La colombiana que trabaja para el regreso de los humanos a la Luna
Sara Rengifo fue reconocida con el Space Flight Awareness Trailblazer Award, un galardón entregado por los astronautas de la NASA a quienes protegen su seguridad en el espacio. Lidera los laboratorios en donde se garantiza el éxito de los viajes espaciales.
Paula Casas Mogollón / @PauCasasM
Sara Rengifo era curiosa y bastante inquieta. Esa “rebeldía” le costó varios problemas que se vieron reflejados en su desempeño en las materias del colegio, menos en matemáticas y física. Eran las únicas asignaturas que conseguían atraer toda su atención. Resolvía los problemas de manera ágil, sin complicaciones. Esas complejas ecuaciones la llevaron a enamorarse completamente de la ingeniería mecánica. (Lea: Colombiana es premiada por la NASA por garantizar seguridad de los astronautas en el espacio)
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Sara Rengifo era curiosa y bastante inquieta. Esa “rebeldía” le costó varios problemas que se vieron reflejados en su desempeño en las materias del colegio, menos en matemáticas y física. Eran las únicas asignaturas que conseguían atraer toda su atención. Resolvía los problemas de manera ágil, sin complicaciones. Esas complejas ecuaciones la llevaron a enamorarse completamente de la ingeniería mecánica. (Lea: Colombiana es premiada por la NASA por garantizar seguridad de los astronautas en el espacio)
Desde su pregrado en la Universidad Eafit, de Medellín, Sara se ha enfocado en la tribología. Muy pocas personas en Colombia, y en el mundo, se han dedicado a entender cómo funciona esta rama de la ciencia que estudia la fricción entre dos cuerpos en movimiento.
En palabras más sencillas, analiza los cuerpos que se frotan, deslizan o giran unos contra otros, como por ejemplo, los pistones, rodamientos o las muelas cuando masticamos. En relación con ese movimiento relativo, la tribología indaga la fricción, la lubricación y el desgaste.
Aunque poco se conoce sobre esta ciencia, es fundamental en varias industrias, como en la automotriz, la aeronáutica o incluso la medicina. Pero, ¿cómo funciona? Un ejemplo sencillo y fácil de entender es el del carro. Dentro de él hay un motor que está acompañado de varios sistemas mecánicos y está compuesto de un sinfín de piezas que, continuamente, están en contacto y en constante movimiento. Sí este motor es utilizado con frecuencia, esas piezas sufren un desgaste por la fricción, que es la fuerza que se opone al movimiento. Entonces, la tribología estudia esa fricción y busca una posible solución para evitar el desgaste. Los diferentes tipos de lubricantes ya sean sólidos o líquidos, en este caso en particular, podrían ser la respuesta. (Puede leer: La colombiana que une al mundo con un satélite de la NASA)
Pero esta es una solución que no es viable en todos los tipos de sistemas. Algunos no están diseñados para andar con lubricantes líquidos, como los artefactos creados para funcionar en el espacio. Para ello, con ayuda de la tribología, se desarrollan otros recubrimientos que promuevan bajos coeficientes de fricción y funcionen como lubricantes; un ejemplo de esto son los llamados lubricantes sólidos. Estos activan sus propiedades de lubricación mediante el desprendimiento de los enlaces atómicos, permitiendo así el movimiento y disminuyendo la fricción.
El conocimiento y dominio en esta ciencia le abrió a Sara, hace tres años, las puertas de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA). En busca de un trabajo, Sara aplicó a la convocatoria que ofrecía un portal de trabajos de Estados Unidos (USA Jobs) para ser parte de la agencia. Presentó una serie de pruebas y una entrevista.
La autoridad y la superioridad con las que trató el tema convencieron a los directivos de la NASA. Por eso ahora lidera, en el Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA, los laboratorios de Tribología y Metrología, en donde se trabajan los temas más importantes para garantizar el éxito de los viajes espaciales.
“En el primero nos encargamos de hacer los estudios de fricción, lubricación y desgaste de materiales. Inspeccionamos partes que se rozan y están bajo algún movimiento. Mientras que en el segundo analizamos las medidas de alta precisión, como diámetros, o corroboramos tolerancias, y, además, se verifica que los datos estén acordes con la información de los planos y diseños”, explicó la antioqueña de 33 años. (Le puede interesar: El par de colombianas que está arrasando con los premios de física)
Los proyectos que lidera Sara en los laboratorios se dividen en dos fases. La primera es de diseño, construcción y desarrollo. Aquí se prueban los materiales y las diferentes partes de la nave. Luego, cuando ya está en funcionamiento, se hacen otras pruebas en la que los ingenieros aeroespaciales se aseguran de que todo esté en perfectas condiciones.
Para la NASA fallar no es una opción, por eso su principal objetivo es reducir, cada vez más, el margen de error. Para la agencia espacial es fundamental la seguridad. Un tema que, según cuenta Sara, es demasiado delicado en la ciencia. “En la agencia tenemos una regla de oro. Todos los empleados, sin importar el rango ni la labor que desempeñen, estamos en la obligación de hablar cuando consideramos que algo o alguien está en riesgo”, añade.
Sara, desde sus laboratorios, se ha encargado de garantizar la seguridad de los astronautas en el espacio. Su compromiso fue recientemente reconocido con el premio Space Flight Awareness Trailblazer Award, un galardón que es entregado directamente por los astronautas. La agencia, además, destacó la capacidad de la colombiana para identificar soluciones en vuelos espaciales.
Este premio la tomó por sorpresa. Ese día, a la entrada del edificio, estaban algunos de sus jefes esperándola para felicitarla. Ella, desorientada, no entendía el porqué. Cuando entró a su oficina se enteró de la noticia.Emocionada, cuenta que fue un momento muy conmovedor en el que no pudo evitar las lágrimas. “De verdad uno se siente que es parte de este cuento, que sí estoy aportando mi grano de arena para la misión de volver a llegar a la Luna o de ir por primera vez a Marte”, destaca. (Puede leer: Las colombianas que quieren desnudar los secretos del universo)
Además de liderar los laboratorios de Tribología y Metrología, Sara hace parte del proyecto Space Launch System, conocido por ser el cohete que llevará al humano a la Luna en 2024. En la misión participa en la cápsula que transportará a los astronautas dentro del cohete, conocida como Orión; y de Lunar Landers, que es la encargada de garantizar su alunizaje.
Cuenta que su trabajo no es fácil, principalmente porque está involucrada en investigaciones que nadie nunca ha hecho o de las cuales poco se sabe o no hay referencias. “Tenemos que hacerles pruebas a materiales que nunca han sido probados, diseños que nunca han sido diseñados. Tenemos una maquinaria con capacidades que nunca han sido creadas”, dice.
A pesar de estos retos, Sara asegura que se siente completamente enamorada de lo que hace. Su sueño de trabajar en la agencia espacial más grande e importante del mundo ya lo cumplió. Ahora espera seguir rompiéndola en los laboratorios que lidera y conseguir que más misiones sean exitosas. Quizás una colombiana pueda estar detrás del primer viaje de un humano a Marte o en el regreso del hombre a la Luna, ¿por qué no? Se vale soñar. (Lea: Nueve perfiles de científicas colombianas para conmemorar el día de la mujer)