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Hace cinco años arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México descubrieron restos de lo que se conoce como Huey Tzompantli, una gran plataforma rectangular elevada, adyacente a los templos principales, que consistía en una serie de postes verticales o estacas de piedra sobre las cuales se colocaban cráneos humanos. Según sabe, los mexicas la consagraron a Huitzilopochtli, su dios tutelar. El pasado 11 de diciembre, el INAH localizó el costado este y la fachada externa de esa torre.
Se cree que este monumento estaba ubicado en el Templo Mayor, el centro más importante de Tenochtitlan. El Huei Tzompantli no solo era una representación de la victoria militar azteca, sino que también estaba ligado a sus creencias religiosas, donde se consideraba que los sacrificios humanos aseguraban la continuidad del mundo y la supervivencia de su civilización.
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Según informan los arqueólogos, en la sección este de la torre se han visualizado, superficialmente, 119 cráneos humanos, mismos que se suman a los 484 identificados anteriormente.
“A cada paso, el Templo Mayor nos sigue sorprendiendo; y el Huei Tzompantli es, sin duda, uno de los hallazgos arqueológicos más impactantes de los últimos años en nuestro país, pues es un importante testimonio del poderío y grandeza que alcanzó México-Tenochtitlan”, dijo sobre este hallazgo la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto Guerrero, citada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Se cree que tras la caída de la ciudad de México-Tenochtitlan en manos de los españoles y sus aliados indígenas, gran parte de la última fase constructiva de la Torre de Cráneos fue destruida, llevando consigo la dispersión de los fragmentos de los cráneos. Los investigadores del Proyecto de Arqueología Urbana (PAU) han explorado a una profundidad de 3.5 metros bajo la calle de República de Guatemala, identificando tres etapas constructivas de la plataforma, datando al menos desde el gobierno de Ahuízotl, entre 1486 y 1502.
El antropólogo físico encargado del análisis, Rodrigo Bolaños Martínez, ha señalado que se encuentran cráneos de hombres, mujeres y al menos tres niños. Los cráneos infantiles se reconocen por ser más pequeños y tener dientes en desarrollo. Además, se han observado modificaciones cefálicas, indicando que estos individuos practicaban estas técnicas como parte de sus costumbres culturales y de identidad.
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¿Qué se sabe de las personas cuyos cráneos están allí? Se cree que muchos de los individuos capturados en combate podrían haber sido sacrificados como “nextlahualtin” (pago de deudas), buscando obtener el favor de los dioses a cambio de vida. Aunque no se puede precisar cuántos eran guerreros, es probable que algunos fueran cautivos destinados a ceremonias de sacrificio. Los españoles, al presenciar estos sacrificios rituales, se opusieron radicalmente a esta práctica.
Los expertos sugieren que la sorpresa que les causó esta práctica pudo haber influido en cómo los españoles la describieron en sus crónicas. Sin embargo, el sacrificio humano en Mesoamérica era un compromiso diario entre humanos y dioses, considerado cruciales para la renovación de la naturaleza y la continuidad de la vida misma, según explica el titular del Proyecto de Arqueología Urbana (PAU), Raúl Barrera Rodríguez.