Expedientes médicos de astronautas revelan los efectos en la salud de misiones espaciales
Científicos construyen la mayor base de datos de expedientes médicos para conocer el efecto de los viajes espaciales en el cuerpo humano. Esta nueva información podría brindar información valiosa para futuras misiones espaciales de mayor duración.
Un nuevo banco de información médica de astronautas que se han embarcado en misiones espaciales busca arrojar más detalles sobre cómo afectan los vuelos espaciales al cuerpo humano, y si es posible enviar, en un futuro cercano, a más civiles no entrenados al espacio de manera segura.
Conocida como Atlas Médico y Ómico Espacial (SOMA, por sus siglas en inglés), se trata de una colección de registros de miles de muestras de sangre y de tejidos, así como de información detallada del estado de salud de astronautas tanto en su tiempo fuera de órbita como después de su regreso a la Tierra.
Desde hace años, se sabe que los vuelos espaciales tienen ciertos efectos en la salud de los astronautas. Por ejemplo, se ha estudiado la perdida de densidad ósea y de masa muscular debido a la falta de gravedad, así como los altos niveles de radiación en el espacio que pueden causar daños celulares y en el ADN, con repercusiones en el organismo.
“El Atlas incluye, en ese sentido, amplios perfiles moleculares y fisiológicos que abarcan conjuntos de datos que revelan algunas características coherentes en todas las misiones, como cambios en las citocinas, elongación de los telómeros y cambios en la expresión genética, así como respuestas moleculares específicas de cada misión y específicos de cada tejido”, explican los creadores de la base de datos.
Estos factores podrían explican por qué los astronautas son más propensos a desarrollar enfermedades cardiacas en etapas posteriores de su vida, y por qué algunos han reportado un empeoramiento de su visión después de su estadía en el espacio.
Esta base de datos incluye información de misiones a la Estación Espacial Internacional y el primer vuelo espacial totalmente civil, el Inspiration4 de SpaceX en 2021. Sobre estos viajes, el repositorio tiene información sobre daños en el ADN así como cambios en la actividad genética y el funcionamiento del sistema inmunitario de las personas, conocidos colectivamente como biomarcadores.
“Los biomarcadores no siempre se traducen en algo clínicamente significativo, pero es una buena manera de empezar a entender cómo nos afecta este entorno único”, afirmó, a The New Scientist, Damian Bailey, experto de la Universidad de Gales del Sur (Reino Unido).
Una de las primeras conclusiones que ha dejado el análisis de base de datos se centró en la misión de SpaceX, cuya tripulación consistía en civiles no entrenados. En este caso, a pesar de que se presentaron cambios en ciertos biomarcadores durante la misión que duró cuatro días, estos volvieron a la normalidad después de algunos de meses de estar en la tierra. Esto sugeriría que enviar a civiles al espacio, sin entrenamiento, no representa un mayor riesgo de salud que mandar a un astronauta entrenado.
Por su parte, también se encontró que la actividad genética de las mujeres regresa a la normalidad más rápido que en el caso de los hombres. Según los autores del estudio, esto se debe a la capacidad de sus cuerpos para adaptarse a los cambios del embarazo, que se traduciría una capacidad para resistir el estrés de los viajes espaciales.
Se espera que en los próximos meses se hagan más análisis para complementar la información ya disponible, lo cual puede ser valioso para conocer las repercusiones de los vuelos espaciales de larga duración. “Cualquier cosa que conduzca a misiones de mayor duración, es más importante saber qué está pasando y, en el mejor de los casos, abordarlo”, explicó Thomas Smith, del King’s College de Londres, a The New Scientist.
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Un nuevo banco de información médica de astronautas que se han embarcado en misiones espaciales busca arrojar más detalles sobre cómo afectan los vuelos espaciales al cuerpo humano, y si es posible enviar, en un futuro cercano, a más civiles no entrenados al espacio de manera segura.
Conocida como Atlas Médico y Ómico Espacial (SOMA, por sus siglas en inglés), se trata de una colección de registros de miles de muestras de sangre y de tejidos, así como de información detallada del estado de salud de astronautas tanto en su tiempo fuera de órbita como después de su regreso a la Tierra.
Desde hace años, se sabe que los vuelos espaciales tienen ciertos efectos en la salud de los astronautas. Por ejemplo, se ha estudiado la perdida de densidad ósea y de masa muscular debido a la falta de gravedad, así como los altos niveles de radiación en el espacio que pueden causar daños celulares y en el ADN, con repercusiones en el organismo.
“El Atlas incluye, en ese sentido, amplios perfiles moleculares y fisiológicos que abarcan conjuntos de datos que revelan algunas características coherentes en todas las misiones, como cambios en las citocinas, elongación de los telómeros y cambios en la expresión genética, así como respuestas moleculares específicas de cada misión y específicos de cada tejido”, explican los creadores de la base de datos.
Estos factores podrían explican por qué los astronautas son más propensos a desarrollar enfermedades cardiacas en etapas posteriores de su vida, y por qué algunos han reportado un empeoramiento de su visión después de su estadía en el espacio.
Esta base de datos incluye información de misiones a la Estación Espacial Internacional y el primer vuelo espacial totalmente civil, el Inspiration4 de SpaceX en 2021. Sobre estos viajes, el repositorio tiene información sobre daños en el ADN así como cambios en la actividad genética y el funcionamiento del sistema inmunitario de las personas, conocidos colectivamente como biomarcadores.
“Los biomarcadores no siempre se traducen en algo clínicamente significativo, pero es una buena manera de empezar a entender cómo nos afecta este entorno único”, afirmó, a The New Scientist, Damian Bailey, experto de la Universidad de Gales del Sur (Reino Unido).
Una de las primeras conclusiones que ha dejado el análisis de base de datos se centró en la misión de SpaceX, cuya tripulación consistía en civiles no entrenados. En este caso, a pesar de que se presentaron cambios en ciertos biomarcadores durante la misión que duró cuatro días, estos volvieron a la normalidad después de algunos de meses de estar en la tierra. Esto sugeriría que enviar a civiles al espacio, sin entrenamiento, no representa un mayor riesgo de salud que mandar a un astronauta entrenado.
Por su parte, también se encontró que la actividad genética de las mujeres regresa a la normalidad más rápido que en el caso de los hombres. Según los autores del estudio, esto se debe a la capacidad de sus cuerpos para adaptarse a los cambios del embarazo, que se traduciría una capacidad para resistir el estrés de los viajes espaciales.
Se espera que en los próximos meses se hagan más análisis para complementar la información ya disponible, lo cual puede ser valioso para conocer las repercusiones de los vuelos espaciales de larga duración. “Cualquier cosa que conduzca a misiones de mayor duración, es más importante saber qué está pasando y, en el mejor de los casos, abordarlo”, explicó Thomas Smith, del King’s College de Londres, a The New Scientist.
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