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Durante mucho tiempo, la ciencia creyó que la menopausia, ese momento que marca el final de los ciclos menstruales, era una etapa de la vida que experimentaban únicamente las mujeres. Sin embargo, en las últimas décadas, en busca de entender su origen, los científicos han dado con algunas especies de mamíferos a las que también les sucede.
Según el Instituto Nacional del Envejecimiento de los Estados Unidos, “la menopausia ocurre unos 12 meses después del último período”, un momento que suele tener lugar entre los 45 y los 55 años. Es, en palabras simples, el fin del ciclo reproductivo para las mujeres.
En muchos otros mamíferos, ese momento coincide con la muerte del animal. Toda su etapa adulta, entonces, la viven con la capacidad de reproducirse.
De allí surgió una teoría científica bautizada como “la hipótesis de la abuela”. En esta plantea que la menopausia es una consecuencia evolutiva que lleva a que las mujeres extiendan su esperanza de vida sin que se extienda su ciclo reproductivo. Por eso, las mujeres suelen vivir 30 o más años después de que inicia la menopausia.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature analizó el comportamiento de la menopausia en cinco especies de ballenas dentadas, en las que se ha descubierto este ciclo durante los últimos 24 años. En sus hallazgos, encontraron que en estas tiene características muy similares a las de las mujeres.
La extensión de su esperanza de vida puede explicarse de dos formas, dicen los científicos en el estudio: la primera es que estas especies viven más tiempo de lo esperado, sin que haya cambios en su ciclo reproductivo; la segunda es que, en realidad, viven el tiempo que se espera para la especie, pero su ciclo reproductivo se detiene mucho antes de tiempo.
En su estudio, los investigadores sostienen que en las ballenas, como en las mujeres, se trataría de la primera hipótesis. Es decir, la evolución llevó a que, por medio de la menopausia, estos animales extendieran su esperanza de vida, pero mantuvieran invariable el tiempo que dura su ciclo reproductivo.
Detrás de esa compleja evolución, hay dos motivaciones, sostiene la ciencia. Por una parte, extienden su esperanza de vida para brindar algo llamado ayuda intergeneracional, que es, en otras palabras, vivir el mayor tiempo posible en simultánea con su descendencia más joven (los nietos), para brindar apoyo en su crianza.
Esto, por otra parte, lo hacen manteniendo el fin de su ciclo reproductivo en el momento que corresponde, con el fin de no tener etapas de reproducción al mismo tiempo que sus hijas, pues esto generaría un conflicto por recursos que podría desfavorecer a alguna de las dos partes. Evitar ese conflicto es importante en estas especies, pues se trata de animales que, al igual que los humanos, viven en grupos sociales en los que los individuos se dividen en roles particulares según el momento de la vida en el que se encuentren.
Sin embargo, los investigadores no encontraron evidencia de que esto se deba a que criar a la descendencia de especies con menopausia requiera más energía o trabajo con respecto a las especies que viven esta etapa de vida. Eso sí, el apoyo de las abuelas en la crianza de los nietos sí podría tener un efecto en su probabilidad de supervivencia durante la primera etapa de la vida, en la que son más vulnerables.
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