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En diciembre de 2021, el cadáver de un pez colosal se encontró flotando frente a la costa de la isla de Faial en el archipiélago portugués de las Azores en el Océano Atlántico Medio. El animal medía alrededor de 3,6 metros de alto y alrededor de 3,5 metros de largo. Pesaba 2,744 kilogramos o aproximadamente 3 toneladas, lo que es equivalente al peso de una camioneta mediana.
Las autoridades locales recogieron el pesado cadáver y lo llevaron de regreso al puerto para que pudiera ser estudiado adecuadamente, según un comunicado de la Asociación Naturalista del Atlántico, una organización de investigación y conservación sin fines de lucro con sede en la isla de Faial. (También puede leer: Las mujeres investigadoras son citadas menos que los hombres, ¿por qué?)
Un grupo de investigadores realizó una necropsia del animal y detalló sus resultados en la revista Journal of Fish Biology. El animal fue descrito como un “espécimen majestuoso” por el autor principal del nuevo estudio, José Nuno Gomes-Pereira, biólogo marino, y se cree que es el pez óseo más grande que se ha descubierto. Más del 90% de los peces tienen esqueletos óseos y, por lo tanto, entran en esta categoría. Esto los diferencia de los tiburones, rayas y algunos peces que tienen esqueletos cartilaginosos.
El último pez óseo registrado cerca de ese tamaño fue una hembra de la misma especie capturada en Japón en 1996 que pesaba alrededor de 2,300 kilogramos. La especie es el pez luna que, generalmente, sí podría llegar a este tamaño gigante. El individuo que se encontró en las Azores “no es un individuo anormal cuyo tamaño extremo se deba a una mutación genética”, dijo Gomes-Pereira a The New York Times. “Esta especie puede llegar a este tamaño. Finalmente logramos pesar y medir uno. Hay más de estos monstruos por ahí”, agregó. (Le puede interesar: En Santander encuentran un hongo que protegería al cacao de un metal tóxico)
Los peces luna reciben su nombre no por la forma de su cuerpo circular, sino porque toman el sol en la superficie del océano, que los científicos creen que es la forma en que se recalientan después de largas inmersiones en aguas frías y oscuras en busca de alimento, según el comunicado.
Aunque el examen del pez no permitió determinar su edad exacta, los investigadores estiman que tenía al menos 20 años. Gomes-Pereira cree que este pez en particular pudo haber muerto por causas distintas a las naturales. Mientras lo examinaba, notó una gran contusión en un lado de la cabeza del animal. Esto pudo haber sido una señal de que el pez fue golpeado por un bote, que andaba por las Azores.
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