Tendones de animales y caña: las sofisticadas armas que se usaron hace 10.000 años
En una cueva ubicada en España encontraron la primera evidencia del uso de madera de olivo en la construcción de armas.
Poco después de la aparición de las primeras sociedades humanas, pequeños grupos que se asentaban temporalmente en un lugar y sobrevivían por medio de la caza, se empezó a registrar el uso de armas para conseguir alimento.
Rocas, lanzas y otros elementos con punta eran utilizados para cazar a las presas y alimentarse. Con el tiempo, esos artefactos se fueron volviendo cada vez más sofisticados.
Un estudio publicado recientemente en la revista Scientific Reports encontró la primera evidencia del uso de arcos y flechas en un punto conocido como la Cueva de los Murciélagos. Esta evidencia data del Neolítico temprano, un período que se caracterizó por la aparición de estrategias de agricultura y ganadería, y que tuvo lugar hace unos 10.000 años.
Para las autoras de este estudio, la relevancia de estos hallazgos no se encuentra solo en que se trate de la primera evidencia, sino en la impresionante sofisticación con la que parecían construir sus armas los humanos que habitaron ese lugar.
“Estos restos de arquería demuestran las habilidades técnicas y la experiencia de las primeras sociedades agrícolas del sur de Iberia (donde ahora es España). Estas comunidades aplicaron sus conocimientos a la adquisición y transformación de diversas materias primas, lo que requería un profundo conocimiento de las propiedades de los materiales orgánicos y las técnicas necesarias para convertirlos en productos útiles”, se lee en el artículo.
Para construir sus arcos, según demuestran los restos encontrados y analizados, utilizaron una gran variedad de materiales. Caña, madera de olivo y tendones de animales son algunos de los que destacan. De acuerdo con las autoras, esta es la primera vez que se encuentra madera de olivo en este tipo de armas, un material que se caracteriza por su densidad, resistencia y durabilidad, pero al mismo tiempo por su flexibilidad.
“La falta de otras evidencias de la madera de olivo en la producción de flechas es probablemente un reflejo de su distribución geográfica natural, que no coincide con las ubicaciones geográficas de la mayoría de los sitios arqueológicos donde se ha encontrado evidencia de tiro con arco”, señalan las autoras. La Cueva de los Murciélagos, que se encuentra en Granada, España, sí es un punto de distribución natural del árbol de olivo (Olea europea, por su nombre científico).
Otro aspecto que da cuenta del conocimiento de los materiales y la capacidad de construcción técnica de hace 10.000 años en este lugar es que el olivo tiene a tener ramas rectas. “Probablemente aprovecharon la forma y el diámetro originales de los tallos/ramas perfectamente rectos, sin nudos y con una cierta relación peso/longitud”, señala el artículo, con el fin de tener que hacer menos correcciones durante el proceso de fabricación del arco.
Finalmente, la investigación también detalla el uso de tendones de animales, que se trenzaban para formar cuerdas resistentes y flexibles para el lanzamiento de las flechas. “La identificación de las cuerdas retorcidas de la Cueva de los Murciélagos como tendones animales de al menos tres taxones diferentes ( Capra spp., Sus spp. y Capreolus capreolus, como se conocen científicamente) es coherente con el registro faunístico del yacimiento. El material encontrado a lo largo de las campañas recientes muestra un predominio en términos de biomasa de caprinos domésticos. El jabalí y el ciervo también estaban presentes en la cueva, junto con el conejo y la liebre, y algunas aves como la perdiz, documentando actividades cinegéticas”, escriben en su investigación.
El uso de las armas hace 10.000 años
Lejos de ser solo un material para la caza, las armas que se utilizaban hace 10.000 años han reportado otras finalidades. Aunque eran muy buenas para conseguir alimentos, la evidencia científica revisada para la investigación también reporta usos, por ejemplo, en la violencia cuerpo a cuerpo.
