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Continúan los problemas con Peregrine 1, el módulo no tripulado de la NASA que quiere aterrizar en la Luna. Luego de que la compañía Astrobiotic, encargada de operar la misión, confirmara que esta no había alcanzado la posición adecuada con dirección al Sol, también se reveló que la nave está sufriendo una fuga de combustible que continúa en curso.
De manera más puntual, Astrobiotic dijo a través de su cuenta de X (antes Twitter), que “una pérdida crítica de propelente en curso está provocando que los propulsores del Sistema de Control de Actitud (ACS, por sus siglas en inglés) de la nave espacial funcionen más allá de sus ciclos de vida esperados para evitar que el módulo de aterrizaje se vea afectado incontrolablemente”.
Así, Astrobiotic manifestó que, si los propulsores logran mantenerse operativos, Peregrine 1 podría continuar en una posición estable con dirección al Sol por aproximadamente 40 horas más, según su consumo de combustible actual, antes de que entre en una “caída incontrolable”.
Era crucial que la aeronave tuviera una posición adecuada con dirección al astro para que sus paneles solares alcanzaran la energía necesaria para el funcionamiento de sus sistemas. Aunque gracias a una “maniobra improvisada” los ingenieros de Astrobiotic lograron posicionar la nave, luego se confirmó que ese mismo falló fue el que causó la pérdida de combustible.
Los cálculos del aterrizaje en la superficie lunar para Peregrine 1 se estimaban para el 23 de febrero. Sin embargo, tras las condiciones actuales, todavía no se ha confirmado si este objetivo continúa en curso o no.
Update #6 for Peregrine Mission One: pic.twitter.com/lXh9kcubXs
— Astrobotic (@astrobotic) January 9, 2024
Debe recordarse que, el pasado 8 de enero se lanzó el cohete Vulcan Centaur con destino a la Luna. Despegó desde Cabo Cañaveral, en Florida, Estados Unidos, para embarcarse en un viaje que le llevará dos meses llegar al satélite. El cohete fue diseñado para albergar dos módulos: uno de una compañía privada de servicios funerarios en el espacio, y otro de la NASA, llamado Peregrine Uno, del que, horas después del despegue, perdieron control.
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La aeronave mide 1,9 metros de alto y 2,5 metros de ancho, y permanecerá durante 10 días en la superficie lunar. Su operación está a cargo de la compañía privada Astrobiotic, y, según Chris Culbert, director de la iniciativa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) de la NASA, tendrá como principal propósito realizar experimentos y recopilar información crucial.
A bordo también viajará un rover llamado Iris, que pesa dos kilos y tiene el tamaño de una caja de zapatos, según informó la Agencia EFE. Fue construido por estudiantes de la Universidad Carnie Mellon, de Estados Unidos, y espera tomar fotografías de la geología lunar. También tiene un sensor de radiación y múltiples espectrómetros que medirán los recursos disponibles en el lugar de aterrizaje: un antiguo flujo de lava endurecida que permitirá profundizar sobre la historia geológica del satélite, como le explicó Paul Niles a EFE. De hecho, ese lugar se ha considerado como un enigma, pues hace parte de la mancha más oscura de la Luna.
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