La nueva especie de arácnido que estaba oculta en una cueva, al sur de La Guajira
Una nueva especie de opilión, un grupo pequeño, fue descubierta por tres investigadores colombianos. Su estudio permite entender cómo se veía la tierra en el pasado, y el proceso para identificarlo incluso implica bañar el genital masculino en oro.
María Camila Bonilla
El 2 de septiembre de 2018, luego del cierre del horario de atención al público, un incendio consumió gran parte de los tres pisos del Museo Nacional de Brasil. El fuego destruyó casi por completo la colección histórica, lo que implicó la pérdida de los frescos de Pompeya y el fósil más antiguo hallado en Brasil. Este hecho también afectó los registros biológicos de una especie arácnida pequeña y poco estudiada: los opiliones. El museo tenía la segunda colección más grande del mundo, con muestras de 53 países. Se estima que se perdieron 350 mil ejemplares, entre estos material que había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial.
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El 2 de septiembre de 2018, luego del cierre del horario de atención al público, un incendio consumió gran parte de los tres pisos del Museo Nacional de Brasil. El fuego destruyó casi por completo la colección histórica, lo que implicó la pérdida de los frescos de Pompeya y el fósil más antiguo hallado en Brasil. Este hecho también afectó los registros biológicos de una especie arácnida pequeña y poco estudiada: los opiliones. El museo tenía la segunda colección más grande del mundo, con muestras de 53 países. Se estima que se perdieron 350 mil ejemplares, entre estos material que había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial.
Los opiliones se confunden frecuentemente con las arañas y, aunque pertenecen a un mismo grupo grande, en la clase de artrópodos arachnida, son animales muy diferentes. Por ejemplo, a diferencia de muchas arañas, los opiliones parecen no tener una división en su cuerpo entre el torso y la cabeza. Son el tercer grupo más grande dentro de los arácnidos, detrás de los ácaros y las arañas, con más de seis mil especies registradas hasta el momento. Estos animales son cosmopolitas, lo que significa que se encuentran en casi todos los lugares del mundo, excepto los polos. Son muy dependientes de la humedad, y por eso se encuentran en lugares húmedos, frecuentemente oscuros también. (Puede leer: No, no es cierto que China encontró señales de extraterrestres)
Colombia, un país que casi no ha investigado sobre estos animales, podría tener una diversidad no explorada. Recientemente, Andrés García, Miguel Gutiérrez y Álex González, tres investigadores colombianos, descubrieron una nueva especie de opilión, y avistaron por primera vez dos especies típicas de Venezuela en Colombia. Los hallazgos fueron publicados en la revista Zoosystematics and Evolution. La nueva especie, nombrada Avima wayuunaiki en homenaje a la lengua, cultura y tradiciones de los indígenas wayuus, fue hallada en una caverna del municipio de Hatonuevo, en La Guajira, en la ecorregión de la serranía del Perijá.
“La cueva en donde se recolectó la nueva especie está localizada en esta zona, pero fue influenciada por los bosques húmedos de la ecoregión de la Sierra Nevada de Santa Marta, que tiene muchas especies endémicas”, escribieron los investigadores en la publicación. Dos especies previamente registradas en Venezuela, la Avima troglobia y Avima venezuelica, también se recolectaron en el marco de esta investigación. (Le puede interesar: Descubren población de osos que no necesita hielo marino para sobrevivir)
Andrés García, uno de los autores, es un biólogo de la Universidad Nacional, quien ahora trabaja en el Museo Nacional de Brasil. Se interesó por los opiliones desde que estaba haciendo su pregrado, cuando ningún otro estudiante mostró un interés en particular por estos arácnidos. En 2012, después de su grado, decidió irse a Brasil, donde los opiliones eran mucho más estudiados. Allí conoció a Adriano Kury, el aracnólogo que más conoce de opiliones en el mundo, quien además se convirtió en uno de sus mentores en el trabajo investigativo. Por su trabajo en Brasil, sabe que el incendio del Museo Nacional representó una “pérdida gigante para la opiliología” y cuenta que están en proceso de construir el catálogo mundial de estos arácnidos, bajo la dirección de Kury.
