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El lío con el supuesto hallazgo de un objeto que no hace parte del Sistema Solar

Un equipo de científicos anunció el sorprendente descubrimiento de un objeto que no hacía parte de nuestro Sistema Solar. Sin embargo, otros expertos piensan lo contrario, ¿por qué?

08 de septiembre de 2023 - 02:15 a. m.
Una toma de las tenues corrientes de estrellas que se crearon cuando una galaxia más pequeña chocó con la Vía Láctea y sus restos comenzaron a orbitar.
Una toma de las tenues corrientes de estrellas que se crearon cuando una galaxia más pequeña chocó con la Vía Láctea y sus restos comenzaron a orbitar.
Foto: Utkarsh Mishra, Michael Petrasko, Muir Evenden
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La semana pasada, Abraham Loeb, un astrofísico de la Universidad de Harvard en Cambridge, en Estados Unidos, anunció, junto a un equipo de científicos, un hallazgo que causó sorpresa. A través de un artículo publicado en la plataforma Arxiv, que aún no ha sido revisado por pares, el grupo aseguró que había encontrado cientos de diminutas esferas metálicas en el fondo del mar frente a la costa de Papúa Nueva, en Oceanía, que correspondían a un meteorito del espacio interestelar que había chocado contra la Tierra en 2014.

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El estudio causó sorpresa porque sería una nueva pista para comprender mejor cómo ser formaron los planetas. Sin embargo, otros investigadores vieron con cierta sospecha el artículo publicado por Loeb. Para ellos, llegar a una conclusión como la que mencionaron, requeriría medir con extrema precisión todos los aspectos de la bola de fuego que entró a la atmósfera (si es que “sobrevivió”), cosa que, al parecer, no se hizo en 2014, según le explicó Mária Hajduková, astrónoma de la Academia Eslovaca de Ciencias en Bratislava, al portal de noticias de Nature.

Hay otras razones por las que los críticos creen que hay es mejor esperar para creer esos resultados. Una de las principales tiene que ver con lo difícil que es identificar un objeto interestelar. La muestra fue lo que ocurrió en 2017, cuando astrónomos identificaron un objeto que pasaba fuera del Sistema Solar: el 1I/’Oumuamua, que capturó la atención de muchos astrónomos y astrofísicos.

Como ya habíamos contado en estas páginas, hay varias teorías sobre su origen. Para algunos, podría ser un fragmento de un cometa. Otros creen que se trata de un iceberg de hidrógeno. Unos más especulan que es un fragmento de hielo de nitrógeno de un planeta enano lejano. En todo caso, es una roca que viajó entre 4 y 12 millones de años luz desde otra estrella hasta el sistema solar

El otro objeto interestelar del que tenemos conocimiento es el 21/Borisov. Como este, millones de objetos viajan entre las estrellas y entran en nuestro sistema solar, pero observar al menos uno, por su tamaño y porque viajan a una gran velocidad, es una tarea nada fácil de cumplir.

Aunque el equipo de Loeb dice que varias de las esferas que encontraron son ricas en elementos como berilio, lantano y uranio, que, según afirman, podrían provenir de un océano de magma en un cuerpo celeste rico en hierro, no todos están de acuerdo con que esas pruebas sean suficientes. Según le explicó a Nature el cosmoquímico de la Universidad Estatal de Arizona, Larry Nittler, la abundancia de esos elementos no bastan para indicar un origen interestelar. Una mejor manera de comprobarlo, según Nittler, es el análisis de los isótopos de oxígeno en las esferas encontradas.

De acuerdo con la versión que Loeb dio a Nature, su equipo sí está planeando más análisis de las esferas encontradas en Papúa Nueva, entre los que se encuentra la evaluación de los isótopos de hidrógeno que Nittler sugirió. Por el momento, parte de la comunidad astronómica se pregunta si fue un anuncio apresurado.

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¿De dónde vienen los objetos interestelares?

Científicos han estimado que hay una gran cantidad de objetos interestelares. Si uno de ellos interactúa gravitacionalmente con otro, puede ser lanzado en una trayectoria que lo envíe a nuestro Sistema Solar, como ocurrió con ‘Oumuamua y Borisov, que creyeron ser simples cometas o asteroides y después quedaron descartados por su órbita “hiperbólica”, que delataría que no están ligados a nuestro Sol por su gravedad.

Lo más interesante de estos objetos es que pueden proporcionar mucha más información sobre la química de sistemas planetarios distantes.

Se espera que más descubrimientos puedan hacerse sobre los objetos interestelares con la inauguración del Observatorio Vera C. Rubin en Chile, que entrará en funcionamiento durante 2024. Su propósito será explorar el cielo cada tres noches para detectar más objetos interestelares.

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Sergio(27010)08 de septiembre de 2023 - 09:50 p. m.
Hace una semana? De ese refrito se lleva mas de dos meses hablando y es de un articulo escrito el año anterior, señores El Espectador no sean facilistas con lo que publican, habiendo tanta noticia en el país porque recurrir a estos rellenos que no tienen credibilidad cientifica
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