Foto de la flor femenina de la orquídea, que hasta ahora, ha sido conocida como la especie, "Lepanthes silverstonei".
Foto: Óscar Alejandro Pérez-Escobar
En el Ladrón de Orquídeas, el popular libro de Susan Orlean, hay un par de párrafos que resumen bien la obsesión que han tenido los humanos por las orquídeas. William Arnold, el gran buscador de orquídeas de la época victoriana —escribe la periodista—, murió ahogado durante una expedición por el Orinoco. Otro coleccionista contemporáneo suyo se despeñó en una expedición a Sierra Leona. Un par de colegas más fueron asesinados en México y en Madagascar. A principios del siglo XX, a uno se lo comió un tigre en Filipinas. Otros tantos...
Por Sergio Silva Numa
Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com