La nueva “biblia” de las hormigas de Colombia
Más de 60 investigadores de ocho países participaron en la realización de “Hormigas de Colombia”, un libro de más de mil páginas en el que intentaron condesar el conocimiento sobre unos de los insectos que más han inquietado a la ciencia.
Sergio Silva Numa / @SergioSilva03
En las primeras páginas de El superorganismo, el sociobiólogo alemán Bert Hölldobler y el popular entomólogo estadounidense Edward Wilson planteaban una pregunta muy difícil de resolver: si un grupo de científicos alienígenas, en caso de que existieran, hubiese visitado nuestro planeta antes de que existieran los humanos, ¿qué hubieran dicho? ¿En qué hubiesen concentrado su atención? Su respuesta era atrevida y, advertían, tendenciosa, pero creían que una de las primeras cosas que habrían hecho sería capturar hormigas para luego desarrollar granjas. En su informe, conjeturaban, los alienígenas también habrían dicho que en la Tierra hay más de mil billones de criaturas sociales. La mayoría son insectos de seis patas y dos antenas y tienen un cuerpo dividido en tres segmentos. (Lea La colombiana detrás de la biodiversidad mundial)
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En las primeras páginas de El superorganismo, el sociobiólogo alemán Bert Hölldobler y el popular entomólogo estadounidense Edward Wilson planteaban una pregunta muy difícil de resolver: si un grupo de científicos alienígenas, en caso de que existieran, hubiese visitado nuestro planeta antes de que existieran los humanos, ¿qué hubieran dicho? ¿En qué hubiesen concentrado su atención? Su respuesta era atrevida y, advertían, tendenciosa, pero creían que una de las primeras cosas que habrían hecho sería capturar hormigas para luego desarrollar granjas. En su informe, conjeturaban, los alienígenas también habrían dicho que en la Tierra hay más de mil billones de criaturas sociales. La mayoría son insectos de seis patas y dos antenas y tienen un cuerpo dividido en tres segmentos. (Lea La colombiana detrás de la biodiversidad mundial)
Un par de años antes de que estos dos científicos publicaran aquel libro, Wilson había estado en Colombia. El decano de los mirmecólogos, como lo llamó Alejandro Gaviria en un relato de su visita, había venido para seguir los pasos de José Celestino Mutis en la Expedición Botánica. Estuvo en Mariquita. También dio un paseo por el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, donde conversó con algunos estudiantes, con el rector Moisés Wasserman y con Fernando Fernández, un biólogo que compartía su pasión: las hormigas. (Le podría interesar: "Pedimos que dejen de financiar actividades que destruyen la naturaleza")
Cuando tuvo lugar el encuentro, Fernández ya se había ganado un nombre como uno de los expertos en hormigas de Colombia. Había empezado a estudiarlas en los años 80, cuenta, cuando la investigación de estos insectos en el país era muy limitada. “Ni siquiera teníamos buena literatura”, dice. “Tampoco había internet para buscar artículos científicos. Cualquier inquietud había que resolverla por medio de cartas”.
Como estas, el profesor Fernández tiene varias anécdotas con las que trata de explicar el trabajo detrás del libro que acaba de publicar junto con otros dos investigadores: Roberto Guerrero, biólogo y profesor de la Universidad del Magdalena, y Thibaut Delsinne, de la Société d’Histoire Naturelle Alcide-d’Orbigny. Hormigas de Colombia, como titularon las más de 1.200 páginas, resume, a sus ojos, años de esfuerzos por entender a las hormigas, una de la “especies más fascinantes de la Tierra”.
Se trata de un esfuerzo que compilaron en 37 capítulos en los que, explica, “quisimos mostrar por qué son animales apasionantes. Es una obra para que todos las conozcan, para que aprendan a identificarlas, a entender su comportamiento”. En total participaron 64 científicos de ocho países que les enviaron a Fernández, Guerrero y Delsinne textos en español, inglés, francés y alemán que, sin embargo, se quedan cortos para abarcar el complejo mundo de esos insectos en Colombia.
“Podría decir que esto es apenas una gran introducción”, dice Fernández en el mismo laboratorio donde conversó con Wilson. “Necesitaríamos otras 6.000 páginas para compilar lo que hemos aprendido de las hormigas”.
