El legado que deja Enrique Forero, el botánico que abogó por la ciencia en Colombia
Este reconocido científico y exdirector de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, falleció este 5 de septiembre. Publicamos un perfil que le había hecho la periodista Lisbeth Fog.
Lisbeth Fog*
Además de ser botánico y desempeñarse como presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ACCEFYN), Enrique Forero González es, a la vez, el más solidario con la clase política y con la comunidad científica del país, y el más crítico cuando se trata de aportar en las discusiones y enderezar el camino que recorren la ciencia, la tecnología y la innovación colombianas.
Solidario porque, como presidente de la Academia desde 2013 y reelegido dos veces por sus colegas, ha logrado una mayor visibilidad del quehacer científico, ha empoderado a la Red Colombiana de Mujeres Científicas y a los jóvenes que ya llevan un primer recorrido en la investigación científica, ha fortalecido los capítulos regionales de la Academia, forma parte de diversas entidades internacionales de ciencia donde representa a Colombia y promueve proyectos que dejan huella en el país, como las actividades realizadas sobre Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas, por mencionar solo algunas de sus gestiones como dirigente gremial. (Lea El James Webb revela detalles de una de las supernovas más icónicas del universo)
Y crítico porque ha logrado posicionar a la Academia como un fuerte interlocutor en los temas de política científica, en un año en el que se aprueba la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se discute su estructura, se lanza la Misión Internacional de Sabios, existe la oportunidad de proponer y debatir una política científica de Estado —no de gobierno— y se revisan temas financieros para el sector de la investigación y la innovación científica.
Se le han escuchado frases como “Colciencias perdió el norte: hace muchas cosas y la idea es que se concentre en lo que sabe hacer bien, que es financiar la investigación”, refiriéndose al papel de esta entidad en el marco de una nueva institucionalidad que incluye al Ministerio de CTI. En un documento que publicó en 2016, luego de referirse a la importancia de la ciencia básica para la investigación en salud, en ambiente, en temas energéticos, gestión del riesgo y educación, remató: “En este contexto, aunque constantemente se dictan normas, parecen escritas para detener el desarrollo científico del país”. (Lea No coma cuento: ni hoy tiembla más ni los sismos se pueden predecir)
Sus críticas son escuchadas: es un invitado de primera fila por el mismo Colciencias, por el Congreso de la República, incluso por la propia Casa de Nariño, en tanto lleva la vocería de la comunidad científica colombiana y sabe que este es el año. Ahora o nunca.
¿Quién es Enrique Forero? Una mirada rápida
Se graduó como botánico en la Universidad Nacional de Colombia e hizo su doctorado en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, becado por el Jardín Botánico de esa ciudad, donde tuvo como maestro al botánico Ghillean T. Prance.
“Yo hice el primer estudio florístico del Bosque de las Mercedes, que queda dentro de la reserva Van der Hammen, entre 1963 y 1965″, dice, recordando la que sería la primera de muchas pesquisas que ha adelantado en su vida porque luego lideró la investigación florística del Chocó, entre 1973 y 1982. Por aquellos años también sistematizó el Herbario Nacional Colombiano y más tarde sería uno de los fundadores de la maestría en sistemática para el área de taxonomía animal y vegetal de su alma mater.
Su ‘niña consentida’, además de su hija Sandra —y ahora sus dos nietos—, ha sido la familia de las leguminosas, “porque ahí están los fríjoles, las habas y las arvejas, así que tienen una gran importancia económica, pero además porque es una de las familias más ricas en especies del mundo y en Colombia están muy bien representadas en todos los climas”, afirma.
Su curiosidad por esta familia de plantas lo llevó a formular su pregunta de investigación, que realmente fueron muchas, entre ellas: ¿qué hay en Colombia? ¿Dónde están? ¿Cómo se llaman en términos científicos y nombres comunes? ¿Para qué sirven? ¿Cómo se clasifican? ¿Cómo lucen? ¿Cómo se pueden reconocer en el campo? Y si bien no ha descrito especies nuevas de leguminosas, —aunque sí de otras familias—, 25 plantas llevan su nombre, como un homenaje que le han hecho profesores y estudiantes. El mismo Prance le dedicó una planta del Chocó que bautizó Dichapetalum foreroi.
Y entre ellas, la Calliandra o carbonero, esos pequeños árboles que producen una flor que parece una explosión de destellos rojos y se asemeja a los pomos con que las mujeres dan color a sus mejillas, ha sido su objeto de estudio. “Me dediqué a las mimosoideas en general y a Calliandra en particular, viajé por la región andina y los llanos coleccionando calliandras y publiqué varios artículos; me convertí en el especialista de las mimosoideas colombianas”.
