La NASA lanzará una “estrella” artificial a la órbita de la Tierra, ¿para qué?
Durante el primer año, la órbita de la estrella artificial estará sincronizada con la velocidad de rotación de la Tierra, lo que permitirá que permanezca estacionaria sobre Estados Unidos.
Hace algunas semanas, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos, (NASA, por sus siglas en inglés), anunció una particular misión: la Landolt, nombrada en honor al astrónomo Arlo Landolt, conocido por sus estándares fotométricos utilizados en la astronomía para determinar el brillo de diferentes astros.
Con una inversión de 19,5 millones de dólares, la NASA y nueve universidades estadounidenses esperan poner en órbita la primera “estrella” artificial para 2029. Como explica la Universidad de la Florida, una de las instituciones que hacen parte de la colaboración, la estrella artificial orbitará la Tierra a una distancia de más de 35.000 kilómetros “proporcionando un punto de referencia junto a estrellas reales para crear nuevos catálogos de brillo estelar”.
Durante el primer año, la órbita de la estrella artificial estará sincronizada con la velocidad de rotación de la Tierra, lo que permitirá que permanezca estacionaria sobre Estados Unidos. Uno de los principales objetivos de la misión es proporcionar “un punto de referencia junto a estrellas reales para crear nuevos catálogos de brillo estelar”.
En realidad, la “estrellar artificial” es un pequeño satélite que está equipado con varios láseres que proporcionarán niveles de brillo constantes y conocidos, superando una de las grandes limitaciones las observaciones realizadas con telescopios terrestres. El satélite se situará cerca de una estrella para determinar con precisión su brillo absoluto.
Jamie Tayar, profesora adjunta de Astronomía de la Universidad de Florida, explicó que “gran parte de nuestra comprensión del Universo se basa en saber lo brillantes que son las cosas”. Con los datos más certeros que la misión Landolt espera recabar, “el objetivo es poder averiguar si otros planetas en órbita alrededor de otras estrellas también podrían tener océanos en los que presumiblemente podría surgir y vivir la vida”, agrega la profesora Tayar.
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Hace algunas semanas, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos, (NASA, por sus siglas en inglés), anunció una particular misión: la Landolt, nombrada en honor al astrónomo Arlo Landolt, conocido por sus estándares fotométricos utilizados en la astronomía para determinar el brillo de diferentes astros.
Con una inversión de 19,5 millones de dólares, la NASA y nueve universidades estadounidenses esperan poner en órbita la primera “estrella” artificial para 2029. Como explica la Universidad de la Florida, una de las instituciones que hacen parte de la colaboración, la estrella artificial orbitará la Tierra a una distancia de más de 35.000 kilómetros “proporcionando un punto de referencia junto a estrellas reales para crear nuevos catálogos de brillo estelar”.
Durante el primer año, la órbita de la estrella artificial estará sincronizada con la velocidad de rotación de la Tierra, lo que permitirá que permanezca estacionaria sobre Estados Unidos. Uno de los principales objetivos de la misión es proporcionar “un punto de referencia junto a estrellas reales para crear nuevos catálogos de brillo estelar”.
En realidad, la “estrellar artificial” es un pequeño satélite que está equipado con varios láseres que proporcionarán niveles de brillo constantes y conocidos, superando una de las grandes limitaciones las observaciones realizadas con telescopios terrestres. El satélite se situará cerca de una estrella para determinar con precisión su brillo absoluto.
Jamie Tayar, profesora adjunta de Astronomía de la Universidad de Florida, explicó que “gran parte de nuestra comprensión del Universo se basa en saber lo brillantes que son las cosas”. Con los datos más certeros que la misión Landolt espera recabar, “el objetivo es poder averiguar si otros planetas en órbita alrededor de otras estrellas también podrían tener océanos en los que presumiblemente podría surgir y vivir la vida”, agrega la profesora Tayar.
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