar subjetivo puede ser evaluado mediante la autocalificación de la satisfacción con la vida en una escalera visual. Consta de una serie de escalones numerados del 0 al 10, donde cada número representa un nivel diferente de satisfacción. Las personas que participan en la evaluación colocan una “X” en el escalón que mejor refleja cómo se sienten respecto a su vida en ese momento, siendo el escalón 0 el peor y el 10 el mejor.
El problema, dicen los investigadores, está justamente en esa metáfora de la escalera. Para explicarlo y confirmarlo, los científicos realizaron un estudio con 1.600 adultos en Reino Unido, dividiéndolos en cinco grupos. A un grupo de esos se le preguntó qué representaba para ellos la parte superior de la escalera. A otro grupo se le hizo exactamente la misma pregunta, pero esta vez se eliminó la metáfora de la escalera, incluida la imagen de la escalera, y se reemplazó el término “escalera” por “escala”.
“Nuestro estudio encontró que la metáfora de la escalera hacía que las personas pensaran más en el poder y la riqueza y menos en la familia, los amigos y la salud mental. Cuando se eliminó la metáfora de la escalera, la gente todavía pensaba en el dinero, pero más en términos de “seguridad financiera” que en términos como “riqueza”, “rico” o “clase alta””, resume en The Conversation Augusto Nilsson, candidato a Doctorado en Psicología Organizacional y autor de la investigación. En otro grupo se reemplazó la frase “la mejor vida posible” con “la vida más feliz posible” y un tercer grupo lo cambió por “la vida más armoniosa”.
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Los grupos que usaron términos como felicidad y armonía tendieron a pensar menos en poder y riqueza, enfocándose más en aspectos como relaciones, equilibrio entre trabajo y vida personal, y salud mental. “¿Qué dice esto sobre los rankings de felicidad en los que Finlandia suele ser campeona? Bueno, existe el riesgo de que la clasificación se base en una forma de felicidad estrecha, orientada a la riqueza y el poder, en lugar de una definición más amplia. Esto no significa que los finlandeses sean infelices, pero el tipo de felicidad en el que destacan puede estar centrado en el poder y la riqueza”, escribe Nilsson en The Conversation.
En opinión de sus autores, los hallazgos de la nueva investigación plantean una pregunta muy interesante y es qué tipo de felicidad se quiere medir: “Las investigaciones han demostrado que cuando las personas definen la felicidad, solo mencionan la riqueza y el estatus en pequeño grado. Está bien establecido que el dinero se relaciona con el bienestar, pero el efecto del dinero es más débil que muchos otros factores de felicidad, donde las relaciones sociales de buena calidad tienen el efecto más fuerte”. Para Nilsson, los resultados indican que “no necesariamente estamos midiendo la felicidad y el bienestar de una manera que esté en consonancia con la forma en que realmente definimos esos conceptos en nuestras vidas”.