*Este artículo fue publicado, originalmente, por la revista Pesquisa.
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Además de ser botánico y desempeñarse como presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ACCEFYN), Enrique Forero González es, a la vez, el más solidario con la clase política y con la comunidad científica del país, y el más crítico cuando se trata de aportar en las discusiones y enderezar el camino que recorren la ciencia, la tecnología y la innovación colombianas.
Solidario porque, como presidente de la Academia desde 2013 y reelegido dos veces por sus colegas, ha logrado una mayor visibilidad del quehacer científico, ha empoderado a la Red Colombiana de Mujeres Científicas y a los jóvenes que ya llevan un primer recorrido en la investigación científica, ha fortalecido los capítulos regionales de la Academia, forma parte de diversas entidades internacionales de ciencia donde representa a Colombia y promueve proyectos que dejan huella en el país, como las actividades realizadas sobre Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas, por mencionar solo algunas de sus gestiones como dirigente gremial. (Lea El James Webb revela detalles de una de las supernovas más icónicas del universo)
Y crítico porque ha logrado posicionar a la Academia como un fuerte interlocutor en los temas de política científica, en un año en el que se aprueba la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se discute su estructura, se lanza la Misión Internacional de Sabios, existe la oportunidad de proponer y debatir una política científica de Estado —no de gobierno— y se revisan temas financieros para el sector de la investigación y la innovación científica.
Se le han escuchado frases como “Colciencias perdió el norte: hace muchas cosas y la idea es que se concentre en lo que sabe hacer bien, que es financiar la investigación”, refiriéndose al papel de esta entidad en el marco de una nueva institucionalidad que incluye al Ministerio de CTI. En un documento que publicó en 2016, luego de referirse a la importancia de la ciencia básica para la investigación en salud, en ambiente, en temas energéticos, gestión del riesgo y educación, remató: “En este contexto, aunque constantemente se dictan normas, parecen escritas para detener el desarrollo científico del país”. (Lea No coma cuento: ni hoy tiembla más ni los sismos se pueden predecir)
Sus críticas son escuchadas: es un invitado de primera fila por el mismo Colciencias, por el Congreso de la República, incluso por la propia Casa de Nariño, en tanto lleva la vocería de la comunidad científica colombiana y sabe que este es el año. Ahora o nunca.
¿Quién es Enrique Forero? Una mirada rápida
Se graduó como botánico en la Universidad Nacional de Colombia e hizo su doctorado en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, becado por el Jardín Botánico de esa ciudad, donde tuvo como maestro al botánico Ghillean T. Prance.
“Yo hice el primer estudio florístico del Bosque de las Mercedes, que queda dentro de la reserva Van der Hammen, entre 1963 y 1965″, dice, recordando la que sería la primera de muchas pesquisas que ha adelantado en su vida porque luego lideró la investigación florística del Chocó, entre 1973 y 1982. Por aquellos años también sistematizó el Herbario Nacional Colombiano y más tarde sería uno de los fundadores de la maestría en sistemática para el área de taxonomía animal y vegetal de su alma mater.
Su ‘niña consentida’, además de su hija Sandra —y ahora sus dos nietos—, ha sido la familia de las leguminosas, “porque ahí están los fríjoles, las habas y las arvejas, así que tienen una gran importancia económica, pero además porque es una de las familias más ricas en especies del mundo y en Colombia están muy bien representadas en todos los climas”, afirma.
Su curiosidad por esta familia de plantas lo llevó a formular su pregunta de investigación, que realmente fueron muchas, entre ellas: ¿qué hay en Colombia? ¿Dónde están? ¿Cómo se llaman en términos científicos y nombres comunes? ¿Para qué sirven? ¿Cómo se clasifican? ¿Cómo lucen? ¿Cómo se pueden reconocer en el campo? Y si bien no ha descrito especies nuevas de leguminosas, —aunque sí de otras familias—, 25 plantas llevan su nombre, como un homenaje que le han hecho profesores y estudiantes. El mismo Prance le dedicó una planta del Chocó que bautizó Dichapetalum foreroi.
Y entre ellas, la Calliandra o carbonero, esos pequeños árboles que producen una flor que parece una explosión de destellos rojos y se asemeja a los pomos con que las mujeres dan color a sus mejillas, ha sido su objeto de estudio. “Me dediqué a las mimosoideas en general y a Calliandra en particular, viajé por la región andina y los llanos coleccionando calliandras y publiqué varios artículos; me convertí en el especialista de las mimosoideas colombianas”.
*Este artículo fue publicado, originalmente, por la revista Pesquisa.
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