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A finales de la semana pasada, el presidente Iván Duque volvió a sorprender con un nuevo nombramiento en su gabinete. El viernes, en horas de la mañana, anunció que el recién creado Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación ya no estaría más en manos de la bióloga Mábel Torres. El encargado de esta cartera en el último año de su período será Tito José Crissien Borrero, un barranquillero de 45 años que desde el 2012 se ha desempeñado como rector de la Universidad de la Costa, ubicada en la capital del Atlántico.
Pero si Torres, la primera ministra de Ciencia de Colombia, había asumido su cargo en medio de críticas, Crissien Borrero también se posesionará rodeado de señalamientos. Ella, como lo reveló El Espectador hace un año, había recetado un brebaje basado en el hongo ganoderma a pacientes con cáncer, saltándose pasos fundamentales de la investigación médica. Crissien, por su parte, ha levantado varias sospechas por dos razones. Una es porque la universidad que ha dirigido estuvo involucrada en un grave caso de plagio el año pasado: IOP Publish, un conocido grupo de publicaciones científicas, retiró de su repositorio 23 artículos que incurrían en esa grave falta (lo cual ya explicamos en este artículo).
El segundo motivo tiene que ver con las publicaciones en las que sí está como autor o coautor. En al menos dos de sus artículos también parece haber incurrido en una práctica similar. El nuevo ministro, aún sin posesionarse, niega de manera rotunda todas las acusaciones, que este fin de semana empezaron a circular en redes sociales.
Una que tuvo popularidad fue una breve carta de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, en la que le expresaban al presidente Duque su “extrañeza y desaliento” ante la designación del nuevo ministro. “Constituye un mensaje muy negativo para la sociedad colombiana y, en particular, para las nuevas generaciones, al ignorar prácticas antiéticas mundialmente rechazadas por la comunidad científica y académica”, escribieron.
Tal vez, la prueba más contundente de los reproches tiene que ver con un artículo que Crissien publicó en 2015 junto a la profesora Milagros Villasmil Molero en la revista Económicas, de la universidad que él dirige. “Cambio de paradigma en la gestión universitaria basado en la teoría y praxis de la reingeniería”, fue como lo titularon. Sin embargo, varios apartados son muy similares (o iguales) a otros trabajos que ya habían sido publicados años atrás.
Como lo muestra el siguiente gráfico, varios párrafos de Crissien son idénticos a los que escribió Rodrigo Ospina Duque en 2006 en Cuadernos Latinoamericanos de Administración (U. del Bosque). No cambian ni las comas ni los puntos. Este es el artículo de Crissien:
Y este es el artículo publicado por Ospina Duque en 2006:
En el artículo del nuevo ministro también hay apartados muy parecidos a los que publicaron en 2007 los investigadores María Rosa Valente y Antonio Soto en la revista Ciencias Sociales de Maracaibo. En este caso cambian un par de palabras, pero mantienen casi la misma redacción sin hacer referencia a los investigadores venezolanos. A diferencia del primer ejemplo, a Valente y Soto no los incluyen en sus referencias bibliográficas.
Hay una tercera muestra: en ese mismo artículo el nuevo ministro de Ciencia llegó a una conclusión casi idéntica a la que obtuvieron las profesoras de la Universidad de Zulia (Venezuela) Norcka Fernández y Egla Ortega en 2012. En ambos trabajos hay dos párrafos muy similares. En este caso, Crissien y su colega también olvidaron referenciar el trabajo de sus pares venezolanas, como debe hacer toda publicación científica.
Estos ejemplos, que ya habían sido recopilados por el portal www.plagios.org, no constituyen para Crissien una muestra de plagio. A sus ojos, lo que sucedió es que su artículo era una “reflexión y no pretendía generar nuevo conocimiento, pero los autores fueron referenciados al final del artículo y siempre respetamos las fuentes primarias. Es normal que haya similitudes, pero no hay plagio de ningún tipo”. La muestra, dice, es que después de seis años de haberse publicado no ha habido ninguna denuncia al respecto y “ninguno de esos autores ha manifestado inconformidad”.
Hay otra publicación firmada por Crissien que también ha generado críticas. Fue hecha el 26 de julio de 2019 bajo el título de Differential Evolution Clustering and Data Mining for Determining Learning Routes in Moodle y publicada por la editorial Springer, pero en abril del 2021 una retractación apareció en su página web. En ella aclaran que el capítulo 5, escrito por el ministro de Ciencia junto a Amelec Viloria, Jesús Vargas Villa, Maritza Torres, Jesús García Guiliany, Carlos Vargas Mercado, Nataly Orellano Llinas y Karina Batista Zea, “contiene material que se superpone sustancialmente con el contenido traducido de otro artículo por diferentes autores”. Además, los editores advierten que con el capítulo 18 se presenta una situación semejante. En este caso, aseguran que Crissien y varios de sus colegas estuvieron de acuerdo con esa retractación.
Sin embargo, la versión de Crissien es otra: “Yo no acepté esa retractación. Es falso que me hayan preguntado y la editorial no tiene ninguna prueba que lo demuestre. Nunca me escribieron preguntándome si la aceptaba y ya tengo abogados puestos en este asunto, porque no participé en esa investigación. Fue publicado sin mi consentimiento”.
A diferencia de lo que sucede con varias revistas científicas, en esta ocasión, dice Crissien, no le escribieron para confirmar que era uno de los autores de ese texto. Algo que para Enrique Forero, presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, suena, por lo menos, extraño. “Las revistas suelen escribir a los autores y coautores preguntándoles si quieren aparecer y si están de acuerdo con el contenido del artículo. A mí siempre me ha tocado firmar, bien sea como autor o como coautor”, cuenta.
