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Es posible que algunos padres no estén midiendo o respondiendo adecuadamente a las temperaturas elevadas en los niños, sugiere una nueva encuesta realizada en Estados Unidos.
Incluso, uno de cada tres daría medicamentos para reducir la fiebre de sus hijos, lo cual no es recomendado según la Encuesta nacional del Hospital CS Mott Children sobre Salud Infantil, de la Universidad de Salud de Michigan.
La mitad de los padres también usaría medicamentos si la fiebre estuviera entre 100.4 y 101.9 grados, y una cuarta parte de los padres probablemente administraría otra dosis para evitar que la alta temperatura regrese (Lea también: Reforma a la salud: parece que seguimos atrapados en los años 90).
“A menudo, los padres se preocupan de que su hijo tenga fiebre y quieren hacer todo lo posible para reducir su temperatura. Sin embargo, es posible que no sepan que, en general, la solución principal es mantener a su hijo cómodo”, dijo Susan Woolford, codirectora de la encuesta y pediatra de Mott.
Incluso, según Woolford, algunos padres pueden apresurarse a darle medicamentos a sus hijos de inmediato cuando sería mejor que la fiebre siga su curso. “Por lo general, bajar la temperatura de un niño no ayuda a curar su enfermedad más rápido”, mencionó la codirectora. Sin embargo, si un recién nacido o un bebé menor de tres meses tiene fiebre, se debe consultar inmediatamente a un profesional de la salud, agrega Woolford.
El informe reunió 1376 respuestas de padres de niños menores de 12 años encuestados entre agosto y septiembre de 2022, en el que dos de cada tres padres dicen que están muy seguros de saber si su hijo necesita medicamentos para reducir la fiebre. Sin embargo, poco más de la mitad entienden cómo pueden cambiar las lecturas de temperatura según el método de medición que utilizan.
Y ese método es importante según Woolford, ya que puede afectar la precisión de los resultados. La investigación señala que, por ejemplo, el método más comúnmente utilizado para tomar la temperatura consta de un escaneo de frente o boca, mientras que menos de una sexta parte usa métodos del oído, la axila o el recto.
La medición correcta
Los termómetros remotos en la frente o dentro del canal auditivo pueden ser precisos si se usan correctamente. Pero las lecturas de la frente pueden ser inexactas, aseguró Woolford, si el escáner se coloca demasiado lejos o si la frente del niño está sudorosa. Con los termómetros de oído, que no se recomiendan para recién nacidos, el cerumen también puede interferir con la lectura (No se pierda: Inseguridad alimentaria puede incrementar el deterioro cognitivo en adultos mayores).
Para bebés y niños pequeños, las temperaturas rectales son más precisas. Una vez que los niños pueden sostener un termómetro en la boca cerrada, las temperaturas orales también son precisas, mientras que las temperaturas de las axilas son el método menos preciso.
“Independientemente del dispositivo utilizado, es importante que los padres revisen las instrucciones para asegurarse de que el método sea apropiado para la edad del niño y que el dispositivo esté colocado correctamente al medir la temperatura”, dijo Woolford.