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Un grupo de investigadores le está apostando a una estrategia para poder recolectar nuevas pistas sobre la evolución. Se trata de elaborar una serie de máquinas basadas en animales extintos hace décadas, como el caso de los Tyrannosaurus Rex.
En los resultados, publicados en la revista Science Robotics, los investigadores aseguraron que la robótica de inspiración paleolítica puede dar pistas sobre cómo los cambios en la anatomía han afectado la forma en que los animales se mueven, su velocidad y la cantidad de energía que emplean.
Michael Ishida, doctor de la Universidad de Cambridge y coautor del artículo, explicó que, por medio de una serie de impresiones 3D, de ahora en adelante podrán simular “esos millones de años de evolución en un solo día de esfuerzo de ingeniería”.
Uno de los ejemplos que cuenta el doctor para explicar la estrategia es el de un equipo que trabaja en cómo ciertas especies de peces, como los saltarines del fango, lograron desarrollar la capacidad de “caminar” sobre la tierra.
Ahora, con los artefactos elaborados con robótica, este grupo de investigadores podrá tener una idea más clara sobre “qué tipo de presiones evolutivas, o qué tipo de mecánica, comenzaron a obligar a los peces a desarrollar estas diferentes anatomías que serían útiles en la tierra”.
El siguiente paso, dice el doctor Ishida, es avanzar hacia la construcción del cuerpo entero de los animales y no enfocarse únicamente en una parte específica de su cuerpo. “Analizar una sola pata no es suficiente para entender realmente cómo caminaba un animal de cuatro patas”, anota.
Aunque en los últimos años se han adelantado otras series de estrategias para “revivir” animales extintos, como las simulaciones por computadora, a los ojos de Ishida la elaboración de robots tiene una ventaja, pues estos artefactos “pueden colocarse en entornos de la vida real para comprender mejor los datos de la especie”.
Por eso, dice Ishida, con estos robots se pueden ayudar a responder algunas incógnitas, como por ejemplo cómo los vertebrados pasaron de vivir en entornos acuáticos a vivir en la tierra, cómo evolucionó el vuelo y cómo ciertos animales pasaron de caminar en cuatro patas a caminar en dos.
Para Ishida, “comprender estos grandes cambios no es algo que se pueda hacer fácilmente simplemente mirando los restos fosilizados” y añade que “podrían ayudar a explorar la anatomía de animales de los que solo se conocía una parte de sus fósiles”.
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