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Entre marzo y diciembre de 1898, dos leones machos (conocidos como los “Leones devoradores de hombres de Tsavo”) aterrorizaron a los trabajadores del ferrocarril que se estaba construyendo en la región de Tsavo, en lo que hoy es Kenia. Estos leones atacaron y mataron a varias personas, en su mayoría trabajadores indios y africanos contratados para la construcción del ferrocarril que conectaría Kenia con Uganda.
El número de víctimas exacto ha sido motivo de debate. El ingeniero británico que supervisaba la construcción, John Henry Patterson, estimó inicialmente que los leones mataron a 135 personas. Sin embargo, investigaciones posteriores han sugerido que esta cifra fue exagerada, y estudios científicos más recientes apuntan a que el número real de víctimas fue menor, probablemente entre 35 y 40 personas. Otros estudios proponen cifras cercanas a 20 o 30 e incluso hay quienes creen que se trata de un mito.
Los animales atacaban principalmente por la noche, arrastrando a los hombres desde sus tiendas. A pesar de los esfuerzos por detener la matanza, como la construcción de fogatas y cercas espinosas llamadas “bomas”, los leones lograban superar estas defensas. Finalmente, el 9 de diciembre de 1898, el teniente coronel Patterson abatió al primer león, que, escribe, medía cerca de 2,95 metros de largo. El cadáver del animal fue tan pesado que se necesitaron ocho hombres para transportarlo de vuelta al campamento. Días después, Patterson logró cazar al segundo león, poniendo fin a la pesadilla que había paralizado la construcción.
Los cuerpos de ambos leones están hoy expuestos en el Museo Field de Historia Natural de Chicago. Fue precisamente gracias a eso que fue posible una investigación publicada recientemente en Current Biology.
Con los avances tecnológicos actuales, es posible analizar pequeños fragmentos de ADN para estudiar la evolución de especies, incluso cuando ese ADN proviene de especímenes con más de un millón de años de antigüedad. Uno de estos métodos consiste en analizar el ADN del cabello, que se usa comúnmente en investigaciones forenses y en la conservación de especies. Este proceso permite identificar de qué especie proviene un cabello, aunque esté contaminado o dañado. En este caso, los investigadores usaron técnicas mejoradas para estudiar el ADN de pelos atrapados en los dientes de los “devoradores de hombres”.
Encontraron cosas interesantes. Los investigadores lograron identificar miles de pelos atrapados en las cavidades de los dientes caninos rotos de los leones. A partir de ellos, produjeron secuencias de ADN de posibles presas. El análisis mostró que los leones comieron jirafas, humanos, órix, antílopes acuáticos, cebras y ñus. El descubrimiento de esta última presa fue sorpresivo porque la zona de pastoreo de ñus más cercana en 1898 estaba a 90 kilómetros de donde los leones fueron matados. También fue interesante la ausencia de ADN de búfalo. Esto puede deberse a la entrada de la peste bovina en África en la década de 1890, que mató a aproximadamente el 90% del ganado y tuvo impactos similares en los búfalos, creen los científicos.
Un hallazgo especialmente interesante fue que en las fauces de uno de los animales se encontraron pelos del otro león. “El pelo de león en las cavidades dentales podría ser resultado del acicalamiento mutuo estos dos leones, que se sabe que formaron una coalición, alternativamente, debido al canibalismo. Sin embargo, mientras que la matanza intraespecífica (por ejemplo, infanticidio) es común en los leones, el canibalismo es poco común”, escriben los científicos en su artículo.
“Nuestro estudio indica que la dieta de los leones de Tsavo incluía tanto animales que pastaban (por ejemplo, cebras) como animales que buscaban alimento (por ejemplo, jirafas), y que al menos un león (conocido como FMNH 23970) cazaba humanos. El cambio de presas se puede investigar más a fondo mediante el análisis genómico de las capas estratigráficas de pelo en las cavidades dentales, donde el pelo de la parte inferior de la cavidad representa la presa inicial capturada en etapas anteriores de la vida, y el pelo de la superficie de la cavidad representa la presa más reciente”, concluyen los autores.
Es decir, las capas más profundas reflejan las presas que cazaron en sus primeras etapas de vida, mientras que las capas superficiales revelan qué animales cazaron en sus últimos días. Este tipo de análisis puede ofrecer información detallada sobre el cambio de comportamiento alimentario, ayudando a entender cómo y por qué ciertos leones, como los de Tsavo, terminaron cazando humanos en lugar de su presa habitual.
Otras investigaciones anteriores habían estimado que el búfalo, la jirafa, la cebra de llanura y el antílope acuático constituyen más del 70% de la biomasa consumida por los leones actuales en Tsavo. El reciente estudio identificó tres de las cuatro especies (jirafa, cebra de llanura y antílope acuático) que en conjunto constituyen la mayoría de las presas dietéticas de los leones de Tsavo actuales, “lo que demuestra el potencial para comprender las presas dietéticas y el comportamiento de caza de las poblaciones y especies históricas”.
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