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Durante años se ha creído que una buena noche descanso ayudaba a limpiar las toxinas del cerebro. No obstante, un nuevo estudio reveló que esta explicación científica podría ser errónea.
“Parecía una idea de premio Nobel”, afirmó Nick Franks, catedrático de biofísica y anestesia del Imperial College de Londres y codirector del estudio, a The Guardian.“Si no se duerme, fallan muchas cosas: no se recuerdan las cosas con claridad, la coordinación mano-ojo es mala. La idea de que el cerebro realice estas tareas básicas durante el sueño parece tener sentido”.
Aun así, la nueva investigación publicada este martes en la revista Nature Neuroscience plantea que durante el sueño y al estar bajo anestesia el movimiento de fluidos en el cerebro se reduce significativamente, y por ende, el funcionamiento del sistema de eliminación de desechos.
Pero, ¿cómo llegaron a esta conclusión? Los investigadores usaron tinta fluorescente para estudiar el funcionamiento del cerebro de los ratones. A través de resonancia magnéticas, los científicos observaron qué tan rápido se movían los colorantes desde las cavidades llenas de líquido (conocidas como ventrículos) a otras regiones cerebrales, y a qué velocidad eran eliminados.
El estudio encontró que la eliminación del colorante se redujo en un 30 % en ratones dormidos, y hasta un 50 % en aquellos bajo anestesia, en comparación a los resultados cuando se encontraban despiertos.
“El campo se ha centrado tanto en la idea del aclaramiento como una de las razones clave por las que dormimos, y por supuesto nos sorprendió mucho observar lo contrario en nuestros resultados”, precisó Franks a The Guardian. “Descubrimos que la tasa de eliminación del colorante del cerebro se reducía significativamente en los animales dormidos o anestesiados”.
Por su parte, otra de las conclusiones del estudio la alta efectividad de limpieza cerebral cuando una persona está despierta y activa.
Estos resultados son relevantes para la investigación de enfermedades como la demencia, como vínculos cada vez más certeros que entre la falta de sueño y el riesgo de Alzheimer. En particular, algunos investigadores han planteado la hipótesis de que no dormir lo suficiente significaría que el cerebro no limpiaba de manera eficiente las toxinas. Estos hallazgos ponen en duda esta explicación.
“La interrupción del sueño es un síntoma común que experimentan las personas que viven con demencia. Sin embargo, aún no sabemos si se trata de una consecuencia o de un factor impulsor de la progresión de la enfermedad. Es muy posible que dormir bien ayude a reducir el riesgo de demencia por razones distintas a la eliminación de toxinas”, concluye Bill Wisden, director interino del Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido en el Imperial College de Londres y coautor principal, a The Guardian.
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