(Como prueba de su inocencia en este caso, Crissien nos envió unos documentos que recibimos horas después de que se publicara este artículo. Los adjuntamos al final del texto)
Política y un investigador multifacético
El representante a la Cámara por el Atlántico César Augusto Lorduy Maldonado, barranquillero de Cambio Radical, es franco cuando le preguntan si el nombramiento de Tito Crissien como ministro de Ciencia obedeció a una “cuota política”. “No hay ministro –asegura– que no sea una cuota política de alguien. Tampoco hay ningún funcionario del Gobierno que no tenga respaldo político”. No da nombres, pero no tiene problema en admitir que Crissien ha sido un gran amigo suyo.
La relación de la familia Crissien con la política es de vieja data. El papá de Tito fue congresista hace unas cuatro décadas y su hermano, Eduardo Crissien, fue representante a la Cámara por el partido de la U para el período 2014-2018. Eso, para el ahora ministro, no quiere decir que su cargo obedezca a una cuota. Reconoce que tiene amigos de Cambio Radical, del Partido Conservador y del Centro Democrático, pero para él “la ciencia no tiene color político. Yo fui designado por el presidente Duque para trabajar por el país. El resto son especulaciones”. “Tiene todas las características para asumir su nuevo cargo”, asegura Lorduy.
Crissien, como académico, ha transitado por varios temas a lo largo de su carrera. Sus artículos, recogidos por Google Scholar, muestran a un investigador polifacético que ha escrito tanto de educación como de mindfulness y nanopartículas generadas por la explotación de carbón y su relación con la salud humana. Para él se trata de una vida académica que se divide en tres etapas: la primera, relacionada con su profesión (Administración de Empresas); la segunda, enfocada en investigar sobre las universidades “vistas desde la Administración de Empresas”; y la tercera, ya como rector de la U. de la Costa, dirigida a hacer investigación “relacionada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, donde se centró en asuntos ambientales. “Como en la universidad ofrecemos Ingeniería Ambiental, formamos un grupo interdisciplinario para investigar temas relacionados con el carbón”, explica.
Pero para María Piedad Villaveces y Eduardo Posada, directora y presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia, respectivamente, hay algo que les inquieta en esa producción académica. En otra carta dirigida a Iván Duque expresaban su preocupación al ver que, pese a ser administrador de empresas con un MBA, participara como coautor en algunos estudios que publicó en 2018: Study of coal cleaning rejects by FIB and sample preparation for HR-TEM: mineral surface chemistry and nanoparticle-aggregation control for health studies (”Estudio de los rechazos de limpieza de carbón por FIB y preparación de muestras para HR-TEM: química de supeficies minerales y control de agregación de nanopartículas para estudios de salud) y Coal emissions adverse human health effects associated with ultrafine/nano-particles role and resultant engineering controls (Emisiones de carbón, efectos adversos para la salud humana asociados con el papel de las nanopartículas ultrafinas y los controles de ingeniería resultantes)
“De nuestra experiencia de más de 10 años liderando procesos de pares evaluadores en las universidades colombianas, no hemos detectado investigadores con tal capacidad de trabajo multidisciplinario. Lo anterior dado que las investigaciones de nanopartículas de carbón requieren de gran conocimiento en química inorgánica, por lo que no entendemos cuál fue el rol de un administrador de empresas con MBA en la elaboración de esos trabajos”, anotaron Villaveces y Posada.
Al consultar la base de datos Scopus esos artículos son, de hecho, los que le han valido a Crissien más citaciones. Uno, 37; el otro, 32. Por el que más lo citan (42 veces) fue titulado Multifaceted processes controlling the distribution of hazardous compounds in the spontaneous combustion of coal and the effect of these compounds on human health.
“Comprendo que en Colombia sea difícil entender que hay que formar equipos interdisciplinarios, pero debemos hacerlo”, responde el ministro ante las críticas. “¿Cuál es su rol en esos trabajos académicos?”, preguntamos. “Usualmente yo participo al hacer una introducción comprensible y clara, porque esos métodos, de los que se encargan otros científicos, tienen que tener una aplicación real. Entonces los apoyo en esa parte y en las conclusiones”.
Néstor Rojas, ingeniero químico y PhD de la Universidad de Leeds (Reino Unido) está de acuerdo en que para estudiar asuntos relacionados con ese tipo de partículas, la calidad del aire y su relación con la salud humana se requieren trabajos interdisciplinarios. Él, profesor de la U. Nacional que se ha especializado en investigar sobre calidad del aire, siempre crea grupos con ingenieros químicos, ingenieros ambientales, físicos, estadísticos, profesionales de la salud, economistas y, ocasionalmente, biólogos, pero, dice, nunca ha tenido que recurrir a un profesor que provenga de las ciencias de la administración. “En mi caso no lo hemos hecho y para integrarla tendría que ser alguien que sepa mucho de estos asuntos, lo cual no quiera decir que deban excluirse”, asegura.
Para Rojas es claro que en el mundo de la academia hay muchos ejemplos en los que se incluyen autores por diferentes razones ajenas a la elaboración del artículo. A veces, asegura por solo mencionar un par de ejemplos, es política de la universidad o en ocasiones alguien puede aparecer como coautor porque ayudó a conseguir financiación. “Pero en nuestro caso procuramos ser honestos: si alguien no participó en la escritura de un artículo y en la investigación, simplemente no aparece”.
Estos son los documentos enviados por Crissien: