El “misterio” de Voyager 1, la nave que explora el espacio hace 45 años
Aunque todo parece estar funcionando bien, los datos que envía la nave, a más de 23.000 millones de kilómetros de la Tierra, no son coherentes. Ingenieros de la Nasa trabajan en detectar el problema.
Las naves espaciales Voyager 1 y Voyager 2 fueron lanzadas al espacio en 1977 por la Nasa. Su misión fue llegar allí a donde ningún objeto creado por la humanidad había llegado. Gracias a ellas tuvimos las primeras imágenes y detalles de las tormentas y nubes de Júpiter, de la estructura de los anillos de Saturno, además de las primeras imágenes de Urano y Neptuno. Descubrieron lunas e incluso volcanes activos en algunas de ellas (de Júpiter). Ambas naves llevan 45 años alejándose de la Tierra, llegando al espacio interestelar, a donde ninguna otra nave espacial humana ha viajado. Para lograr esto, se han superado muchos obstáculos. El último, descubierto recientemente, tiene pensativos a los ingenieros de la Nasa.
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Las naves espaciales Voyager 1 y Voyager 2 fueron lanzadas al espacio en 1977 por la Nasa. Su misión fue llegar allí a donde ningún objeto creado por la humanidad había llegado. Gracias a ellas tuvimos las primeras imágenes y detalles de las tormentas y nubes de Júpiter, de la estructura de los anillos de Saturno, además de las primeras imágenes de Urano y Neptuno. Descubrieron lunas e incluso volcanes activos en algunas de ellas (de Júpiter). Ambas naves llevan 45 años alejándose de la Tierra, llegando al espacio interestelar, a donde ninguna otra nave espacial humana ha viajado. Para lograr esto, se han superado muchos obstáculos. El último, descubierto recientemente, tiene pensativos a los ingenieros de la Nasa.
Y es que todo en la Voyager 1 (a 23.300 millones de kilómetros de nuestro planeta, desde donde la luz tarda 20 horas y 33 minutos en llegar) parece estar funcionando bien: el explorador interestelar opera normalmente, recibiendo y ejecutando comandos desde la Tierra, junto con la recopilación y devolución de datos científicos. “Pero las lecturas del sistema de control y articulación de actitud (AACS) de la sonda no reflejan lo que realmente está sucediendo a bordo”, dice la Nasa. El AACS es el instrumento que controla la orientación de la nave especial, en especial la dirección de la antena de alta ganancia de la Voyager 1, que tiene que apuntar con precisión a la Tierra, para poder e enviar los datos de su misión.
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“Todos los signos sugieren que el AACS sigue funcionando, pero los datos de telemetría que devuelve no son válidos. Por ejemplo, los datos pueden parecer generados aleatoriamente o no reflejan ningún estado posible en el que podría estar”, dice la Nasa. Es decir, aunque todo indica que la antena sigue en la orientación correcta (su señal no se ha perdido o debilitado, por ejemplo), los datos que llegan de la nave indican, por alguna razón, que no es así. A la extraña situación se suma que el problema no ha activado ningún sistema de protección contra fallas a bordo, diseñado para poner a la nave espacial en “modo seguro”, lo que daría tiempo a los ingenieros de identificar qué está ocurriendo.
“Un misterio como este es más o menos normal en esta etapa de la misión”, dijo Suzanne Dodd, gerente de proyecto de las Voyager 1 y 2, citada por la Nasa. Dodd explica que la nave se encuentra ahora en el espacio interestelar, un entorno de alta radiación. “Así que hay algunos grandes desafíos para el equipo de ingeniería. Pero creo que si hay una forma de resolver este problema, nuestro equipo la encontrará”. Si encuentran eso que está fallando, Dodd cree posible resolverlo mediante cambios de software.
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La Nasa recuerda que no es la primera vez que las Voyager presentan algún inconveniente: “en 2017 los propulsores principales de la Voyager 1 mostraron signos de degradación, por lo que los ingenieros cambiaron a otro conjunto de propulsores que se habían utilizado originalmente durante los encuentros planetarios de la nave espacial. Esos propulsores funcionaron, a pesar de haber estado sin usar durante 37 años”. A pesar de que los ingenieros apagaron hace ya muchos años varios subsistemas y calentadores, lo hicieron para reservar energía para instrumentos científicos. La Nasa cree que es posible que las Voyager sigan enviando datos útiles hasta alrededor de 2025, aunque incluso se trabaja para alargar ese tiempo.
Hay algunos datos interesantes para entender la dimensión de esta misión. Cada nave Voyager consta de 65.000 piezas individuales. Ambas naves habían devuelto a la Tierra un total de cinco billones de bits de datos científicos al finalizar el encuentro con Neptuno, en 1989, en lo que fue el primer acercamiento de la humanidad al octavo planeta del sistema solar. Esto representa suficientes bits para llenar más de siete mil CD de música. Como dato curioso, ambos vehículos llevan, cada uno, un disco de oro con escenas y sonidos de la Tierra como la lluvia, volcanes, terremotos, pájaros, etc, además de saludos en diferentes idiomas