Exploración lunar: lo que viene tras el primer alunizaje de una empresa privada
Este jueves se realizó por primera vez un alunizaje liderado por una empresa privada, en lo que es paso adelante en un modelo para mejorar la conexión entre la Luna y la Tierra. ¿Qué implica esta hazaña para la exploración espacial?
Alrededor de las seis de la tarde del pasado jueves (22 de febrero), a más de 384,400 kilómetros de distancia de la Tierra, un módulo lunar descendía a la superficie de la Luna con un objetivo histórico: ser la primera misión privada en alunizar —de manera controlada— llevando consigo una carga de equipos científicos con los que se buscará seguir estudiando el satélite terrestre.
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Alrededor de las seis de la tarde del pasado jueves (22 de febrero), a más de 384,400 kilómetros de distancia de la Tierra, un módulo lunar descendía a la superficie de la Luna con un objetivo histórico: ser la primera misión privada en alunizar —de manera controlada— llevando consigo una carga de equipos científicos con los que se buscará seguir estudiando el satélite terrestre.
La expectativa era enorme, pues de los cinco módulos de aterrizaje robotizados enviados a la Luna en el último año, solo dos alunizaron con éxito. Estos últimos fueron enviados por las agencias espaciales nacionales de la India y de Japón; aunque esta última —con la misión del módulo SLIM— reportó una falla en el motor de su módulo, que provocó que este aterrizara al revés.
Lo cierto es que llegar a la Luna ha demostrado ser una tarea difícil. Un ejemplo de esto es lo ocurrido con el módulo Luna 25, enviado por la Agencia Espacial Federal de Rusia (Roscosmos), que se estrelló en agosto de 2023 luego de que sus motores no se apagaran correctamente mientras maniobraba en la órbita, previo al aterrizaje, lo que lo puso en rumbo de colisión con la Luna. Un final similar tuvo el módulo HAKUTO-R, de una firma privada japonesa, que se estrelló en abril del año pasado contra la superficie lunar luego de que su software de navegación se confundiera y comenzara el descenso, a pesar de que estaba a más de cinco kilómetros de altura. Cuando se quedó sin combustible, cayó a gran velocidad.
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Así las cosas, la esperanza de un alunizaje exitoso por parte de Odysseus, un módulo de más de dos toneladas construido por la empresa Intuitive Mahchines y que tenía el objetivo de aterrizar en el polo sur de Luna, eran altas. La nave llevaba consigo seis paquetes de la NASA, la agencia espacial estadounidense, que buscan consolidar las condiciones para asegurar futuras visitas humanas al satélite terrestre, y, más adelante, estancias largas en la Luna. Entre ellos hay instrumentos que buscan probar la eficacia de sistemas de navegación y aterrizaje, así como pruebas para estudiar objetos astronómicos con el análisis de ondas de radio.
El módulo también transportaba cargas comerciales pagadas por privados, como equipos para probar tecnología de un observatorio astronómico lunar, una cámara para fotografiar su misión, así como una serie de esculturas del artista estadounidense, Jeff Koons.
Con este equipaje, Odysseus descendió hacia la superficie lunar. La nave encendió sus motores e inició una serie de maniobras automatizadas en las que se reorientó al evaluar los cráteres y rocas que había debajo para navegar hacia el lugar previsto para el aterrizaje. A la hora programada de su aterrizaje hubo, inicialmente, silencio. Había tensión, pues se detectó el funcionamiento defectuoso de los telémetros láser que debían ayudar a guiar su viaje autónomo hasta la superficie lunar. A través de la transmisión oficial se observó al equipo revisar los datos telemétricos de lo que ocurría a miles de kilómetros de distancia, tras la esperada pérdida de comunicaciones tras el aterrizaje. Posteriormente, con la voz calmada de su director de vuelo, se confirmó que el equipo había aterrizado exitosamente, lo que causó el júbilo del equipo y los entusiastas de la exploración espacial en la Tierra.
