Tomó más de un siglo que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres en los Juegos Olímpicos. Finalmente, en París 2024, clasificaron 5.250 atletas femeninas, representando al 50 % del total de participantes. Además de distinguirse por sus habilidades deportivas, algunas de ellas han logrado posicionarse en otras áreas también afectadas por la brecha de género.
Cuatro competidoras de las olimpiadas de este año han contribuido a avances en el campo científico como la neurociencia, las matemáticas y la física cuántica, según la revista Wired. Una de ellas es la estadounidense Gabrielle Thomas, velocista especializada en 200 metros que ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021. En aquella ocasión, se convirtió en la tercera mujer más rápida de la historia de su categoría, con un sorprendente tiempo de 21.62 segundos.
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Como si fuera poco, Thomas es neurobióloga de la Universidad de Harvard y está realizando una maestría en epidemiología en la Universidad de Texas. Su área de estudio han sido los efectos que generan los estímulos externos en el cerebro y el comportamiento, por lo que ha podido aplicar esos conocimientos en su vida deportiva. “Esta base científica le ha permitido optimizar su rendimiento y abordar su entrenamiento de manera meticulosa y basada en evidencia”, indica Wired.
Louise Shanahan, corredora de 800 metros, también hace presencia en los Juegos Olímpicos de este año. La mujer ha ganado varios títulos en su natal Irlanda y ha representado al país en campeonatos europeos y mundiales. Shanahan, además, es candidata a un doctorado en biofísica en la Universidad de Cambridge y su investigación busca comprender los procesos celulares a partir del uso de nanocristales de diamante.
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Por otro lado, también en Tokio, el skateboarding fue incluido por primera vez como deporte olímpico. Charlotte Hym es una de las patinadoras francesas más reconocidas en esta disciplina, especialmente en la modalidad “street”, es decir de calle. Hym ha estudiado la ciencia de la actividad física y del deporte, y posteriormente se especializó en neurociencias. Su tesis, afirma Wired, “se centra en el impacto de las voces maternas en el neurodesarrollo de los bebés recién nacidos”.
Finalmente, Anna Kiesenhofer es otro ejemplo de mujeres que han logrado destacarse tanto en el deporte como en la ciencia. Su historia es particularmente inspiradora, pues inició con la bicicleta únicamente como medio de transporte. A la hora de competir, era amateur y por tanto, no tenía apoyo de entrenadores profesionales, patrocinadores o nutricionistas, tal como cuenta la revista.
Sin embargo, en Tokio, la ciclista austríaca ganó la medalla de oro en la ruta femenina, pese a los pronósticos y a no ser considerada como una de las ciclistas fuertes. Respecto a su trayectoria académica, Kiesenhofer obtuvo un doctorado en matemáticas aplicadas en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en Barcelona. Ha investigado, principalmente, ecuaciones diferenciales parciales y la teoría de sistemas dinámicos. Este conocimiento también le ha funcionado para entrenar y aplicar estrategias durante las competencias, como sucedió hace tres años.
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