“La sociedad de la nieve”: los Andes ya no es la misma cordillera que hace 50 años
En 1972 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, que llevaba a 45 tripulantes, chocó con una montaña de la Cordillera de los Andes. Después de 72 días, sobrevivieron 16 hombres. Esta cordillera, sin embargo, ha cambiado mucho. Un estudio determinó que este ecosistema está perdiendo un 10% de nieve por década.
Uno de los principales temas de conversación de estos últimos días ha sido el accidente del avión de la Fuerza Área Uruguaya que llevaba a bordo a 45 personas, entre ellas cinco tripulantes e integrantes de un equipo de rugby. El choque tuvo lugar el 13 de octubre de 1972 en una montaña de la cordillera de los Andes, que, con nueve mil kilómetros de largo, es una de las cadenas de montañas más extensas del mundo.
Este accidente, también conocido como el Milagro de los Andes, ha tomado relevancia por la reciente película llamada “Sociedad de la Nieve”, en la que se cuenta la historia de los 45 pasajeros, tanto de los 16 que sobrevivieron 72 días en los Andes en condiciones extremas, como de aquellos que murieron.
De acuerdo con los registros de la época y el testimonio de los sobrevivientes, el avión de los uruguayos se estrelló a 3.500 metros de altura y lo hizo por volar a baja altura. Esto provocó que la aeronave perdiera las alas y la cola y, por la fuerza, terminó deslizándose cerca de dos kilómetros y medio por la nieve hasta que frenó en el Valle de las Lágrimas, en Mendoza (Argentina).
El avión finalmente quedó en la superficie sin destruirse. Más de 50 años después, sin embargo, los Andes han cambiado. Un estudio realizado por el Grupo de Investigación Antártica del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile y publicado en 2019 en la revista Nature, detalló esa transformación.
Los científicos analizaron imágenes entre 1986 y 2018 para estudiar la cobertura de nieve durante la estación seca en una región que abarca desde la latitud 18°S hasta la latitud 40°S. Utilizaron más de 400 imágenes para cada una de las tres macrozonas en el período 1986-2005 y 200 imágenes para el período 2006-2015.
La nieve, cuentan los investigadores, es muy sensible a cambios drásticos, como el incremento de la temperatura o la disminución en las precipitaciones. El estudio señala que la persistencia anual de nieve disminuyó en una tasa del 10% al 20% por década en esas latitudes. Para esta investigación, los científicos se basaron en imágenes capturadas por satélites. Luego, realizaron una comparación de la cobertura nival detectada por el satélite durante mayo de 2018 con todos los meses de mayo en los últimos 20 años.
En detalle, la nieve se está reduciendo a un ritmo de aproximadamente 16% en áreas tropicales, 10% en zonas más frías y -15% en áreas intermedias por década. En regiones tropicales y frías, las pérdidas de nieve se atribuyen principalmente a cambios en El Niño, que ha estado disminuyendo en intensidad.
Esta reducción en la cobertura de nieve fue especialmente “significativa” en el Hemisferio Sur, afectando áreas del centro-oeste de Argentina y el centro de Chile. La disminución en la cobertura de nieve se atribuyó al aumento de las temperaturas y, en mayor medida, a los cambios en los patrones de precipitación. Fenómenos climáticos a gran escala como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) y el Modo Anular Sur (SAM) influyeron en la variabilidad interanual, afectando la cantidad de nieve.
El Niño es un fenómeno climático que ocurre en el Océano Pacífico. Durante El Niño, las aguas oceánicas cerca de la línea ecuatorial se calientan más de lo normal. La Oscilación del Sur (Oscilación del Sur El Niño, ENSO) es, a su vez, un patrón climático que está relacionado con El Niño. La ENSO implica cambios en las temperaturas de la superficie del mar y en la presión atmosférica en el Pacífico ecuatorial.
Finalmente, el llamado “modo Anular Sur” o SAM, es un patrón climático que afecta principalmente a la Antártida y las regiones circundantes. Se refiere a cambios en la posición y la intensidad de los vientos del oeste que rodean la Antártida. Cuando la SAM está en su fase positiva, los vientos del oeste tienden a estar más concentrados alrededor del Polo Sur.
Entonces, según lo sugiere el estudio, cuando el Niño-Oscilación del Sur (ENOS) se debilita y los vientos del oeste cambian hacia los polos, junto con un Modo Anular Sur (SAM), hay menos lluvias. Esta disminución en la lluvia conduce a que haya menos nieve en la región. Es decir, factores climáticos como estos están haciendo que llueva menos y, como resultado, la cantidad de nieve disminuye, sugiere la investigación.
“Hemos perdido ya 1/3 de la cobertura nival en los últimos 30 años (...) y es poco probable que la recuperemos, porque tendríamos que recuperar precipitaciones y eso es difícil que pase, pues todos los modelos climáticos indican que, con diferentes grados, vamos a seguir perdiendo precipitaciones hasta mediados de siglo más”, añadió el autor principal, Raúl R. Cordero, al medio Ágora. No hay que olvidar que la nieve en los Andes es crucial para el suministro de agua en varias partes de América del Sur.