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La idea de hacer una “biblia” de las hormigas nació hace cinco años en el apartamento de Fernández. Tras sostener una breve charla, él y Roberto Guerrero se dedicaron a planear lo que debería tener. Enviaron cientos de correos a las autoridades de los mirmecólogos. Revisaron y tradujeron muchos textos. Tras concluirlos, los sometieron a evaluadores, como si se tratara de artículos para revistas científicas. Algunos, por su lenguaje, parecen serlo. Otros se desligan de los conceptos crípticos de la ciencia y coquetean con la divulgación. “Es un producto tanto para expertos como para curiosos que quieran acercarse a este fascinante mundo”, cuenta Guerrero.
“Son página tras página de textos, diagramas e imágenes que no son solamente un cuerpo de conocimiento sobre un grupo de organismos, sino también un retrato de una comunidad de personas que han trabajado hacia un fin común”, escribe en el prólogo John E. Lattke, del Departamento de Zoología de la Universidad Federal de Paraná (Brasil). “Si a usted le gustan las hormigas y, además, tiene este libro en sus manos, se puede considerar bendecido”, apunta.
Las razones son varias: las hormigas son un universo que siempre ha maravillado a la ciencia. Su complejo comportamiento ha motivado estudios de robótica, modelos económicos y teoría de enjambres y han servido de ejemplo para análisis de diseño inteligente. En términos estrictos son el mejor ejemplo de organismos eusociales, es decir, animales que se caracterizan porque entre los adultos hay cooperación en el cuidado de las crías. También porque en sus sociedades hay división del trabajo y están compuestas de castas (reproductoras y no reproductoras). Esto, más su sistema de comunicación basado en señales producto de sustancias químicas llamadas feromonas, les ha permitido alcanzar, sentencia Wilson en su libro, “una cohesión tan grande que se puede decir que una colonia de hormigas es un superorganismo”.
En otras palabras, en cada colonia hay miles de obreras que trabajan segundo a segundo en la construcción y el mantenimiento del nido, mientras otras protegen y cuidan a su reina. La defienden de enemigos e intrusos y dan su vida por ella. Los machos, por el contrario, tienen un papel más limitado: fecundan a la reina y, tras aparearse, deben huir para nunca más ser admitidos. “Han sido injustamente olvidados y por eso en este libro hay, por primera vez, un capítulo revelador sobre ellos”, dice Fernández.
De las cerca de 13.500 especies de hormigas que se han descrito hasta ahora, en Colombia hay 1.200, pero tanto Guerrero como Fernández vaticinan que puede haber muchas más. En camino, advierte uno de ellos, hay nuevas descripciones que han causado sorpresa. Las hormigas son tantas y tan diversas, se lee en un apartado del libro, que si se reunieran todas las que viven en la selva amazónica sumarían un peso equivalente a cuatro veces el de todos los vertebrados terrestres.
Es imposible resumir en unos párrafos la complejidad que esconden, pero Fernández arroja un par de datos como muestra: puede haber colonias de solo 10 obreras o de 20 millones. Hay unas llamadas legionarias, que arrasan con todo lo que encuentren a su paso; desde avispas hasta sapos. Hay otras que han tomado atajos de su usual comportamiento social y optado por someter a otras a la esclavitud. Sin quererlo, muchas se han convertido en invasoras por el intercambio frenético que ha acompañado a la globalización. Han llegado a las ciudades y hasta los hospitales. En Buenaventura, Cali, Cartago y Tuluá, un equipo de investigadores halló en 2005 muestras en el departamento de pediatría y en la cocina. En el jarillón del río Cauca, las autoridades tuvieron que invertir $649 millones para evitar que los 272 metros cúbicos de hormigueros hicieran colapsar la estructura.
En palabras de Wilson y Hölldoble, “son fuente de inspiración en muchos ámbitos diferentes”. Para explicar su importancia en una frase recordaron lo que dijo el rector de Harvard cuando le dio un título honorario al mirmecólogo William Morton Wheeler: “Dijo que el estudio de las hormigas había demostrado que esos insectos, como los seres humanos, pueden crear civilizaciones sin recurrir al uso de la razón”.