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“Tu antepasado Ts´ui Pen creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos”.
Así le explicó el estudioso de la cultura china Albert al espía Yu Tsun, quien minutos después habría de descerrajarle un disparo certero que lo fulminó.
¿Pudo haber prefigurado Jorge Luis Borges en el cuento “El jardín de los senderos que se bifurcan “, escrito en 1941, una interpretación de la física cuántica llamada la interpretación de muchos mundos?
No es la primera vez que las artes parecen anticipar resultados que la ciencia posteriormente ratifica. Tampoco es la primera vez que la ciencia se convierte en materia prima para que el arte y la literatura construya metáforas y tramas.
Jorge Luis Borges fue sagaz vislumbrando el valor estético de la filosofía, la lógica y las matemáticas. Se valió de los números transfinitos, la banda de Moebius, las simetrías para tenderle trampas a sus lectores: libros de arena con infinitas páginas no numerables, bibliotecas de Babel con inagotables anaqueles, las difusas fronteras entre entre los sueños y la realidad. Supo transformar en materia poética conjeturas, paradojas, probabilidades y transformarlas en exquisitas narraciones.
En su relato “El jardín de los senderos que se bifurcan”, escrito en 1941, una trama policial muy borgiana, uno de los personajes niega el tiempo newtoniano y su linealidad tan intuitiva, y postula una noción del tiempo en el que cada evento se ramifica en sus diversas posibilidades, forjando una multiplicidad de universos donde todo lo que pueda ocurrir, por improbable que sea, ocurrirá. En uno de esos universos estás leyendo este relato, en otro eres violinista, y yo escucho tu concierto.
El Jardín de los senderos y cito a Borges …”Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades” es una fascinante travesura literaria. Borges, artífice de laberintos, urdió un laberinto temporal que nos susurra la existencia de una infinidad de universos: el multiverso.
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La física clásica es una maquinaria exquisitamente precisa que nos permite conocer posiciones, velocidades, trayectorias de un sistema si lo conocemos en algún instante. Pero la irrupción de la física cuántica dio al traste con el predecible universo de Newton. De acuerdo con la teoría cuántica, el estado de un sistema no puede conocerse exactamente ni siquiera en principio y, por tanto, debemos conformarnos con calcular probabilidades. Tan solo al medir podremos conocer cuál de las diversas posibilidades es la real. Por eso no existe en la física cuántica una noción de trayectoria: la partícula viaja entre dos puntos por todas las rutas posibles.
En 1952 Erwin Schrödinger, en una conferencia sobre mecánica cuántica, señaló: “los procesos físicos son una superposición de historias, no alternativas ni excluyentes sino simultáneas y reales”. Su gato está realmente a la vez vivo y muerto simultáneamente.
En la misma época, Hugh Everett escribió una polémica tesis doctoral que hacia los años 70 fue ganando auge entre los físicos, bajo el nombre La interpretación de muchos mundos de la mecánica cuántica. La idea de Everett es que no habiendo manera de discernir en la medición de un estado cuántico cuál será el resultado, es que todas las posibilidades se dan pero en universos diferentes.
Everett escribió: “todos los elementos de una superposición son actuales, ninguno es más real que otro”. Las matemáticas de la teoría cuántica admiten diversas interpretaciones y Everett urdió una que nos habla de muchos universos.
La noción de multiversos se cuela por las rendijas de la literatura, es una apuesta atractiva y poéticamente explotable. ¿Puede acaso haber algo más sugestivo que un tiempo que se ramifique en innumerables realidades?
El multiverso se cuela también por los intersticios de la física teórica, de la cosmología, de las supercuerdas, y captura la atención de la ciencia ficción y del gran público. Pero el escritor tiene libertad plena de imaginar y el científico no. ¿Es el multiverso una propuesta científica o una especulación disfrazada levemente de ciencia? Sin duda que está demasiado cerca de lo segundo. Es cierto, la ciencia puede especular, pero postular la existencia de una entidad que por principio es indetectable, no es una actitud científica.
Afirmar la inexistencia de universos paralelos tampoco es científico, por cierto. El multiverso de la literatura es válido por razones estéticas; el de la ciencia es inútil porque no es una hipótesis corroborable. Por eso, si oigo hablar de multiversos, saco mi revólver conceptual.
La humanidad ganó un gran cuento con la prefiguración de tiempos que se ramifican infinitamente vislumbrados por Borges. En cambio, la ciencia no ha ganado nada con los multiuniversos conjeturados por los físicos. No hay verificación posible.
Cuando poco antes de morir le comentaron a Borges que en algún modo la física proponía una realidad que se desplegaba insondablemente en infinitas realidades, como él había anticipado en “El Jardín de los senderos que se bifurcan” , el gran escritor exclamó: es que los físicos tienen mucha imaginación, ¿sabe?
Ciertamente, Jorge Luis…tienen mucha imaginación, y al menos en este universo sea demasiada.
*Profesor de la Escuela de Física de la Universidad Industrial de Santander. @hectorrago
Realizador del blog y podcast Astronomía Al Aire. @AstroAlAire
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