La expresión de esta momia podría indicar que una mujer murió en gran agonía
La revista Frontiers in Medicine publicó un estudio que indaga la razón de la expresión de una momia conocida como “La mujer que grita”.
En 1935, durante una expedición dirigida por el Museo Metropolitano de Nueva York, se descubrió la momia de una mujer que llevaba una larga peluca negra y dos anillos de oro y plata en forma de escarabajo. Además, fue enterrada hace aproximadamente 3.500 años. Pero nada de eso captó la atención de los arqueólogos tanto como el rostro de la momia, el cual tenía la boca muy abierta y condujo a que la apodaran como “La mujer que grita”.
El hallazgo se hizo en Deir el-Bahari, un complejo de templos funerarios ubicado en Egipto. Debajo de la tumba de Senmut, un arquitecto de gran importancia durante el reinado de la faraona Hatshepsut, encontraron a la mujer. Desde entonces, su expresión había sido un misterio para los investigadores. Hasta ahora.
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La revista Frontiers in Medicine publicó un estudio en el que se utilizaron tomografías computarizadas para “diseccionar virtualmente” a la momia y así analizarla en profundidad. De esa manera, se podría estimar su edad y posibles enfermedades. El equipo, encabezado por los doctores Sahar Saleem y Samia El-Merghani, calculó que la mujer medía alrededor de un metro y medio cuando estaba viva y que falleció a los 48 años. También reveló que sufría de artritis, por la evidencia de espolones óseos en su columna vertebral. Sin embargo, no se pudo determinar la causa exacta de su muerte.
Lo que sí descubrieron los expertos fue que la momia conservaba el cerebro, los pulmones, el hígado, los riñones, entre otros órganos. Esto sorprendió a Saleem, pues en el Imperio Nuevo (1550-1069 a. C.) se solían extirpar todos, excepto el corazón. La investigación señala que mantener los órganos se asocia con un mal método de momificación, pero ese no parece ser el caso de “La mujer que grita”, pues fue embalsamada con enebro e incienso.
“Estos materiales costosos tuvieron que ser importados a Egipto desde el Mediterráneo Oriental y África Oriental o el sur de Arabia. Asimismo, su cabello natural había sido teñido con henna y enebro. La peluca larga, hecha con fibras de palmera datilera, había sido tratada con cristales de cuarzo, magnetita y albita, probablemente para endurecer los mechones y darles el color negro que tanto favorecían los antiguos egipcios, porque representaba la juventud”, apunta el medio especializado Phys.
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Entonces, según el estudio, es poco probable que quienes momificaron a la mujer hayan olvidado cerrar su boca y su expresión se deba a un mero descuido. Al respecto, Saleem plantea que podría ser causa de un espasmo cadavérico, “lo que implica que la mujer murió gritando de agonía”. Esto quiere decir que el estrés emocional y/o el dolor de la mujer pudieron haber ocasionado una rigidez en los músculos de su rostro. Probablemente, los embalsamadores no pudieron cerrar su boca y la momificaron tal cual.
Sin embargo, hay quienes no se muestran convencidos por esta teoría. Por ejemplo, como informó The Guardian, la destacada profesora de la Universidad Americana de El Cairo, Salima Ikram, manifestó que no creía que los embalsamadores hubieran intentado mantener ese espasmo. El proceso de momificación tomaba 40 días en los que, según ella, pudieron haber “reorganizado sus rasgos”, por lo que sugiere que la expresión puede tener otra causa.
De cualquier manera, la investigación ofrece nuevos resultados con base en sofisticadas herramientas como la tomografía computarizada, ampliando así el panorama de la discusión.
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En 1935, durante una expedición dirigida por el Museo Metropolitano de Nueva York, se descubrió la momia de una mujer que llevaba una larga peluca negra y dos anillos de oro y plata en forma de escarabajo. Además, fue enterrada hace aproximadamente 3.500 años. Pero nada de eso captó la atención de los arqueólogos tanto como el rostro de la momia, el cual tenía la boca muy abierta y condujo a que la apodaran como “La mujer que grita”.
El hallazgo se hizo en Deir el-Bahari, un complejo de templos funerarios ubicado en Egipto. Debajo de la tumba de Senmut, un arquitecto de gran importancia durante el reinado de la faraona Hatshepsut, encontraron a la mujer. Desde entonces, su expresión había sido un misterio para los investigadores. Hasta ahora.
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Lo que sí descubrieron los expertos fue que la momia conservaba el cerebro, los pulmones, el hígado, los riñones, entre otros órganos. Esto sorprendió a Saleem, pues en el Imperio Nuevo (1550-1069 a. C.) se solían extirpar todos, excepto el corazón. La investigación señala que mantener los órganos se asocia con un mal método de momificación, pero ese no parece ser el caso de “La mujer que grita”, pues fue embalsamada con enebro e incienso.
“Estos materiales costosos tuvieron que ser importados a Egipto desde el Mediterráneo Oriental y África Oriental o el sur de Arabia. Asimismo, su cabello natural había sido teñido con henna y enebro. La peluca larga, hecha con fibras de palmera datilera, había sido tratada con cristales de cuarzo, magnetita y albita, probablemente para endurecer los mechones y darles el color negro que tanto favorecían los antiguos egipcios, porque representaba la juventud”, apunta el medio especializado Phys.
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Entonces, según el estudio, es poco probable que quienes momificaron a la mujer hayan olvidado cerrar su boca y su expresión se deba a un mero descuido. Al respecto, Saleem plantea que podría ser causa de un espasmo cadavérico, “lo que implica que la mujer murió gritando de agonía”. Esto quiere decir que el estrés emocional y/o el dolor de la mujer pudieron haber ocasionado una rigidez en los músculos de su rostro. Probablemente, los embalsamadores no pudieron cerrar su boca y la momificaron tal cual.
Sin embargo, hay quienes no se muestran convencidos por esta teoría. Por ejemplo, como informó The Guardian, la destacada profesora de la Universidad Americana de El Cairo, Salima Ikram, manifestó que no creía que los embalsamadores hubieran intentado mantener ese espasmo. El proceso de momificación tomaba 40 días en los que, según ella, pudieron haber “reorganizado sus rasgos”, por lo que sugiere que la expresión puede tener otra causa.
De cualquier manera, la investigación ofrece nuevos resultados con base en sofisticadas herramientas como la tomografía computarizada, ampliando así el panorama de la discusión.
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