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Tres instituciones de Alemania se unieron para descubrir las ruinas de una estructura construida hace 10 mil años. El hallazgo se llevó a cabo en el mar Báltico, y se cree que podría tratarse de uno de los más grandes de Europa hasta el momento.
De manera más puntual, investigadores de la Universidad de Kiel, la Universidad de Rostock y el Instituto Leibniz fueron hasta la bahía de Mecklenburg con drones y barcos submarinos para registrar la estructura, a la que llamaron Blinkerwall. En las imágenes obtenidas, se puede ver su compleja composición: sumergida a 21 metros, tiene 1.673 piedras de al menos un metro de largo que tienen una distancia considerable entre sí, de al menos 90 metros. De hecho, fue ese posicionamiento tan predeterminado el que le confirmó a los científicos que no se trataba de una formación natural, sino de una construcción hecha por seres humanos.
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“Sin embargo, el descubrimiento de estas características es un desafío y requiere enfoques interdisciplinarios entre la arqueología y las geociencias marinas”, se lee en el estudio publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Interpretaciones posteriores han dado pistas de que los autores podrían haber sido cazadores del Neolítico, un largo periodo en el que investigadores han sugerido durante muchos años que surgieron prácticas como la agricultura y el pastoreo. Por eso, los científicos alemanes creen que Blinkerwall pudo haber estado en tierra firme hace 10 mil años y servir para esos mismos propósitos, específicamente para la caza de renos, hasta que se inundó hace más de 8 mil años, momento en el que gran parte de Europa sufrió constantes inundaciones por el aumento del nivel del mar.
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Los investigadores concluyen que, de cualquier manera, Blinkerwall “representa una de las estructuras de caza artificiales más antiguas documentadas en la Tierra y se encuentra entre las estructuras de la Edad de Piedra más grandes conocidas en Europa”. En trabajos futuros, el equipo espera indagar más sobre las estrategias de subsistencia y los patrones de movilidad que tenían las antiguas comunidades cazadoras que antes habitaban el mar Báltico Occidental cuando era tierra firme.