Por ejemplo, los arroyos llevan el agua derretida a áreas pobladas del centro-oeste de Argentina y el centro de Chile, donde es importante para el suministro de agua urbana, la generación de energía y la agricultura. Aunque no está claro si las pérdidas de nieve continuarán igual en el futuro, el cambio climático podría aumentar la variabilidad en la cantidad de nieve.
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Uno de los principales temas de conversación de estos últimos días ha sido el accidente del avión de la Fuerza Área Uruguaya que llevaba a bordo a 45 personas, entre ellas cinco tripulantes e integrantes de un equipo de rugby. El choque tuvo lugar el 13 de octubre de 1972 en una montaña de la cordillera de los Andes, que, con nueve mil kilómetros de largo, es una de las cadenas de montañas más extensas del mundo.
Este accidente, también conocido como el Milagro de los Andes, ha tomado relevancia por la reciente película llamada “Sociedad de la Nieve”, en la que se cuenta la historia de los 45 pasajeros, tanto de los 16 que sobrevivieron 72 días en los Andes en condiciones extremas, como de aquellos que murieron.
De acuerdo con los registros de la época y el testimonio de los sobrevivientes, el avión de los uruguayos se estrelló a 3.500 metros de altura y lo hizo por volar a baja altura. Esto provocó que la aeronave perdiera las alas y la cola y, por la fuerza, terminó deslizándose cerca de dos kilómetros y medio por la nieve hasta que frenó en el Valle de las Lágrimas, en Mendoza (Argentina).
El avión finalmente quedó en la superficie sin destruirse. Más de 50 años después, sin embargo, los Andes han cambiado. Un estudio realizado por el Grupo de Investigación Antártica del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile y publicado en 2019 en la revista Nature, detalló esa transformación.
Los científicos analizaron imágenes entre 1986 y 2018 para estudiar la cobertura de nieve durante la estación seca en una región que abarca desde la latitud 18°S hasta la latitud 40°S. Utilizaron más de 400 imágenes para cada una de las tres macrozonas en el período 1986-2005 y 200 imágenes para el período 2006-2015.
La nieve, cuentan los investigadores, es muy sensible a cambios drásticos, como el incremento de la temperatura o la disminución en las precipitaciones. El estudio señala que la persistencia anual de nieve disminuyó en una tasa del 10% al 20% por década en esas latitudes. Para esta investigación, los científicos se basaron en imágenes capturadas por satélites. Luego, realizaron una comparación de la cobertura nival detectada por el satélite durante mayo de 2018 con todos los meses de mayo en los últimos 20 años.
En detalle, la nieve se está reduciendo a un ritmo de aproximadamente 16% en áreas tropicales, 10% en zonas más frías y -15% en áreas intermedias por década. En regiones tropicales y frías, las pérdidas de nieve se atribuyen principalmente a cambios en El Niño, que ha estado disminuyendo en intensidad.
Esta reducción en la cobertura de nieve fue especialmente “significativa” en el Hemisferio Sur, afectando áreas del centro-oeste de Argentina y el centro de Chile. La disminución en la cobertura de nieve se atribuyó al aumento de las temperaturas y, en mayor medida, a los cambios en los patrones de precipitación. Fenómenos climáticos a gran escala como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) y el Modo Anular Sur (SAM) influyeron en la variabilidad interanual, afectando la cantidad de nieve.
El Niño es un fenómeno climático que ocurre en el Océano Pacífico. Durante El Niño, las aguas oceánicas cerca de la línea ecuatorial se calientan más de lo normal. La Oscilación del Sur (Oscilación del Sur El Niño, ENSO) es, a su vez, un patrón climático que está relacionado con El Niño. La ENSO implica cambios en las temperaturas de la superficie del mar y en la presión atmosférica en el Pacífico ecuatorial.
Finalmente, el llamado “modo Anular Sur” o SAM, es un patrón climático que afecta principalmente a la Antártida y las regiones circundantes. Se refiere a cambios en la posición y la intensidad de los vientos del oeste que rodean la Antártida. Cuando la SAM está en su fase positiva, los vientos del oeste tienden a estar más concentrados alrededor del Polo Sur.
Entonces, según lo sugiere el estudio, cuando el Niño-Oscilación del Sur (ENOS) se debilita y los vientos del oeste cambian hacia los polos, junto con un Modo Anular Sur (SAM), hay menos lluvias. Esta disminución en la lluvia conduce a que haya menos nieve en la región. Es decir, factores climáticos como estos están haciendo que llueva menos y, como resultado, la cantidad de nieve disminuye, sugiere la investigación.
“Hemos perdido ya 1/3 de la cobertura nival en los últimos 30 años (...) y es poco probable que la recuperemos, porque tendríamos que recuperar precipitaciones y eso es difícil que pase, pues todos los modelos climáticos indican que, con diferentes grados, vamos a seguir perdiendo precipitaciones hasta mediados de siglo más”, añadió el autor principal, Raúl R. Cordero, al medio Ágora. No hay que olvidar que la nieve en los Andes es crucial para el suministro de agua en varias partes de América del Sur.
Por ejemplo, los arroyos llevan el agua derretida a áreas pobladas del centro-oeste de Argentina y el centro de Chile, donde es importante para el suministro de agua urbana, la generación de energía y la agricultura. Aunque no está claro si las pérdidas de nieve continuarán igual en el futuro, el cambio climático podría aumentar la variabilidad en la cantidad de nieve.
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