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El lenguaje y la música pueden compartir funciones evolutivas en las sociedades humanas. Tanto el habla como el canto presentan características como el ritmo y el tono, ¿pero hasta qué punto sus diferencias y similitudes son compartidas en todas las culturas?
Para responder a esta pregunta, un estudio internacional ha unido a 75 investigadores de 46 países con 55 lenguas diferentes de Asia, África, América, Europa y el Pacífico. Entre ellos figuraban expertos en etnomusicología, psicología musical, lingüística y biología evolutiva. (Lea: Apophis: el asteroide que más se acercará a la Tierra, pero no representa peligro)
Por ejemplo, las investigadoras Limor Raviv y Andrea Ravignani del Instituto Max Planck de Psicolingüística (Alemania) han interpretado, respectivamente, una canción hebrea (Yerushalayim Shel Zahav) y otra italiana (Bella Ciao) y, cantando y tocando con sus instrumentos tradicionales, han participado Aleksandar Arabadjiev de Macedonia, Gakuto Chiba de Japón, Neddiel Elcie Muñoz Millalonco de Chile y Latyr Sy de Senegal.
Se pidió a los investigadores cuatro tareas: que entonaran canciones, las interpretaran con instrumentos, recitaran las letras y describieran verbalmente cada pieza. Las 300 grabaciones de audio resultantes, junto a otras 418 de canciones y discursos anteriores, se analizaron en busca de características como el tono, el timbre y el ritmo.
Cinco regularidades interculturales
Los resultados, publicados en la revista Science Advances, aportan “pruebas sólidas de regularidades interculturales”, según el autor principal, el psicólogo y musicólogo Patrick Savage de la Universidad de Auckland (Waipapa Taumata Rau, en maorí), que además cantó Scarborough Fair.
Savage destaca a SINC que han encontrado “cinco fuertes regularidades interculturales” en las relaciones entre el habla y la música (tanto canciones como melodías instrumentales). “Por una parte –explica–, tres diferencias: la música es sistemáticamente más lenta, con tonos más agudos (o altos) y también más estables que el habla. Por otra, dos similitudes: ambas tienden a utilizar intervalos de tono de tamaño similar y timbres vocales parecidos”.
En general, “la música instrumental y la conversación hablada tienden a ser más diferentes, y la canción y el recitado lírico se sitúan más entre la música ‘pura’ y el habla”, apunta el experto.
Respecto a las razones subyacentes para que estas diferencias sean parecidas en distintas culturas, Savage especula con que evolucionaron para unir a los humanos a través de la música.
Sugiere que las canciones son previsiblemente más regulares que el habla porque se utilizan para facilitar la sincronización y el vínculo social: “Las melodías lentas, regulares y predecibles nos facilitan cantar juntos en grandes grupos; que varios cantantes o músicos se sincronicen y armonicen, disfrutando así de los efectos de la unión social”.
El primer autor, Yuto Ozaki, de la Universidad de Keiō (Japón) coincide: “A pesar de la diversidad de la música y el lenguaje en todo el mundo, especulo que la presencia de diferencias y similitudes tan consistentes entre culturas indica que la música y el lenguaje en cada sociedad o cultura no han evolucionado de forma neutral, sino con algún grado de fuerzas direccionales, que potencialmente estarían relacionadas con aspectos fundamentales de los humanos como el vínculo social, como dice Patrick”.
Otro de los autores ha sido el investigador Martín Rocamora de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), quien ha contribuido con una canción de candombe, “un ritmo tradicional de la música de Uruguay, donde nací y me crie” y que, tras participar en la discusiones, resume el planteamiento de todo el estudio y sus conclusiones: “Los participantes proporcionamos datos para el análisis, incluyendo grabaciones de audio de las canciones (en las que cantamos y tocamos un instrumento), así como descripciones de las canciones de forma hablada y como texto. Los resultados indican que la música cantada tiende a tener ritmos más lentos y tonos más agudos y estables que el habla”.
Los autores concluyen que su estudio proporciona pruebas empíricas sólidas de regularidades interculturales en la música y el habla, mostrando diferencias que pueden haber evolucionado para facilitar nuestra unión a través de la música. Como dice Savage, han intentado “arrojar luz sobre la evolución cultural y biológica de dos sistemas que nos hacen humanos: la música y el lenguaje”.
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