Las tortugas desafían teorías sobre cómo funciona el envejecimiento
Mientras que la mayoría de animales muestra un debilitamiento del organismo con el paso del tiempo, ciertas especies de tortugas, no. Un nuevo estudio publicado en la revista Science encontró que un 75% de las tortugas estudiadas mostró pocas señales de envejecimiento a través de los años.
Es de conocimiento popular que las tortugas son uno de los animales que puede vivir por más tiempo. Por ejemplo, las tortugas gigantes de Galápagos pueden vivir fácilmente más de 100 años. Jonathan, una tortuga gigante del archipiélago de Seychelles, cumplió hace unos meses 190 años, convirtiéndolo en el animal terrestre más longevo. Dos estudios publicados en la revista Science dan algunas pistas sobre los procesos de envejecimiento de animales como las tortugas.
Los hallazgos apuntan a que ciertas especies de sangre fría muestran pocas evidencias de envejecimiento con el paso de los años, lo que desafía la idea de que el deterioro físico gradual (senescencia) sucede en todos los animales. En los humanos, el debilitamiento del organismo es una característica de la vejez. Esto implica, además, que morir es más probable a medida que se es más viejo. Sin embargo, estos nuevos estudios apuntan a que, tanto la senescencia como la probabilidad de morir con la edad en animales como las tortugas, es mucho menor que en otras especies. (También puede leer: Descubren a un mamut bebé momificado de hace 30 mil años en Canadá)
Uno de los estudios examinó a individuos de 77 especies distintas, incluyendo tortugas, serpientes y cocodrilos. Los investigadores etiquetaron y siguieron a distintos animales por años, recopilando datos como cuántos años vivieron después de alcanzar la madurez sexual, para producir tasas de envejecimiento. “Encontramos muestras de envejecimiento insignificante”, explicó a AFP la bióloga e investigadora principal Beth Reinke, de la Universidad del Noreste de Illinois. “El envejecimiento o la senescencia insignificantes no significa que sean inmortales”, precisó. Significa que existe la posibilidad de morir, pero que esta no aumenta con la edad.
Sin embargo, los hallazgos difirieron bastante de acuerdo con las especies que estudiaron. Mientras que las tasas de envejecimiento de los lagartos y las serpientes fueron dispersas, en ciertos cocodrilos y salamandras eran notablemente bajas. El único grupo que envejeció poco fue las tortugas. El metabolismo de los animales no juega una papel tan central en este proceso como pensaban anteriormente y, en cambio, características como el caparazón de las tortugas son factores importantes para su protección y poco envejecimiento.
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El otro estudio examinó a 52 especies de tortuga en zoológicos y encontró que el 75% mostraba un envejecimiento insignificante y que el 80% mostraba tasas de envejecimiento más lentas que las de humanos. “Descubrimos que algunas de estas especies pueden reducir su tasa de envejecimiento en respuesta a las mejores condiciones de vida que se encuentran en los zoológicos y acuarios, en comparación con la naturaleza”, dijo una de las coautoras del estudio, la profesora Dalia Conde a través de un comunicado de prensa.
Algunas teorías evolutivas sostienen que la senescencia aparece después de la madurez sexual cuya llegada implica, entre otras cosas, que el individuo para de crecer e invierte su energía en la reproducción sexual y no en la reparación de daños a sus células y tejidos. Sin embargo, animales como las tortugas siguen creciendo después de alcanzar la madurez sexual, lo que podría significar que pueden seguir reparando sus células y tejidos.
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Es de conocimiento popular que las tortugas son uno de los animales que puede vivir por más tiempo. Por ejemplo, las tortugas gigantes de Galápagos pueden vivir fácilmente más de 100 años. Jonathan, una tortuga gigante del archipiélago de Seychelles, cumplió hace unos meses 190 años, convirtiéndolo en el animal terrestre más longevo. Dos estudios publicados en la revista Science dan algunas pistas sobre los procesos de envejecimiento de animales como las tortugas.
Los hallazgos apuntan a que ciertas especies de sangre fría muestran pocas evidencias de envejecimiento con el paso de los años, lo que desafía la idea de que el deterioro físico gradual (senescencia) sucede en todos los animales. En los humanos, el debilitamiento del organismo es una característica de la vejez. Esto implica, además, que morir es más probable a medida que se es más viejo. Sin embargo, estos nuevos estudios apuntan a que, tanto la senescencia como la probabilidad de morir con la edad en animales como las tortugas, es mucho menor que en otras especies. (También puede leer: Descubren a un mamut bebé momificado de hace 30 mil años en Canadá)
Uno de los estudios examinó a individuos de 77 especies distintas, incluyendo tortugas, serpientes y cocodrilos. Los investigadores etiquetaron y siguieron a distintos animales por años, recopilando datos como cuántos años vivieron después de alcanzar la madurez sexual, para producir tasas de envejecimiento. “Encontramos muestras de envejecimiento insignificante”, explicó a AFP la bióloga e investigadora principal Beth Reinke, de la Universidad del Noreste de Illinois. “El envejecimiento o la senescencia insignificantes no significa que sean inmortales”, precisó. Significa que existe la posibilidad de morir, pero que esta no aumenta con la edad.
Sin embargo, los hallazgos difirieron bastante de acuerdo con las especies que estudiaron. Mientras que las tasas de envejecimiento de los lagartos y las serpientes fueron dispersas, en ciertos cocodrilos y salamandras eran notablemente bajas. El único grupo que envejeció poco fue las tortugas. El metabolismo de los animales no juega una papel tan central en este proceso como pensaban anteriormente y, en cambio, características como el caparazón de las tortugas son factores importantes para su protección y poco envejecimiento.
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El otro estudio examinó a 52 especies de tortuga en zoológicos y encontró que el 75% mostraba un envejecimiento insignificante y que el 80% mostraba tasas de envejecimiento más lentas que las de humanos. “Descubrimos que algunas de estas especies pueden reducir su tasa de envejecimiento en respuesta a las mejores condiciones de vida que se encuentran en los zoológicos y acuarios, en comparación con la naturaleza”, dijo una de las coautoras del estudio, la profesora Dalia Conde a través de un comunicado de prensa.
Algunas teorías evolutivas sostienen que la senescencia aparece después de la madurez sexual cuya llegada implica, entre otras cosas, que el individuo para de crecer e invierte su energía en la reproducción sexual y no en la reparación de daños a sus células y tejidos. Sin embargo, animales como las tortugas siguen creciendo después de alcanzar la madurez sexual, lo que podría significar que pueden seguir reparando sus células y tejidos.
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