La mutación genética relacionada con la obesidad en los perros labradores
Un reciente estudio demostró que una mutación en gen provocaría cambios en el comportamiento y el metabolismo de los individuos.
Una mutación de gen que se encuentra en ciertos individuos de perros labradores predispondría a estos individuos a la obesidad. Así lo reveló un reciente estudio publicado en la revista Science Advances el cual señala que pequeñas modificaciones en el material genético de esta especie los haría más hambrientos entre comidas y con una menor capacidad para quemar calorías.
Si bien ya existían estudios que apuntaban a que la mutación del gen llamado POMC (proopiomelanocortina) —que está presente en una cuarta parte de los labradores retriever y dos tercios de los retriever de pelo liso— predispone a los perros a la obesidad. No obstante, se encontró que esta mutación tiene dos efectos en el apetito y metabolismo de los perros.
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“Significa que estos perros tienen un doble problema. Sabemos que hay muchos propietarios que tratan a sus perros con mucho cuidado y consiguen mantenerlos delgados, pero lo hacen con mucho esfuerzo”, afirma Eleanor Raffan, de la Universidad de Cambrigde, a The Guardian.
Para estudiar esta situación, los investigadores realizaron una serie de pruebas de laboratorio a 36 perros labradores, algunos de los cuales tenía una copia de la mutación, otros en dos segmentos del ADN y otros que no contaban con ninguna. El experimento consistió en poner a los perros en una dieta estándar, y tres horas después del desayuno se les mostró una caja transparente, con una tapa perforada, en la que se había colocado una salchicha. Posteriormente, se les permitió acercarse a la caja.
Los investigadores encontraron que aquellos con la mutación pasaron menos tiempos inspeccionado la habitación o la caja, y más intentando obtener comida. “Los perros con la mutación se fijaban mucho más en la salchicha”, afirma Raffan a The Guardian, añadiendo que eso sugiere que tenían más hambre.
No obstante, una prueba de control con otros 24 perros con o sin mutaciones demostró que esto no se debía a que estuvieran más saciados por la comida o no, pues sin importar su material genético todos los perros consumieron iguales cantidades de comida húmeda ofrecida por los investigadores cada 20 minutos.
La clave llegó cuando los investigadores analizaron el consumo de calorías en 19 individuos, midiendo su consumo de oxígeno y la producción de dióxido de carbono en una jaula especialmente modificada. Se encontró que los perros con dos copias de mutación (es decir, en repetida dos veces en el ADN) quemaron 25 % menos calorías que los que no tenían ninguna copia. De esta manera, se demostró que el gasto energético es notablemente inferior en los perros afectados, los cuales también presentan una mayor respuesta motivacional en respuesta a una señal de comida, lo que indica un mayor deseo o hambre.
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“Es un mensaje sobre el hecho de que la obesidad no es una elección”, Raffan al portal británico. “Es un reflejo de un impulso de fondo a comer, que está impulsado por una combinación de tus genes y tu entorno”.
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Una mutación de gen que se encuentra en ciertos individuos de perros labradores predispondría a estos individuos a la obesidad. Así lo reveló un reciente estudio publicado en la revista Science Advances el cual señala que pequeñas modificaciones en el material genético de esta especie los haría más hambrientos entre comidas y con una menor capacidad para quemar calorías.
Si bien ya existían estudios que apuntaban a que la mutación del gen llamado POMC (proopiomelanocortina) —que está presente en una cuarta parte de los labradores retriever y dos tercios de los retriever de pelo liso— predispone a los perros a la obesidad. No obstante, se encontró que esta mutación tiene dos efectos en el apetito y metabolismo de los perros.
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“Significa que estos perros tienen un doble problema. Sabemos que hay muchos propietarios que tratan a sus perros con mucho cuidado y consiguen mantenerlos delgados, pero lo hacen con mucho esfuerzo”, afirma Eleanor Raffan, de la Universidad de Cambrigde, a The Guardian.
Para estudiar esta situación, los investigadores realizaron una serie de pruebas de laboratorio a 36 perros labradores, algunos de los cuales tenía una copia de la mutación, otros en dos segmentos del ADN y otros que no contaban con ninguna. El experimento consistió en poner a los perros en una dieta estándar, y tres horas después del desayuno se les mostró una caja transparente, con una tapa perforada, en la que se había colocado una salchicha. Posteriormente, se les permitió acercarse a la caja.
Los investigadores encontraron que aquellos con la mutación pasaron menos tiempos inspeccionado la habitación o la caja, y más intentando obtener comida. “Los perros con la mutación se fijaban mucho más en la salchicha”, afirma Raffan a The Guardian, añadiendo que eso sugiere que tenían más hambre.
No obstante, una prueba de control con otros 24 perros con o sin mutaciones demostró que esto no se debía a que estuvieran más saciados por la comida o no, pues sin importar su material genético todos los perros consumieron iguales cantidades de comida húmeda ofrecida por los investigadores cada 20 minutos.
La clave llegó cuando los investigadores analizaron el consumo de calorías en 19 individuos, midiendo su consumo de oxígeno y la producción de dióxido de carbono en una jaula especialmente modificada. Se encontró que los perros con dos copias de mutación (es decir, en repetida dos veces en el ADN) quemaron 25 % menos calorías que los que no tenían ninguna copia. De esta manera, se demostró que el gasto energético es notablemente inferior en los perros afectados, los cuales también presentan una mayor respuesta motivacional en respuesta a una señal de comida, lo que indica un mayor deseo o hambre.
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“Es un mensaje sobre el hecho de que la obesidad no es una elección”, Raffan al portal británico. “Es un reflejo de un impulso de fondo a comer, que está impulsado por una combinación de tus genes y tu entorno”.
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