Esto indica que las armas empezaron a sofisticarse no solo con el fin de cazar con mayor facilidad, sino para emplearlas en guerras y otro tipo de enfrentamientos.
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Poco después de la aparición de las primeras sociedades humanas, pequeños grupos que se asentaban temporalmente en un lugar y sobrevivían por medio de la caza, se empezó a registrar el uso de armas para conseguir alimento.
Rocas, lanzas y otros elementos con punta eran utilizados para cazar a las presas y alimentarse. Con el tiempo, esos artefactos se fueron volviendo cada vez más sofisticados.
Un estudio publicado recientemente en la revista Scientific Reports encontró la primera evidencia del uso de arcos y flechas en un punto conocido como la Cueva de los Murciélagos. Esta evidencia data del Neolítico temprano, un período que se caracterizó por la aparición de estrategias de agricultura y ganadería, y que tuvo lugar hace unos 10.000 años.
Para las autoras de este estudio, la relevancia de estos hallazgos no se encuentra solo en que se trate de la primera evidencia, sino en la impresionante sofisticación con la que parecían construir sus armas los humanos que habitaron ese lugar.
“Estos restos de arquería demuestran las habilidades técnicas y la experiencia de las primeras sociedades agrícolas del sur de Iberia (donde ahora es España). Estas comunidades aplicaron sus conocimientos a la adquisición y transformación de diversas materias primas, lo que requería un profundo conocimiento de las propiedades de los materiales orgánicos y las técnicas necesarias para convertirlos en productos útiles”, se lee en el artículo.
Para construir sus arcos, según demuestran los restos encontrados y analizados, utilizaron una gran variedad de materiales. Caña, madera de olivo y tendones de animales son algunos de los que destacan. De acuerdo con las autoras, esta es la primera vez que se encuentra madera de olivo en este tipo de armas, un material que se caracteriza por su densidad, resistencia y durabilidad, pero al mismo tiempo por su flexibilidad.
“La falta de otras evidencias de la madera de olivo en la producción de flechas es probablemente un reflejo de su distribución geográfica natural, que no coincide con las ubicaciones geográficas de la mayoría de los sitios arqueológicos donde se ha encontrado evidencia de tiro con arco”, señalan las autoras. La Cueva de los Murciélagos, que se encuentra en Granada, España, sí es un punto de distribución natural del árbol de olivo (Olea europea, por su nombre científico).
Otro aspecto que da cuenta del conocimiento de los materiales y la capacidad de construcción técnica de hace 10.000 años en este lugar es que el olivo tiene a tener ramas rectas. “Probablemente aprovecharon la forma y el diámetro originales de los tallos/ramas perfectamente rectos, sin nudos y con una cierta relación peso/longitud”, señala el artículo, con el fin de tener que hacer menos correcciones durante el proceso de fabricación del arco.
Finalmente, la investigación también detalla el uso de tendones de animales, que se trenzaban para formar cuerdas resistentes y flexibles para el lanzamiento de las flechas. “La identificación de las cuerdas retorcidas de la Cueva de los Murciélagos como tendones animales de al menos tres taxones diferentes ( Capra spp., Sus spp. y Capreolus capreolus, como se conocen científicamente) es coherente con el registro faunístico del yacimiento. El material encontrado a lo largo de las campañas recientes muestra un predominio en términos de biomasa de caprinos domésticos. El jabalí y el ciervo también estaban presentes en la cueva, junto con el conejo y la liebre, y algunas aves como la perdiz, documentando actividades cinegéticas”, escriben en su investigación.
El uso de las armas hace 10.000 años
Lejos de ser solo un material para la caza, las armas que se utilizaban hace 10.000 años han reportado otras finalidades. Aunque eran muy buenas para conseguir alimentos, la evidencia científica revisada para la investigación también reporta usos, por ejemplo, en la violencia cuerpo a cuerpo.
Esto indica que las armas empezaron a sofisticarse no solo con el fin de cazar con mayor facilidad, sino para emplearlas en guerras y otro tipo de enfrentamientos.
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