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Todos conocemos las llamaradas solares. Esas emisiones brillantes, transitorias y de múltiples longitudes de onda que se originan en regiones activas del Sol y que tienen la capacidad de, no solo generar auroras boreales en todo el mundo, sino también de impactar y dañar las comunicaciones, los sistemas de navegación satelital y las redes eléctricas, como ya lo ha vivido la Tierra en el pasado. Básicamente, son eventos que liberan grandes cantidades de energía en forma de radiación electromagnética. Sin embargo, hay unas llamaradas solares que aún no conocemos, las llamadas superllamaradas.
Sabemos que ocurren en otros soles y que pueden liberan energías inmensas. Para que se haga una idea, una superllamarada puede equivaler a millones de veces la energía que consume toda la humanidad en un solo año. En otras palabras, puede liberar más energía en unos pocos minutos que toda la energía utilizada por la Tierra en miles de años. Los científicos no saben, sin embargo, si nuestro Sol puede producir llamaradas tan intensas o con qué frecuencia podrían ocurrir. Un grupo de investigadores arrojó algunas respuestas.
En un estudio publicado en Science investigaron las mediciones de brillo de 56.000 estrellas similares a nuestro Sol observadas por el telescopio espacial Kepler. “No podemos observar el Sol durante miles de años”, explicó el Prof. Dr. Sami Solanki, director del MPS y coautor, sobre la idea básica de la investigación. “Sin embargo, podemos observar el comportamiento de miles de estrellas muy similares al Sol durante cortos períodos de tiempo. Esto nos ayuda a estimar la frecuencia con la que se producen las superllamaradas”, añadió. Identificaron casi 3000 superllamaradas estelares brillantes con energías similares. Concluyeron que la tasa de ocurrencia es de aproximadamente una superllamarada por estrella por siglo. Si nuestro Sol se comporta como las estrellas en esta muestra, entonces podría producir superllamaradas a una tasa similar.
Para llegar a esa conclusión, los científicos solo admitieron estrellas cuya temperatura superficial y brillo fueran similares a los del Sol. ”Nos sorprendió mucho que las estrellas similares al Sol sean propensas a llamaradas superrápidas tan frecuentes”, dijo el primer autor, el Dr. Valeriy Vasilyev.
El nuevo estudio no revela cuándo se puede presentar esa llamarada en nuestro Sol, pero los resultados instan a la cautela. “Los nuevos datos son un duro recordatorio de que incluso los fenómenos solares más extremos forman parte del repertorio natural del Sol”, afirma la coautora, la Dra. Natalie Krivova. En 1859, una de las tormentas solares más violentas de los últimos 200 años colapsó en gran parte del norte de Europa y Norteamérica. Según las nuevas estimaciones hechas por los científicos en este estudio, esa llamarada asociada liberó solo una centésima parte de la energía de una superllamarada.
Para los investigadores, esto demuestra que la preparación más importante para hacer frente a fuertes tormentas solares es una previsión fiable y a tiempo. A partir de 2031, la sonda espacial Vigil de la ESA contribuirá a esta tarea. Desde su posición de observación en el espacio, observará el Sol de lado y detectará antes que las sondas terrestres cuándo se están gestando en nuestra estrella procesos que podrían provocar un clima espacial peligroso.
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