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Este lunes 17 de marzo falleció, a los 77 años, Francisco Julián Betancourt Mellizo, profesor de la Universidad Nacional que durante casi cinco décadas se dedicó a la docencia. El físico, egresado de esa misma institución educativa, es reconocido por haber fundado, en 1984, el Museo de la Ciencia y el Juego (MCJ), el primer museo interactivo del país, el segundo de Sudamérica y el tercero de América Latina.
“Este espacio se convirtió en un referente nacional e internacional que inspiró la creación de otros museos en Colombia, promoviendo la educación científica a través de metodologías lúdicas e interactivas que han inspirado a generaciones de estudiantes y profesionales en el campo museológico”, indica un comunicado del equipo de trabajo de Betancourt.
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El profesor, además, fue el creador, director y redactor de la revista Museolúdica, publicada por el MCJ, la cual se destacó por ser una de las pocas que dedicaba su contenido a la museología. Betancourt fue miembro del programa de ciencia para niños denominado “Cuclí-Cuclí”, de Colciencias, e hizo parte del Comité científico asesor del Parque Explora de Medellín. También se desempeñó como secretario ejecutivo de la la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe (RedPOP), fortaleciendo así la colaboración regional en la divulgación científica.
A lo largo de su carrera, Betancourt obtuvo varios reconocimientos. En 1989 y 1990 fue ganador de la Mención de Honor del Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar. Años más tarde, en 1997, por la iniciativa del MCJ, obtuvo el Primer Premio Latinoamericano de Popularización de la Ciencia y la Tecnología, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la RedPOP. En 2002 también recibió el Premio Nacional al Mérito Científico en Divulgación de la Ciencia de la Acac.
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Ante la noticia de su muerte, su equipo expresó que “su legado perdurará en las instituciones culturales y educativas de Colombia, donde su enfoque innovador en la enseñanza de las ciencias y su pasión por el conocimiento seguirán inspirando a futuras generaciones”.
Las apuestas educativas del MCJ, agregan sus colegas, permitió que los colombianos se acercaran a la ciencia como “eje transformador de sus realidades”. De hecho, a través de su agencia de noticias, la Universidad Nacional resaltó el trabajo de Betancourt en los departamentos Putumayo y Amazonas, así como su labor con población vulnerable de Bogotá en proyectos del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez (Idipron) y colegios públicos de estratos bajos de la capital.
Una de sus apuestas más recordadas es “Las maletas del museo”, que surgió hacia el año 2005 ante las dificultades de llevar la ciencia y la tecnología a lugares apartados como los de la Amazonia. Entonces, Betancourt diseñó una maleta que llenó de cartillas, carteles y juegos que funcionaban como “miniexposiciones” para los niños. Según la U. Nacional, el programa ha llegado a, por lo menos, 600 municipios del país.
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El historiador y profesor de la Universidad Nacional, Óscar Calvo Isaza, por su parte, también publicó en su cuenta de X un mensaje en honor al físico: “Julián hizo parte de un amplio movimiento educativo que buscó vitalizar el amor al conocimiento (...) Sobre todo, quiso llevarlo a las calles, pasearlo por los parques, que subiera a los buses y estuviera en maletas viajeras, que fuera parte de lo cotidiano en un país que vivía en medio de tantas guerras y desigualdades”.
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