Ilustración de cómo pudo ser el ambiente en el Mioceno. / Tomado de Carrillo-Briceño et al., 2021
El “desierto” de La Tatacoa —que no es un desierto, propiamente—, es un lugar muy familiar para los colombianos. Por décadas, su paisaje árido ha atraído a cientos de turistas. Muchos también lo suelen visitar para observar mejor el firmamento que lo que les permite la contaminación lumínica de las ciudades. Durante el eclipse anular del pasado 14 de octubre, por ejemplo, se agruparon carros y motos, en búsqueda de un espacio para ver mejor lo que ocurría en el cielo. (Lea
Por Sergio Silva Numa
Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com