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En el último año hemos visto cómo la ciencia –hasta ahora pensada como algo extraño que se hacía en unos cuantos laboratorios con unos cuantos científicos– se ha hecho más visible que nunca. La pandemia mostró los beneficios de compartir el conocimiento y la información: se desarrollaron nuevas tecnologías en tiempo récord, se crearon comités científicos para asesorar a los gobiernos, vacunas, ventiladores, pruebas. Ahora se ve en todas partes.
Hoy, la Unesco publica un informe, titulado “The race against time for smarter development” (La carrera contrarreloj hacia la meta de un desarrollo más inteligente), que presenta las tendencias mundiales en materia de gobernanza científica. Además de mostrar los datos relativos al gasto en ciencia en el mundo, el personal científico y la proporción de publicaciones y patentes, el informe también busca evaluar los progresos logrados en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esta edición, redactada por 70 autores de 52 países, viene con un mensaje contundente: estamos en una carrera contra el tiempo para impulsar un desarrollo más inteligente. Aunque muchos países han adoptado políticas nacionales para cumplir con los ODS antes del 2030, “aún no estamos tan avanzados como deberíamos”, señala.
La ciencia, la tecnología y la innovación se han convertido en sinónimo de economías competitivas en años recientes. Eso ha hecho también que el gasto en investigación haya aumentado globalmente, pasando del 1,73 % del PIB en 2014, al 1,79 % en 2018. Sin embargo, cerca del 80 % de los países continúan gastando menos del 1 % de su PIB en esta materia. “El paisaje científico sigue siendo un paisaje de las grandes potencias”, afirma el documento. Los países del G20, siguen acaparando casi todo. Tienen el 89 % de los investigadores, el 93 % del gasto en investigación y el 90 % de las publicaciones científicas.
Otro de los puntos que señala el reporte es que ha aumentado la densidad de investigadores. Entre el 2014 y el 2018 el grupo de investigadores creció tres veces más rápido (13,7 %) que la población mundial (4,6 %). Y son las economías de bajos ingresos las que han experimentado un crecimiento más acelerado en la cantidad de investigadores desde 2014, pero todavía representan solo el 0,2% de los investigadores del mundo. Actualmente América Latina tiene 1,03 investigadores por cada mil trabajadores, pero la “fuga de cerebros” sigue siendo un problema crónico para muchos países.
Además, la participación en la ciencia sigue siendo muy desigual. En el 2018 las mujeres representaron uno de cada tres investigadores (33 %). Aunque han logrado la paridad (en números) en las ciencias de la vida en varios países, representan solo una cuarta parte de los graduados en ingeniería y el 40 % de los de ciencias de la computación. En el campo de la Inteligencia Artificial (IA), solo el 22 % de los profesionales son mujeres. La ironía, señala el informe, es que estos campos no solo están impulsando la “Cuarta Revolución Industrial”, sino que también se caracterizan por una escasez de habilidades.
¿Sobre qué se está publicando?
En el mundo, la producción anual de publicaciones científicas aumentó un 21% entre 2015 y 2019. La IA y la robótica son uno de los campos de investigación de mayor crecimiento en el mundo en los últimos cinco años. La salud, por su parte, representa cerca de un tercio de las publicaciones científicas globales. La sostenibilidad, en cambio, está lejos de ser el foco predominante. Mientras que en 2019 se hicieron cerca de 147.806 publicaciones científicas sobre IA, solo 2.500 fueron de captura y reserva de carbono (a pesar de que necesitamos urgentemente eliminar más carbono de la atmósfera para limitar el calentamiento global). El campo de las energías sostenibles tampoco ha sido suficientemente explorado, ya que en 2019 representó únicamente el 2,5% de las publicaciones mundiales.
“A nivel global, no hay suficiente investigación en cómo limitar los impactos del cambio climático”, señala el informe. Por ejemplo, la investigación sobre cultivos preparados para el clima, alcanzó solo el 0,02 de publicaciones científicas en el mundo entre 2012 y 2019.
Según el documento, los países en desarrollo son los que, proporcionalmente, publican más sobre temas de sostenibilidad (y resultan ser también los más afectados por el cambio climático). “Para alcanzar nuestros ODS, la inversión no solo debe ser digitalmente inteligente, sino también ecológicamente inteligente”, señala el informe, que insiste en que todavía queda un largo camino por recorrer para que la ciencia pueda aportar todo su potencial al desarrollo sostenible.
“Es indispensable una ciencia mejor dotada; la ciencia debe ser menos desigual, más cooperativa y por lo tanto más abierta. En efecto, los desafíos actuales– ya sea relacionados con los cambios climáticos, la pérdida de la biodiversidad, el declive de la salud del océano o las pandemias– son hoy planetarios, y, por lo tanto, precisan movilizar a científicos e investigadores del mundo entero”, asegura Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO.
La cooperación internacional está creciendo
La lucha contra el COVID-19 dio un inesperado aliento colectivo. Cada vez es más evidente ver cómo los científicos están colaborando con colegas internacionales. Esta colaboración es un buen augurio para la investigación de retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las enfermedades infecciosas. En 2011 el 18,6% de las investigaciones eran compartidas con coautores internacionales. Específicamente para 2019, cerca del 23,5% de publicaciones globales incluían coautores de a menos dos países. Un aumento frente a 2011 (18,6%) y 2015 (21,7%).
Por regiones, América Latina el 40% de publicaciones son compartidas con autores internacionales. En el Caribe el 71%, Norte América el 41%, la Unión Europea 46% y China 23%. Aunque las mejoras son evidentes y en los últimos cinco años la cooperación científica ha progresado, el informe señala que a nivel global solo una de cada cuatro publicaciones es el resultado de estos esfuerzos colaborativos.
Durante 2017-2019, la colaboración científica internacional fue mayor en geociencias (34,4% de las publicaciones) y otras ciencias ambientales (31,6%), seguidas de biología animal y vegetal (30,3%), física y astronomía (27,9%) y TIC, matemáticas y estadísticas (23,8%).
¿Cómo está Colombia?
Según el informe de la UNESCO, la intensidad de la investigación en Colombia ha ido en caída desde el 2015, aunque el número de investigadores en el país va en aumento. Esto ha generado un panorama poco común: pese a que se ha reducido la cantidad de financiamiento por investigador, la producción científica en el país creció en un 52% entre 2015 – 2019, con 3.690 publicaciones y una tasa de crecimiento del 1,94% en el mismo periodo.
Por otro lado, el informe resalta que la ciencia de la sostenibilidad está surgiendo como un foco de investigación en la región latinoamericana, y que Colombia es un buen ejemplo de eso. El programa Colombia Bio, que lleva expediciones científicas a lugares que habían sido poco explorados, principalmente por temas de conflicto armado, “está enriqueciendo el escaso registro taxonómico y fomenta una cultura de respeto por la biodiversidad”, señala.
Además, Colombia se encuentra en el top 15 de países con mayor tasa de crecimiento en publicaciones científicas sobre inteligencia artificial y robótica entre 2012 y 2019, y también uno de los países que más ha incrementado sus investigadores por millón de habitantes.