“Tras solucionar los problemas de comunicación, los controladores de vuelo han confirmado que Odysseus está en posición vertical y comienza a enviar datos. En estos momentos, estamos trabajando para enviar las primeras imágenes de la superficie lunar”, indicó la firma encargada de la misión, tras el aterrizaje.
Por el momento, el equipo de la compañía estadounidense analiza la información específica del vehículo (su latitud y longitud), su estado general de salud y su orientación). Esta información será entregada en una conferencia este viernes, en la que se darán más detalles sobre la misión, que hace parte del programa de Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar de la NASA. Esta iniciativa contrata servicios de transporte capaces de enviar pequeños módulos robóticos y vehículos de exploración lunar con los objetivos de exploración, utilización de recursos y ciencia lunar. Pare este caso, la NASA pagó a Intuitive Machines 118 millones de dólares para desarrollar Odysseus, lo que supone una fracción del coste de una misión interplanetaria típica. Lo que significaría una reducción de los costos en la exploración espacial.
En ese sentido, la nave aterrizó cerca del cráter Malapert A, a unos 300 kilómetros del polo sur lunar. Se trata de un punto en el que la NASA está interesada, pues contendría hielo que podría proporcionar combustible y otros recursos a futuros exploradores humanos en la Luna.
Se espera que la nave envíe las primeras imágenes desde la superficie lunar pocas horas después del aterrizaje, todo esto dependiendo del éxito de las comunicaciones. Después, se cesarán las operaciones debido a la falta de energía solar en el lugar de aterrizaje. Si las cargas científicas de Odysseus superan con éxito la comprobación, podrían recoger datos durante un máximo de siete días.
“Por primera vez en la historia de la humanidad, una empresa privada lidero una misión que llegó a la Luna. Esta hazaña es un paso gigante adelante para toda la humanidad”, expresó Bill Nelson, presidente de la NASA.
Hacia una mejor conexión entre la Luna y la Tierra
Con el éxito de este alunizaje para 2024, se tienen programadas varias misiones de empresas privadas a la Luna. Entre estas están dos de la compañía Intuitive Machines, en la que se utilizará el mismo módulo que hizo historia el pasado jueves. Por su parte, Astrobiotic, quien lideró una misión fallida llamada Peregrine, lo intentará de nuevo con el módulo Griffin encargado de llevar un módulo lunar para la exploración lunar. Además, la empresa Firefly Aerospace, lo intentará también con otra nave diferente.
En el mundo, la empresa japonesa detrás del módulo HAKUTO-R, buscará una revancha en la Luna en un par de meses. Por otra parte, la agencia nacional de China lanzará, en los próximos meses, la misión Chang´e 6, que espera desplegar una nueva gama de módulos robotizados en la Luna.
Según indicó en declaraciones públicas el director de Intuitive Machines, Steve Altumus, el objetivo de estas misiones es establecer un servicio de transporte regular entre la Luna y la Tierra, tanto para actores públicos y privados. Esto podría beneficiar a investigadores en países como Colombia.
Como explica Mario Armando Higuera, director del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional, “los aportes financieros de empresas privadas al desarrollo de tecnologías y a la exploración espacial no solo permiten fortalecer los grandes proyectos nacionales, sino que abren nuevos escenarios comerciales, industriales y en un futuro turísticos que por el momento no son prioritarios para las agencias espaciales de los diferentes países.”
“Colombia, a nivel del Estado, se encuentra en el proceso de activar una agenda que fortalezca el desarrollo de tecnologías espaciales (como satélites de la FAC) y las ciencias del espacio (convocatorias del Ministerio de Ciencias). Simultáneamente, en varias universidades colombianas, semilleros y grupos de investigación se encuentran desarrollando prototipos de instrumentos basados en el desarrollo espacial. Igualmente, se han constituido corporaciones y empresas tipo spin-off para desarrollar prototipos. Se requiere una integración entre los diferentes actores colombianos: la academia, el estado, la industria y la sociedad”, concluye Higuera.
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