A pesar de que el surgimiento de más interés investigativo de opiliones en Colombia es muy reciente, García dice que el país tiene buena diversidad de estos arácnidos. “Para hacer una comparación, en Brasil hay más de mil especies de opiliones, mientras que Colombia, un país más pequeño, tiene 180 descritas hasta el momento, pero calculamos que debe haber entre 400 y 500”, explica el biólogo. Desde 2015 se han descrito unas 15 especies nuevas en el país y, en cada colecta de campo, más o menos 80 % de lo que se recolecta es nuevo, calcula García.
De hecho, a mitad de año saldrá otra investigación en la que participó el biólogo, sobre un opilión que encontraron en los Montes de María. “Mide dos milímetros, tiene un genital diminuto, cuando fuimos a mirar, no tuvimos idea de qué era. Adriano Kury, el mejor especialista en el mundo en opiliones, tampoco supo qué era. Por eso yo digo que hasta ahora estamos viendo la punta del iceberg en Colombia”.Después de que los investigadores de la Universidad de La Guajira recolectaran la nueva especie del arácnido en 2017, se contactaron con García para que fuera a verlo. Él, después, se llevó algunos de los lotes de los nuevos opiliones para hacer la recolección del ADN en un laboratorio de Brasil. La clasificación de estos arácnidos se hace a partir del genital masculino, ya que el femenino “no es muy informativo”, indica García. El proceso para hacer la recolección y visualización del genital es demorado y costoso, e incluso implica bañar esta estructura en oro. Como el animal es pequeño, en total mide 3,3 cm, su genital también lo es, y se debe visualizar a partir de un proceso que se llama microscopia electrónica genital. (También puede leer: ¿Por qué durante la Edad Media las personas comían restos de momias egipcias?)
Esto se hace utilizando un microscopio y un programa. Después de sacar el genital y deshidratarlo, se debe metalizar, para ver la figura en 3D en el programa. “Ahí es donde el baño en oro y paladio figura, se utiliza para que el genital tenga un material conductor y reciba electrones cuando se mete en el equipo especializado”, explica García. Estas imágenes, junto a las que toman del arácnido completo, sirven como insumo para el estudio y para poder reconocerlo después. Este es uno de los requisitos para presentar una especie nueva.
La importancia de conservar una especie “no carismática”
Los artrópodos, grupo en donde están los opiliones, usualmente no son utilizados para promover la conservación, en parte porque no son especies carismáticas, es decir, organismos con un atractivo popular, como el panda, que se utilizan para sensibilizar a las personas. “Un póster de un opilión nunca va a conmover tanto a las personas como uno con un oso de anteojos”, señala Andrés García.
De hecho, varios estudios, publicados en revistas como Science Direct y Anthrozoös, concluyeron que las personas tienden a conectar más con especies atractivas e, incluso, una de las investigaciones encontró que la conservación de los animales más carismáticos fue más favorecida que la de animales amenazados. “Los opiliones no son muy bonitos. Sin embargo, son muy buenos para responder algunas preguntas: ¿cómo era la Tierra antiguamente? ¿Cómo se movían las placas tectónicas?”, dice García.
Estos arácnidos, que existen hace al menos 410 millones de años, les permiten a los investigadores entender por qué se han distribuido de cierta manera a lo largo de la Tierra, lo que da pistas, a su vez, sobre la tectónica de placas. Siendo organismos que no se desplazan mucho, su distribución puede evidenciar cambios geológicos del pasado, que los forzaron a ir a otras partes. (Puede interesarle: La ciencia se acerca al origen de la peste negra, la mayor pandemia de la historia)
Por ejemplo, el biólogo explica que “hay veces que encuentras la misma especie en la Florida, Cuba, Haití, Trinidad y Tobago y La Guajira y uno se pregunta: ¿por qué este bicho está distribuido así? Pues resulta que antiguamente hubo una época en la que el mar bajó y las Antillas que nosotros conocemos formaron un continuo de tierra. Ese fue el puente por el que pasaron esas especies antes de que existiera Centroamérica”.