Hombre descubrió extraña cicatriz en Australia con Google Earth. Ya sabemos qué es
Mientras buscaba cavernas usando la plataforma, un espeleólogo encontró una particular “cicatriz”. Con ayuda de varios científicos determinaron qué la había causado.
Un científico australiano que estudia las cavernas se llevó una gran sorpresa mientras buscaba este tipo de accidentes naturales utilizando Google Earth. Mientras recorría virtualmente la llanura de Nullarbor, una zona remota y seca en el sur de Australia, notó una gran cicatriz en la tierra que se extendía a lo largo de varios kilómetros.
Para ser más precisos, la cicatriz tenía unos 11 kilómetros de largo y su ancho variaba entre los 160 y 250 metros. Además, tenía unas marca cicloidales para las cuales el espeleólogo, como se conoce a quienes estudian las cavernas, no encontraba respuestas.
Ante las inquietudes que le despertaron las imágenes, el hombre, del cual no se conoce su identidad, buscó la ayuda de otros científicos. Uno de ellos, el geógrafo Matej Lipar, reconoció en un texto para The Conservation, que la cicatriz también le generó bastante intriga, por lo que emprendió una investigación para encontrar respuestas.
Lo primero que hizo Lipar fue ubicar la cicatriz de manera precisa. Utilizando Google Earth determinó que “se extiende desde Australia Occidental hasta Australia Meridional. Se encuentra a 20 kilómetros al norte del ferrocarril transaustraliano y a 90 kilómetros al este-noreste de Forrest, un antiguo asentamiento ferroviario”.
Por las marcas cicloidales, el geógrafo intuía que la cicatriz había sido ocasionada por un tornado. Sin embargo, no había registros de un evento de este tipo para la zona. Tras analizar imágenes satélites del lugar a lo largo de varios años, Lipar llegó a la conclusión que el tornado debía haber ocurrido entre el 16 y el 18 de noviembre de 2022.
“Junto a la cicatriz aparecieron patrones circulares azules que indicaban la existencia de charcos de agua asociados a fuertes lluvias”, agregó el científico en su texto en The Conversation. El siguiente paso fue viajar hasta la zona para adelantar varias pruebas.
Con las pruebas en terreno e información meteorológica que logró recabar en internet, Lipar pudo concluir que efectivamente la cicatriz había sido ocasionado por un tornado. En los resultados de su investigación, que fue publicada en la revista académica Journal of Southern Hemisphere Earth Systems Science, el científico entregó más detalles del evento.
Por ejemplo, el tornado alcanzó vientos de más de 200 kilómetros por hora y duró entre siete y 13 minutos. Además, se movía en sentido de las agujas y se desplazó de oeste a este, lo que coincide con un frente de frío que se registró en la región. Sin embargo, no se registraron daños materiales, pues esta no es una zona habitada.
“Este fascinante descubrimiento en la llanura de Nullarbor demuestra lo poderosa e impredecible que puede ser la naturaleza, a veces sin que nos demos cuenta”, agregó Lipar en The Conversation. Gracias a este trabajo, los investigadores determinaron que otros tres tornados se habían registrado en esta región, todos en noviembre.
Además, remarcaba la importancia de las imágenes satelitales para identificar y analizar fenómenos meteorológicos en lugares remotos, así como para prepararse para un próximo acontecimiento de este tipo.
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Un científico australiano que estudia las cavernas se llevó una gran sorpresa mientras buscaba este tipo de accidentes naturales utilizando Google Earth. Mientras recorría virtualmente la llanura de Nullarbor, una zona remota y seca en el sur de Australia, notó una gran cicatriz en la tierra que se extendía a lo largo de varios kilómetros.
Para ser más precisos, la cicatriz tenía unos 11 kilómetros de largo y su ancho variaba entre los 160 y 250 metros. Además, tenía unas marca cicloidales para las cuales el espeleólogo, como se conoce a quienes estudian las cavernas, no encontraba respuestas.
Ante las inquietudes que le despertaron las imágenes, el hombre, del cual no se conoce su identidad, buscó la ayuda de otros científicos. Uno de ellos, el geógrafo Matej Lipar, reconoció en un texto para The Conservation, que la cicatriz también le generó bastante intriga, por lo que emprendió una investigación para encontrar respuestas.
Lo primero que hizo Lipar fue ubicar la cicatriz de manera precisa. Utilizando Google Earth determinó que “se extiende desde Australia Occidental hasta Australia Meridional. Se encuentra a 20 kilómetros al norte del ferrocarril transaustraliano y a 90 kilómetros al este-noreste de Forrest, un antiguo asentamiento ferroviario”.
Por las marcas cicloidales, el geógrafo intuía que la cicatriz había sido ocasionada por un tornado. Sin embargo, no había registros de un evento de este tipo para la zona. Tras analizar imágenes satélites del lugar a lo largo de varios años, Lipar llegó a la conclusión que el tornado debía haber ocurrido entre el 16 y el 18 de noviembre de 2022.
“Junto a la cicatriz aparecieron patrones circulares azules que indicaban la existencia de charcos de agua asociados a fuertes lluvias”, agregó el científico en su texto en The Conversation. El siguiente paso fue viajar hasta la zona para adelantar varias pruebas.
Con las pruebas en terreno e información meteorológica que logró recabar en internet, Lipar pudo concluir que efectivamente la cicatriz había sido ocasionado por un tornado. En los resultados de su investigación, que fue publicada en la revista académica Journal of Southern Hemisphere Earth Systems Science, el científico entregó más detalles del evento.
Por ejemplo, el tornado alcanzó vientos de más de 200 kilómetros por hora y duró entre siete y 13 minutos. Además, se movía en sentido de las agujas y se desplazó de oeste a este, lo que coincide con un frente de frío que se registró en la región. Sin embargo, no se registraron daños materiales, pues esta no es una zona habitada.
“Este fascinante descubrimiento en la llanura de Nullarbor demuestra lo poderosa e impredecible que puede ser la naturaleza, a veces sin que nos demos cuenta”, agregó Lipar en The Conversation. Gracias a este trabajo, los investigadores determinaron que otros tres tornados se habían registrado en esta región, todos en noviembre.
Además, remarcaba la importancia de las imágenes satelitales para identificar y analizar fenómenos meteorológicos en lugares remotos, así como para prepararse para un próximo acontecimiento de este tipo.
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