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Uno de los efectos de la peor catástrofe nuclear de la historia, que se registró en Chernóbil (Ucrania), en 1986, fue que miles de perros fueron abandonados o dejados a su suerte para vivir en un entorno radiactivo sin precedentes en el planeta.
En contra de todo pronóstico, estos grupos de perros consiguieron establecer una población robusta que aún habita cerca de la planta nuclear y 30 kilómetros de la redonda, en lo que se conoce como la Zona de exclusión de Chernóbil. De acuerdo con estimaciones recientes, se cree que allí viven más de 800 perros semisalvajes.
Al estudiar su composición genética se ha encontrado que es diferente a la que tienen los caninos del resto del mundo. Se trata de una rápida evolución genética en los años transcurridos desde la catástrofe que ha sido documentada en varias investigaciones.
Por el momento, no está claro cómo influyen exactamente estas diferencias genéticas en la salud y las características de estas poblaciones de caninos.
Lo cierto es que los perros no son la única especie que ha sido afectada por el entorno de Chernóbil. Otros estudios han encontrado que los pájaros cantores de la Zona de Exclusión tiene microbiomas intestinales distintos, mientras que ranas arborícolas han cambiado de color y lobos han desarrollado un sistema inmune alterado. Por su parte, investigaciones más recientes que examinan la genética de los lobos de la zona sugieren que han desarrollado una protección contra el cáncer.
En el caso de los perros, durante años se ha pensado que el aumento de las mutaciones genéticas explicaba por qué estos animales de Chernóbil son genéticamente únicos en el mundo, pero un nuevo estudio, publicado en Plos One, encontró que ese no sería el factor determinante en la evolución de los perros.
De acuerdo con el nuevo estudio, la evaluación de la tasa de mutaciones en dos poblaciones de perros dentro de esta zona no son las responsables de esta diferenciación genética.
“Con este estudio, no encontramos pruebas de una mayor tasa de mutación para la población de perros de la Central Nuclear a través de aberraciones cromosómicas, una mayor diversidad de microsatélites o un aumento de alelos derivados más recientemente. Por lo tanto, la mutación no parece ser la causa de la diferenciación genética previamente identificada entre estas dos poblaciones geográficamente cercanas de perros criados en libertad”, concluyen los investigadores.
Por el momento, la verdadera causa de esta diversidad genética sigue siendo desconocida, aunque los investigadores indican que hay pistas de que se trataría de un proceso de selección direccional. Por el momento, necesitan más estudios para confirmar esta hipótesis.
Por su parte, los autores del estudio indican que los perros de Chernóbil representan una oportunidad única para estudiar los efectos genéticos de la radiación en diferentes especies y en humanos. “Pueden servir de centinelas eficaces de los efectos en la salud humana derivados de la exposición a sustancias tóxicas. Así pues, los perros de Chernóbil presentan un recurso único y valioso como modelos para estudios de mutaciones humanas”, concluyen los autores del estudio.
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